Capítulo 7 La marca

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Habíamos llegado al departamento de la amiga de Manuel. Nos encontrábamos reunidos en la sala, yo estaba sentado en un sofá y en mis brazos tenía a Julieta que aún seguía dormida.

Drave estaba observando a dos chicas humanas que estaban muy drogadas teniendo sexo entre ellas. En cambio Manuel hacia que dos hombres cortarán entre ellos su piel en un salvaje juego y por último Joz, bueno, él estaba sentado en otro sofá cerca de mí.

—Aun no entiendo cómo es que Julieta no se doblegara al poder de Drave— expresaba Joz asombrado, después se acomodó en su asiento y se inclinó ligeramente hacia mí, —¿acaso la has marcado?— preguntó con media sonrisa dibujada en su rostro.

Suspiré. Lo miré y me encogí de hombros, —Así es, la marqué hace tiempo.

—¡¿Y por qué aún sigue viva, por qué no es tu esclava y por qué...¡por qué diablos la has marcado?!— gritó sorprendido, estaba alterado, se levantó de su asiento y empezó a caminar hacia una de las ventanas del departamento, veía a la luna como trataba de pensar.

Joz tenía mucha razón en ponerse así, pues al marcar un demonio a una humana, sólo era para un objetivo, <<manipularla>> el mío en aquel entonces era para hacer la masacre del año, pero conforme fui conociendo mejor a Julieta ese objetivo desapareció, me cayó bien, después me sentí muy bien con su sola presencia y por último, la felicidad que nacía en mí era inexplicable, sólo supe que no podía estar alejado de ella, no podía hacerle daño.

—Mira la he marcado con el objetivo de utilizarla en uno de mis planes, pero me arrepentí...

—¡¿Qué?!— Interrumpió escandalosamente Drave, al parecer estaba escuchando toda nuestra conversación. Pasó entre los cuerpos de las mujeres desnudas y se acercó a donde estábamos nosotros, —eres un... ¡Maricon!, has hecho cosas que no esta es nuestra naturaleza, todo por esta— dijo apuntando con su dedo índice y con gesto de asco al cuerpo de Julieta que estaba postrado en mis brazos. —No negare que me cae bien la humana, pero no me gusta lo que ha hecho contigo, ya no eres el mismo Jack— dijo con un poco de lástima, se encogió de hombros y metió sus manos a los bolsillos del pantalón, después se dejó caer en un sofá como si estuviera fatigado.

—Drave, no exageres, él siempre ha sido el mismo, sólo que como te has enterado de lo que significa Julieta para él, ahora cualquier cambio de humor se lo atañas a la relación que tiene con la humana— nos quedamos boquiabiertos. Hablaba muy sabio Manuel, nada usual en él. —¿Qué? ¿acaso no tengo razón?

—Tienes razón, Manuel. - Le sonreí, —y tú Drave, ya deja en paz a Julieta, ella no interferirá en nuestros asuntos, yo hago lo que quiero y ella no se debe enterar de lo que somos nosotros, ¿entendido?— sentencié con un semblante muy serio, los demonios me miraron y asintieron con sus cabezas.

—Que bueno que ella no puede ver la marca— dijo Drave mientras veía con su cabeza ladeada a Julieta.

—¿Por qué dices eso?— preguntó extrañado Joz.

—Pues porque se molestaría contigo Jack, tal vez hasta te terminara. No creo que a ella le guste un tatuaje que cubre casi toda su espalda— fruncía el ceño, se acercó a Julieta y levanto su hombro para ver su espalda, —JA JA JA JA— el imbécil de Drave se reía a todo pulmón.

—Eres un idiota— le dije y aventé su mano para que no siguiera tocando a mi novia.

—Ey, sólo que esa marca demoniaca no es tan sexi,— Drave se frotaba la barbilla, —pero después de todo... ¿a quién le interesa?, los humanos son incapaces de verla, así que estas salvado, marica.

La Confesión De Un Demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora