Instituto es igual a rutina normal. Dormilona en historia, no entender nada en mates y con suerte que en alguna de las lenguas acierte un ejercicio. Eso era mi día a día.
Dos días después de haber perdido mi virginidad, así voy a contar a partir de ahora cada día del año hasta que me muera, me levanté de mi cama con Camerón a mí lado con el que William había aceptado convivir por su propia seguridad. Me aseé, me vestí, hice la mochila que como de costumbre apenas pesaba medio quilo, y de la mano de mi novio, o algo raro, fui hacia el instituto, pasando de las miradas de todos los curiosos.—Nos miran— le repetía a Camerón mientras me apretaba la mano intentando transmitirme seguridad.
—Nos envidian— me corregía.Llegamos y comenzó la rutina. No hay mucha variedad de la que hablar. Meghan era mi única actividad social.
—¿Puedo ir al baño?— le pregunté al profesor de geografía levantándome sin que me respondiera.Fui al baño de chicas con el movil en mano, con la intención de quedar con mi querido novio, novio, novio, (no me cansaré de decirlo) ente clases, pero una compañía inesperada jodió mis planes impidiéndome mandar un mensaje antes de encontrarla. Julia.
Entró al baño y al momento le vi en la mirada que había venido a por mi. Como si no la hubiera visto, me giré para entrar al cubículo, pero su anorexico cuerpo aprovechó su peso pluma para correr a cerrar la puerta antes de que yo entrara.
—Leah, Leah,Leah.
— Realmente me conmueva que después de tantos años te hayas aprendido mi nombre.— en realidad, la vacilaba para demostrar mi valentía, porque tenía los nervios a flor de piel.
—No me vaciles y respóndeme. ¿Acaso sabes tú algo de Camerón?
Tragué saliva dejando a la vista el tembleque de mi garganta al dejar pasar la saliva. Sus huesudos brazos podrían hacerme verdadero daño. Mi seguridad física dependía de mi respuesta.
Si decía que si, recibía seguro, si decía que no, sabía que si. Habían dos opciones. O huir, o huir.
— Yo...— comencé, levantado el dedo índice a modo de distracción.
Corrí como en ninguna de mis clases de gimnasia había corrido nunca y aproveche la delgada figura de mi enemiga para escapar del baño a tiempo para coger ventaja en la persecución que iba a haber a continuación. Bendecí al dios en el que no creía por haberme decidido en ponerme las converse hoy en vez de mis tacones por los que se decantaba William.
—Corre guarra, que te pillaré igual.— escuchaba sus grititos a mi espalda mientras oía sus pisadas cada vez más cerca.
Tenía tengo y tendré muy poco fondo, así que comencé a pensar en la manera de descansar y huir de ella a la vez, así que aproveché una curva en uno de los pasillos para entrar en el gimnasio y esconderme de la enfurruñada loca.
Apoyé mi espalda en la pared recobrando el aliento poco a poco. Estaba a punto de aceptar mi recuperación y volver a clase, donde los profesores me mantendrían a salvo de la loca que querría matarme, pero solo salir por la puerta por la que había entrado, las violentad manos de Julia agarraron mi pelo.
—Ya eres mía— reía maléficamente, recordándome a Chucky el muñeco diabólico a la hora de matar. Siempre me había horrorizado aquel muñequillo, pero Julia había superado con creces aquel temor.
Me esperaba la peor paliza que me iban a dar en la vida, pero cuando esperaba el primer tirón de peli por el que me tenía sujeta, un disparo se oyó al fondo del pasillo. Las miradas de Julia y de mí se pusieron alerta.
—¿Q-que coño ha-ha sido e-eso?— preguntó cagada de miedo, estirando más de mi pelo por temor.
— Habrá sido alguien tirando alguna mesa o algo...— el siguiente disparo, que se detectaba claramente, dejó mi frase a medias.
Había sido un puto disparo. Mi pelo al fin fue liberado, y Julia se puso detrás mío como si fuera un escudo ante todo lo que le pudiera hacer daño.
—He pasado de ser tu saco de boxeo a ser tu escudo, grácias.
—Cállate la boca, por favor, porque he escuchado un puto disparo, un- puto- dís-pa-ro.
—No soy tonta,¿sabes?
Las cabezas comenzaron a sobresalir por las puertas del pasillo frente a nosotras, curiosas y preocupadas. Diversos profesores salieron de las clases y se reunieron a mitad del pasillo mientras los alumnos se miraban preocupados entre sí.
—Corre— oí en mi mente. Cameron.
—Tenemos que salir de aquí. —le dije a Julia, cogiéndola de la muñeca sin que se resistiera, y tirando de ella hacia la salida principal, que había en la planta de arriba.
— ¿Qué está pasando?Leah.
No respondía. Estaba muerta de miedo, resistiendo a que el miedo controlará mi cuerpo e impidiera que mis piernas reaccionarán. Pretendía comunicarme con Cameron, pero los nervios no me dejaban.
Apenas di unos pasos con Julia a cuestas, cuando miles de gritos se oyeron al final del pasillo, seguidos por miles de pasos de gente corriendo. Una marea de adolescentes y profesores aterrorizados corrían hacia las escaleras que había comenzado a subir para llegar a la parte de arriba.
Me quedé petrificada con los ojos como platos, mirando la multitud, buscando a Meghan, buscando a Cameron. La gente comenzó a subir las escaleras entre gritos y haciendo temblar el suelo. Los nervios hicieron que no pudiera dejar suelta a Julia por la fuerza que ejercían mis dedos sobre su muñeca.
—¡Suéltame idiota! ¡ Me van a matar! ¡He dicho que me sueltes! —Gritaba una y otra vez intentando liberarse de mis dedos.
Yo seguía con la mirada perdida, parada. Al fin logró soltarse y comenzó a correr junto a la multitud que sería capaz de matarme.
— ¿Qué haces parada?— no sé cómo escuché la voz de Cameron entre el barullo a mi alrededor, pero por suerte me hizo reaccionar. Cuando sus dedos se enlazaron a los míos y le miré, sentí que el miedo casi había desaparecido. Sólo casi.
Nos abrimos paso entre la multitud corriendo. Corría estirada por su mano.
—No te quedes atrás Leah, tenemos que salir.
—Meghan.
—Ya está en la salida.
Corriendo y corriendo llegamos a la salida, bueno, a unos diez metros de la salida acaparada de gente.
—¡Está cerrada!— gritó la voz de algún profesor.
—Estamos encerrados—me aseguró Cameron, abrazándome contra su pecho, intentando que no viera su preocupada mirada y escuchara su alterada respiración, pero lo vi. Vi el miedo en sus ojos y la perdición en su mirada mientras sentía la alterada palpitación del latido de su corazón.
Lo supe. Estábamos encerrados con alguien que había tirado un disparo en un instituto.

ESTÁS LEYENDO
HIM
RomanceLeah es una chica de 15 años corriente, en un instituto corriente, con una obsesión poco corriente. Desde los 4 años esta locamente enamorada de Cameron Dessner, un chico de su clase que no es del todo un adolescente corriente, que trata a Leah com...