Capítulo 30 Mitad humano.

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Pensaba dejarla en el castillo, pero quería que estuviera conmigo cuando surgieran los demonios en la tierra. 

Necesitaba tocarla, estar cerca de ella y a la vez odiarla.

Llevo en brazos a Julieta, he llegado a uno de los portales por los cuales cruzarán los demonios, me mantengo atento a lo que pasa, pero alejado lo suficiente como para no llamar tanto la atención, —¡jah! Sonrío irónicamente el tan sólo pensar que eso será imposible con una humana protegida por mí.

Observo su placido descansar, es una dicha poder observarla; cada vez que me observa de esa manera tan intensa, tan enamorada...sé que no me ve a mí, sino a Jack. Aun confieso que me hace estremecer, son sentimientos que jamás había experimentado, nada me hubiera preparado para esto, pues ahora siendo mitad humano me he hecho débil, frágil ante el cariño y tal vez esto que siento es lo que llaman amor, algo que sin duda me puede destruir.

Mi lado humano estuvo despierto por más de cien años, estuvo manejando mi cuerpo, fui un demonio a medias, pues la mayoría de sus emociones no se comparaban a cuando fui realmente un demonio original.

Julieta, una simple mortal, una humana extraordinaria...aunque he despertado del eterno trance en el cual mi padre me indujo, los sentimientos por ti no los perdí. ¡Rayos! En el momento que escuche tu voz del otro lado de la puerta supe que había alguien muy especial para mí, cuando te vi por primera vez pude experimentar esas raras emociones que llaman los humanos "felicidad". Pero quiero que sepas algo, aunque te he dicho que no me llames Jack, <<beso su frente y contemplo su dormir>> sigo siendo yo, pero en mi verdadera forma.

—Necesitas deshacerte de esa humana— dice Astaroth sacándome de mis pensamientos. Se coloca por mi lado y se cruza de brazos mientras observa como atraviesan el portal los demonios.

—No...puedo— le digo en un susurro sin quitar mi vista del rostro de Julieta.

—Sabes que ella sólo era una herramienta para ponerte a prueba y para traerte de nuevo; ya ha cumplido su parte, ahora déjala libre— exclama Astaroth con un tono de molestia.

A lo que Astaroth se refiere es a un trato que hizo con un alma llamada Zönkâ, <<este era el nombre que poseía el alma cuando hizo el trato>> ella fue una mujer sanguinaria, provocó sufrimiento y no se arrepentía. Así que cuando murió fue llevada al plano infernal, pero tuvo la fortuna de nacer nuevamente en poco tiempo. Su nueva vida fue similar a lo que era, no había cambiado nada, seguía siendo la misma persona despiadada, pero con un tanto más de maldad en su alma. Murió joven y nuevamente fue llevada al plano infernal.

No paso demasiado tiempo y volvió a nacer, era afortunada, puesto que no paso demasiado tiempo en el mundo obscuro, en realidad no había recibido castigos, no había aprendido lo suficiente como para evolucionar y purificar su alma.

Nacida dos veces, extrañamente muy rápido, algo estaba mal, alguien filtraba su alma haciendo que esta regresará rápido a la vida. En realidad a mí no me importó nunca eso, pero Astaroth la estuvo observando durante demasiado tiempo.

Cuando descubrieron que un demonio encargado de ordenar las almas para su regreso a la vida estaba en complicidad con esta simple alma, no se pensó más y acabaron con la existencia de ese estúpido demonio, ¿y qué le paso a Zönkâ?, simple, el plano celestial nunca la admitiría por sus actos, el plano infernal la desterró, porque algo que respetan los planos son sus reglas impuestas hace millones de años; así que sólo se quedó penando, fue un alma atormentada, ya jamás podría volver a la vida, todo el sufrimiento que provocó lo tenía presente cada segundo de su eterno lamento.

La Confesión De Un Demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora