Capítulo 8

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He corrido sin rumbo alguno y he acabado en la calle, al borde de las escaleras que dan a la entrada principal del centro comercial. Perfecto sitio para suicidarse, porque ahora mismo me quiero morir y no de una manera muy cómoda que digamos. Me acerco a las escaleras y me siento sobre ellas. Luego me tubo y me dispongo a rodar hacía abajo, de escalón a escalón. El dramatismo, se quiera o no, ayuda a ver la vida como una película, pero la cosa se complica cuando en la película eres tú la que acaba de salir corriendo por haber soltado una bomba de relojería de sopetón.

-1,2,3,4...- comienzo a contar cerrando los ojos con fuerza, aunque me voy a tirar sí o sí.

Me tiro pero al primer escalón me paro porque me he cagado de miedo. Casi me doy un coco. Dios que miedo, he estado al borde de la muerte en ese escalón. Es grande a pesar de todo. Debería parecer una croqueta rodante y loca tumbada en unas escaleras y meándose de miedo al primer escalón. Me río sola de mí misma solo de pensar en como me habrían visto algunas personas si hubiera pasado alguien. En ese momento distraerme y pasar de un estado de vergüenza a otro de hacer el ridículo sin que me importe que piensan, la segunda opción sonaba mejor.

- ¿Leah?- dice una voz masculina detrás mio. Bueno, detrás detrás..... No sé de donde viene porque aún estoy tumbada en los escalones, y mi campo de visión está limitado entre la caca de paloma que tengo junto a la cara. Estoy de cara a las escaleras así que puedo contar cada una de las hormigas que suben por la piedra del escalón. Espera. Hormigas.

-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AY!!!!!!!!!!!!!!!!!- grito mientras salto de golpe y estoy a punto de caer por una mala posición del pie, y habría caído de no ser por unos brazos que me han cogido de la espalda.

Me giro para poder quien me ha salvado de una verdadera muerte en unas escaleras, y cuando veo la cara de James, suelto un suspiro de felicidad.

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