Capítulo 38 El castigo y la decisión.

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Amon

Se supone que los demonios son una especie de seres malditos que sólo vienen a perturbar a las almas humanas, esos que satisfacen sus necesidades diabólicas haciendo que haya maldad en los corazones y que termina por consumirlos en odio, avaricia y tristezas.

A veces el origen que tienes no te define en quién eres, pero si marca tu vida de una u otra forma.

Hace mucho tiempo se dice que un ángel fue creado a la semejanza del todo poderoso, se cuenta que ese ángel era hermoso y también era el consentido de su creador, pero como dije antes eso no te define qué es lo que eres... Pero tus actos si son lo que verdaderamente te definen.

Ese ángel hizo algo malo, pero... ¿malo para quién? ¿en realidad era malo lo que deseaba?

El ángel deseo algo más, deseaba que se cumpliera lo que la palabra semejanza significaba en todo su esplendor, así que su creador se molestó, quiso dejar bien en claro que no debían desobedecerlo... Lo que me recuerda a otro cuento, que es sobre Adán y Eva, pobres, fueron castigados, algo contradictorio a la infinita bondad con la que lo pintan al creador de ellos. Pero bueno, no nos desviemos del tema. El ángel fue desterrado a un plano que nació sólo para él y ahí pasaría el resto de su infinita eternidad hasta que...

Pero los misterios de ese cuento para niños nunca se sabrán, pues como lo dije, sólo son cuentos, que con el paso del tiempo se van distorsionando hasta llegar a ser una sarta de mentiras.

Probablemente jamás existió esa historia que hasta hoy se cuenta, probablemente sólo se necesitaba estar equilibrado este plano. Entonces se necesitó dos extremos, algo que pudiera mantener en constante movimiento, algo que no dejara derrumbar el plano intermedio, porque como sabemos, todo, he dicho TODO, necesita ser equilibrado para seguir avanzando.


—Y bien, aquí estoy— dice con una actitud de exasperación, —¿qué es lo me quieres decir, hermanito?— y de nuevo esa actitud burlona y molesta que suele mostrar Astaroth.

Llamé  a Astaroth para que se reuniera conmigo en mi castillo, necesito hablar con él antes de partir al plano intermedio.

Lo miro sin expresión alguna, lo que hace que se inquiete un poco, —sólo me quiero despedir— mi voz sale calma, lo que hace que lo deje aún más confundido.

—¿Des-pe...— pero lo interrumpe la presencia de Marduk, este va llegando con una sonrisa de burla iluminando su rostro demoniaco.

—Hey— dice Marduk agitando su mano izquierda en forma de saludo, —pero sigan, yo sólo soy un espectador— y se recarga con un aire despreocupado en la pared del castillo, cruza sus brazos por sobré su pecho y se dedica a observar el espectáculo.

Astaroth frunce su entrecejo mostrando molestia al momento que tensa su mandíbula, algunos chirridos salen de su boca y es por la fuerza que ejerce, lo que provoca que él mismo rompa su dentadura.

Suspiro frustrado por la interrupción de Marduk, pero decido continuar.

—Todos sabemos lo demasiado que aborreces a los humanos, así como también sabemos que siempre has querido despojar de su poder a nuestros padre, ahora creo que ha sido el momento para que obtengas alguna recompensa por tus esfuerzos que han sido en vano todos estos años— ironizo al hablar sin disimulo alguno.

La mirada de Astaroth que no deja de ir y venir con Marduk y luego a mí, haciendo que se vea reflejada una furia en sus ojos por ser tratado como un estúpido, a él le gusta tener el control y jamás tolera que le oculten cosas, menos si esas cosas tratan sobre él.

—Entonces deberías apresurarte en decirme la estupidez que te carcome por escupir— suelta con desprecio mientras empuña sus manos casi dejando blancos sus nudillos e inhalando pesadamente aire para mantener la compostura.

La Confesión De Un Demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora