Mi reloj de pulsera marca la hora de comer. Mamá debe de estar echando humos.
Ahora ya me he preocupado y se que no dejaré de pensar en mamá hasta que no la vea al entrar por la puerta. Cojo y me levanto, sacandome todos los cachivaches que tengo enchufados a mi cuerpo y me cambio la bata manta verde de hospital que me han puesto. Como Cameron haya ayudado a desnudarme para ponermela... No creo.Comienzo a andar lo antes posible antes de que ninguna enfermera me pare, mirando a cada pasillo por el que paso hacia todas direcciones. Como me vean saliendo de la camilla sin darme el alta me mataran las enfermeras mismas.
Cuando después de un cuarto de hora caminando sin rumbo, recorriendo todo el hospital como si fuera un laberinto, logro encontrar el ascensor, corro hacia él como una absoluta loca y pico a la planta baja . Por suerte, los ascensores de los centros médicos bajan a una velocidad que hasta marea. Estoy en la planta baja en menos de diez segundos. A unos pasos de la puerta, a punto de salir, una voz me frena en seco.
-¿Que estás haciendo?- pregunta Cameron detrás de mí, con cara de estar alucinando.
No le respondo, solo salgo por la puerta dándole la espalda mientras oigo sus apresurados pasos siguiendome. Consigo ubicar el lugar en el que me encuentro. Estoy junto a la plaza principal de la ciudad, a la que suelo ir aunque nunca había llegado a ver este hospital.
-Vuelve- grita Cameron todavía detrás de mí.
Me hago la sorda y acelero el paso, alejandome de la plaza y teniendo mi bloque al otro lado de la acera, pero de repente, me paro en seco, a punto de dar un paso, mis pies quedan en el aire y mis brazos se pegan a los lados de mi cintura, haciendo que me eleve en el aire sin poder salir corriendo o hacer algo.
- Malditos poderes sobrenaturales- le fulminó con la mirada. Jamás llegué a pensar que se atrevería a alzarme en el aire,aunque pueda hacerlo. ¿Cómo se atreve?- Bajame- le ordeno.
-Tienes que volver al hospital. Sigues mal. No puedes salir.
- Te he dicho que me sueltes.-Le estoy suplicando.
Ya estoy preocupada al ver que por la batalla verbal que estamos teniendo en la que ninguno vamos ganando, esta perdiendo el control de sus poderes y me balanceo levemente en el aire, sacudiendome, a punto de caer.
Al ver con su precioso ceño fruncido que temo por mi vida estando en el aire flotando, acaba dejándome en el suelo. Voy bajando muy lentamente hasta que acabo tumbada en el duro suelo. Me levanto de golpe y vuelvo a alejarme de él. Me doy la vuelta para ver si sigue detrás o me esta siguiendo, pero no lo veo. Vuelvo a mirar hacia el frente y me choco contra su pecho. ¿También se puede teletransportar?- ¿Para que te vas?- pregunta, claramente enfadado.
- No tengo razones para quedarme allí como una enferma.
-Sí las hay- dice señalando con el dedo índice mi hombro vendado sin llegar a tocarlo. Cuando el padre de Cameron, Robert creo que se llama, lanzó la botella de cristal a mi lado, cayó algún que otro trozo en mi brazo haciéndome heridas leves de pequeños cortes que me escuecen..... - Te lo hizo mi... - parece aterrarle la palabra que no acaba de poder decir.
-Sí. Me di una sorpresa cuando me topé con él y su cerveza en casa - frunzo el ceño, recordando lo sucedido, haciendo que se me erize el bello.
-No sabia que irías a casa. No es mi culpa que mi padre sea así. - Lo describe con cara de asco, como si se avergonzara de él. Yo también estaría avergonzada. Pensé que reaccionaria con un " lo siento, es culpa mia". Él habría dicho eso, pero le tiene tanto miedo a ese hombre que hasta sin tenerlo delante, al hablar de él, cambia.
Le abrazo con fuerza cuando imagino su situación en casa. Yo me he topado con él una vez y ya me ha dado más miedo que cualquier otra cosa que me haya pasado jamás, aun peor que el intento de abuso de James, y no imagino lo que debe de ser haber crecido con él. Mis padres a veces discuten en casa pero a mí no me usan como método de desahogo. El abrazo dura un largo rato hasta que me alejo de él.
-Te quiero- me vuelve a decir.
Yo también le quiero, pero no me creo lista para decírselo. Se acerca a mí hombro y lo inspecciona de cerca.
-Dejame mirarlo- lo examina y me echa un líquido transparente que no se de donde demonios ha salido. Me cura el hombro y la herida de nuevo y luego me conduce hasta un banco que hay en un callejón. Sí, bancos en los callejón oscuros, son ventajas de mi barrio. - Sé lo que estarás pensando. Pobre niño maltratado. No me miraras de otra manera, solo con pena. Pero no quiero eso Leah. No quiero que nadie haga eso. Te lo quería contar pero me cuesta hablar de mi padre. El típico borracho que se desahoga a golpes con toda su familia. Yo tenía un hermano mayor. No se si te acuerdas de él. Jacob Dessner. Él fue la primera víctima de mi padre, el que peor lo pasó y el primero que consiguió salir de nuestra infernal casa. - coge aire para continuar. - Era un crío Leah. Pensaba que me pegaba con motivo, porque me lo merecía. Sólo no entendía porque pegaba a mamá. Muchas veces me quedaba escuchando antes de que llegara a mi habitación. Años más tarde entendí lo que de verdad pasaba. Él era un puto borracho que nos pegaba porque sí, que me rompía la nariz o me hacía morados por los brazos por gusto. Yo era su saco de boxeo. Mamá denunció pero mi padre la amenazaba. Al final nos quedamos viviendo en casa aunque teníamos pensado huir. Yo voy a la casa en el bosque de vez en cuando para huir, pero mamá quiere quedarse en casa, para intentar tranquilizarlo. Ella lo quiere, Leah, a pesar de todo, lo quiere- derrama lágrimas y entierra su rostro entre las manos.
Me ha contado lo que tanto miedo le dio la primera vez que fui a su casa, lo que hizo que me echara. Más que miedo, es impotencia porque me dice que cuando él intenta hacer algo para defenderse, su padre va a por su madre. También dice que más fe una vez los vecinos denunciaron por oír ruidos en su casa pero que su madre mintió para ayudar a su padre voluntariamente.
Vuelvo a abrazarlo con fuerza, y le beso la mejilla que le sale entre las manos. Unas simples palabras como lo siento o no es culpa tuya no arreglaran nada ni le ayudarán a consolarse, solo le harán sentir como el chico que se hace pequeño caa vez que entra por su puerta, que le aterra entrar a casa a causa de lo que sabe que se encontrará dentro. Una de las cosas que más tememos es tener lo que nos aterra delante sin poder enfrentarnos a ello.
Le consuelo hasta que se calma del todo y me acompaña a casa. Me despido, y se va. No sé si le ha llegado su chaqueta por parte de su madre o no, pero solo puedo pensar, durante toda la tarde en Cameron, que se ha atrevido a contarme su mayor temor, a pesar de que no haya tenido otra opción de no contármelo.
Me ducho durante más de una hora, acabando con todos los ahorros de papá y mamá de golpe. Ha sido un día agotador. Me encierro en la habitación, sin haber rastro del mi hermano y miro mi móvil.
MEGHAN: 36 mensajes
Un día sin móvil y ya me esta colapsando el teléfono.
-Lo siento, he tenido una movida- le escribo, maldiciendome mentalmente por haber dicho una movida sabiendo que no le contaré nada.
Veo que escribe y antes de que pueda acabar, escribo sin razón. Desde que la he visto esta mañana en la parada del bus me he quedado un poco chafada por el echo de que no confíe en mi lo suficiente como para contarme que cada mañana se ve con mi supuesto novio. Me enfada que no me lo cuente y que lo tenga tan oculto que no lo sepa nadie, ni Pete, al que por lo que veo, no le cuenta nada. Mis dedos mandan el mensaje que he escrito sin pensar.
- Hoy te he visto en el bus por la mañana. ¿Dónde ibas?

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HIM
RomanceLeah es una chica de 15 años corriente, en un instituto corriente, con una obsesión poco corriente. Desde los 4 años esta locamente enamorada de Cameron Dessner, un chico de su clase que no es del todo un adolescente corriente, que trata a Leah com...