Capítulo 11 Víspera de Navidad.

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—Amor, ya verás que con esta sopa calientita te sentirás mejor— Julieta ahora me estaba consintiendo, yo me encontraba en cama enfermo, y es que es común que los demonios nos debilitemos en estas fecha, así la mayoría de los humanos pueden tener una Navidad "feliz".

—Julieta, no me gusta que te esfuerces por cuidarme, debería yo estarte cuidando a ti— y así debía ser, ella ahora tiene cinco meses de embarazo, afortunadamente no ha habido complicaciones y ella está más que feliz.

Mi hermano Matt ya no volvió a aparecer, no sé qué es lo que pretende, pero estaré a la espera de su ataque, lo conozco bien y sé que en cualquier momento puede hacer acto de presencia y en momentos...o fechas inesperadas.

—No me estoy esforzando,— me reprendía por mi actitud, —anda come— me dice con su suave voz, mientras tomaba un poco de sopa con una cuchara y me la daba en la boca, —es por tu bien, además quiero que este año si puedas acompañarme a visitar a mi familia y tal vez a la tuya también, necesitamos contarles de mi embarazado, ¿no crees que nos hemos tardado un poco en decirles la noticia?— hablaba con obviedad.

Yo me sorprendí, no pude contenerme y escupí toda la sopa,—¡amor!— se levantó de la silla que estaba junto a mi cama y fue por una toalla. Yo en cambio estaba acorralado, siempre había podido esquivar las visitas incómodas con la familia de mi novia, pero sobre todo había podido evitar que conociera a mi familia. Podía hacer un esfuerzo en ir a Texas con los papás de Julieta <<de donde es originaria ella>>, pero pasar todas estas torturas de la víspera de Navidad no creo poder hacerlo.

Entra de nuevo a la recámara Julieta, la veo cómo se acerca y empieza a limpiar mi desastre.

—Julieta, no puedo ir— le dije sin dejar de perder cada uno de sus gestos.

Ella suspiró decepcionada, dejó de limpiar, se cruzó de brazos y me observó atenta, —Jack, no sé qué es lo que pasa contigo,— se sentó en el borde de la cama, tomó mi mano, —sé que me amas, pero hay algo en ti que no logró descifrar,— su tono de voz salía tranquilo, comprensivo y se notaba que trataba de entenderme.

—Julieta, es sólo que tengo que tra...— y me interrumpió, negaba con su cabeza mientras sus ojos los cerraba.

—Yo sé que no tienes que trabajar,— la veía confundido, sus palabras salían de su boca con una seguridad, como si supiera que en verdad sólo me quiero salir de la situación. —Sólo dime que no quieres ir a conocer a mi familia.

—Pero si la conozco, he hablado por teléfono con tu mamá.

—Tú lo has dicho, por teléfono.— recalcó ella y después se levantó de la cama, —yo sé que no quieres conocer a mi familia, así como tampoco quieres que conozca a la tuya. Extrañamente por alguna razón que desconozco y que tal vez nunca me digas, no quieres que suceda eso.— ahora sus palabras eran de una persona decepcionada, eso me ponía mal y yo no quiero ser la causa de su tristeza.

Me levanté rápidamente de la cama y la abracé por la espalda, la tenía rodeada con mis brazos, como si no quisiera que me dejara, como si suplicara que me perdonara por lo mal que la hacia sentir. —Julieta, no es así, mi familia es diferente, hace tiempo que no hablo con ellos y con lo de respecto a conocer a tu familia, no es que no quiera, sólo que no me siento preparado para hablar cara a cara con tu papá, sé que son agradables, pero soy yo el que no se siente bien en esas situaciones.

—Jack, no me mientas más...

—Julieta— dije con tono rogante.

—No quieres casarte conmigo y no sé por qué, esperé que me lo explicarás tú, pero jamás te dignaste a darme una explicación. Ahora también te niegas a conocer a nuestras familias...— se apartó de mi abrazo, me vio a los ojos con una leve pero presente tristeza, —no te preocupes, tratare de entender...— y una lágrima rodó por su mejilla, —como siempre lo hago.

La Confesión De Un Demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora