Capítulo 3 Confesando mi relación.

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Era de madrugada, Julieta se encontraba dormida junto a mí, su cabeza descansaba en mi brazo derecho, contemplaba su descanso mientras me perdía en un sin fin de pensamientos.

Empezaba a cuestionarme mi destino, sabía que en muchas ocasiones a los humanos se les podía complicar la existencia, pero yo no soy igual a ellos, y por eso mismo no podía dejar de pensar en la noticia que me dio. ¿Embarazada de un demonio?, definitivamente esto no es natural, no se sí es correcto que ese embarazo progrese, no se sí es correcto seguirle ocultando la verdad de lo que soy o ni siquiera sé si ya sea hora de contarle a mis amigos sobre la relación que tengo con Julieta.

***

—Amor, despierta— me despertaba un canto al decir aquellas palabras. Abrí los ojos, Julieta estaba sobre mi cuerpo y se veía muy feliz.

Acaricié su rostro, ella cerró sus ojos como sintiendo cada cariño dado por mí, —estas hermosa— le dije y ella sonrió.

Tomó mi mano y jalo de ella, —vamos, levántate ya, he preparado el desayuno.

Me quedé sorprendido, pues a ella le gustaba dormir hasta tarde y por lo general yo siempre le preparaba el desayuno.

—¿Tú?— pregunté con un tono de sorpresa.

—Si, yo oh— dijo alargando la "o", después volvió a tirar de mi mano mientras me guiaba al comedor.

Llegué y me sorprendí aún más, la mesa estaba repleta de comida, había jugo de naranja en una jarra de cristal, huevos con tocino, fruta picada y preparada para ser bañada en yogurt, panecillos con mantequilla y un poco de té de canela. Yo sabía de antemano que había hecho todo aquello ella sola, pues aunque casi no cocinaba yo sé que es una buena cocinera, además todo estaba humeante, se veía recién hecho y eso me hacía sentirme querido y consentido.

Nos sentamos y empezamos a probar bocado, —esta delicioso— dije con la boca aún llena de comida.

Julieta reía, después me comenzó a acariciar mi cabeza con su mano, —eres incorregible Jack, sólo espero que al bebé no le enseñes malas costumbres— al decir eso me hizo sonreír. Definitivamente me hundía más en su mundo, era como si ella me adentrara a ser más humano. Cosa que no deseaba.

—Hablando de eso, quiero decirte algo— ella me miraba con atención, esperaba que continuara. Suspiré fuerte y me decidí, tenía que hacerlo, —yo soy un demonio— dije soltando todo el aire que estaba conteniendo. ¡Oh, si! por fin lo dije, creo que después de todo no fue tan difícil como creí.

Vi su rostro y ella seguía comiendo, ninguna atisbo de sorpresa se apareció en su rostro, lo que me hizo dudar en si esto no era más que un sueño.

—¿Por qué dices eso, qué hiciste o qué?— su voz casual sin pizca de miedo me hicieron cuestionar mis palabras.

¡¿Qué?!

¿Acaso había escuchado lo que le dije?

Mi rostro reflejaba confusión, ella seguía tomando bocado y bocado sin mirarme, —te estoy diciendo que soy un demonio, yo soy un ser diferente— le dije más decidido.

Julieta dio un trago a su jugo y me miró mientras bajaba el vaso, después enarcó una ceja como analizándome, —ya enserio, ¿qué me quieres decir?— dijo muy sería y relajada.

—¿Ah?— no sabía que decirle, ella creyó que estaba bromeando. Necesitaba más determinación en mis palabras, si, tal vez era eso.

—¿Acaso pasa algo malo?, sabes que puedes contarme, ¿has tenido problemas en el trabajo?— se acercó a mí, me abrazó y yo me sentí más acorralado.

La Confesión De Un Demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora