Capítulo 34 El exorcismo.

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Julieta

                 
—Tenemos que empezar esta noche, será un poco diferente este tipo de exorcismos, pues del demonio que te quiero apartar no vive dentro de ti exactamente.

Doy un largo suspiro, froto mi brazo derecho con mi mano izquierda como tratando de tranquilizarme. En realidad no se sí sentirme molesta, pero algo muy dentro de mí me dice que huya, aunque sé que en cierto modo estoy a salvo junto a Hilario.

Miro con miedo a Hilario, pero no es miedo a él, sino a lo que vendrá.

—Empecemos— le digo soltando mis palabras al aire, como si sólo me tratase del viendo que chifla al pasar.

***

Dos semanas después...

La primera noche del exorcismo fue calmada, no había otro ruido a nuestro alrededor más que el rezo de Hilario, algún acontecimiento interesante sólo fue que sufrí una hemorragia nasal, después de algunas horas decidió que debíamos descansar.

El segundo día fue un poco raro; me encontraba acostada en mi cama, tenía mis manos entrelazadas sobre mi vientre, veía hacia un crucifijo frente a mí que pendía de un clavo a la pared, escuché como Hilario oraba, empezaba con una lectura muy hermosa sobre salvar a una persona de la maldad a la cual según había estado destinada, pero que al final tenía ella el poder de decidir qué tipo de persona quería ser.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro, pues recordaba esa historia, pero enseguida unas manchas negras borrosas sobre volaban mi cama, poco a poco tomaban forma de un ave, parecían cuervos, sólo que estas tenían un ojo, el ojo era amarillo con unos toques verdosos, después abrían sus picos de los cuales salían gusanos. Hilario no los podía ver, pero yo sí, así que sólo trataba de relajarme, de no dejarme vencer por estas alucinaciones que me hacía ver el demonio.

El tercer, cuarto, quinto y sexto día perdí el conocimiento en un punto del rezo de Hilario; empezaba a recitar los pasajes bíblicos contra demonios, cuando tocaba mi frente yo veía que todo a mi alrededor se tornaba obscuro, pero Hilario documentó en video todo...

Cuando quitaba su mano dejaba mi frente marcada como si me hubiera tocado con fuego, se veía quemada mi piel, su mano era la causante, después yo hablaba en un idioma que desconozco, ni siquiera Hilario supo que idioma era, al articular palabra mostraba mi lengua como si de una víbora me tratase, extrañamente mi lengua llegaba hasta mi tórax, era tan larga y ancha que parecía de mentiras, mis ojos estaban rojos y mis pupilas dilatadas con un intenso negro, tenía ojeras muy marcadas, mi piel se veía seca y un poco más pálida. Se me observaba agresiva pero incapaz de siquiera dañar a Hilario, cada vez que intentaba tocarlo retrocedía gimiendo de dolor. Todo esto me pasaba en el momento que perdía el conocimiento. Después poco a poco iba tomando mi aspecto normal, para después despertar tranquilamente en mi cama y con un sabor a metal en mi boca, y es que dice Hilario que al hablar seguido mordía la gran lengua y me producía heridas ocasionando la salida de abundante sangre.

Los días restantes fueron peores, ya no perdía el conocimiento, todo lo que había documentado Hilario ahora lo presenciaba, las extrañas sombras de demonios caminaban todo el tiempo cerca de donde me encontrara, los cuervos siempre estaban sobre el respaldo de mi cama, en las ventanas, sobre la mesita de la alcoba y sobre volando la habitación.

Las hemorragias nasales se hacían presentes en cada sesión, un extraño dolor de cabeza me acompañaba todo el día, mis párpados los sentía pesados, algunas ocasiones intenté suicidarme, no es que lo quisiera hacer, pero mi cuerpo ya no me obedecía. Hilario me había encontrado desnuda en la bañera el día que por primera vez intente suicidarme; el agua cubría todo mi cuerpo, yo sólo rezaba porque Hilario llegara ya y me salvara, cuando llegó me trataba de levantar, pero no podía, y es que yo veía a un demonio que me empujaba para que muriera ahogada, pero al fin me soltó e Hilario pudo rescatarme, él jamás vio a ese ser que vociferaba una escalofriante risa por la escena.

La Confesión De Un Demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora