Capítulo 52

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Quizás no hubo mucho que contar a partir del día en el que Camerón durmió conmigo, así que lo fui dejando atrás. De vuelta al instituto después de haberlo hecho por fin ( el amor con él). Sí, lo sé. ¿Cómo habrá llegado Leah a hacer el acto sexual, el amor, chingar o como se le quiera llamar a lo más bonito que me ha pasado en la vida? Estaba con Camerón durmiendo y de repente me levanté. No había nadie en casa. Ni siquiera él estaba acostado junto a mí. Con curiosidad por si me habían abandonado, levanté mi dolorido culo del colchón y anduve hasta el comedor, que estaba lleno de pequeñas velas esparcidas por el suelo que formaban una especie de semicírculos, entre los que quedaba un estrecho pasillo. Lo seguí sin conocer con certeza a dónde me iba a llevar, hasta que vi cómo La Luz de mi habitación, que estaba cuando me levanté totalmente a oscuras, estaba entonces encendida.Con mis calcetines de zapatillas y mi hermosa cara de momia por las mañanas, intenté prepararme para asustar lo mínimo posible a mi chico.
Decidida, entré en la habitación y las velas seguían tomando camino hasta mi cama, la cual rodeaban. No había nadie.
Me iba a dar la vuelta, cuando unos decididos brazos me agarraron la cintura por detrás y unos labios que mi cuerpo ya conocía con seguridad me besaba la cabeza.
—Buenos días, princesa.
— Princesa no se le puede llamar a una chica por las mañanas, Cameron. La palabra es —y me besó. Se atrevió a dejarme con la palabra en la boca, pero le perdoné por la sensación de necesitar sus besos tanto como necesito respirar.

En el momento, supe que esperaba que algo pasara y algo en la cama concretamente, que las velas rodeaban , pero me sorprendí a mí misma cuando sus labios comenzaron a besarme el cuello con decisión y sus manos iban bajando por toda mi figura, y mi cuerpo no tardó ni un minuto en rendirse ante su tacto. Sus dedos se colaron en mi camiseta hasta levantarla con cuidado y con mi permiso por gestos con la cabeza hasta que me quedé indefensa en sujetador ante él. Nunca había estado tan insegura y manca de protección delante de nadie, pero no me importó. Seguí el juego de sus besos y dejé que me tumbara en la cama bajo su peso mientras nada más parecía importar. Sus manos acabaron de quitarme el sujetador y posteriormente los pantalones hasta que su juego siguió dejándome sin nada más que mi inocencia, que se fue perdiendo en el momento en el que advertí su cuerpo desnudo. No me había dado cuenta de cómo se había ido quitando la ropa hasta que sentí su caliente piel sobre la mía, hasta que después de haberme cogido las manos y de haberme preguntado unas 100 veces si estaba segura, acabo entrando dentro de mi. Su boca en mi oreja, sus gemidos y su aliento rozándome la piel mientras sus movimientos me causaban una mezcla de dolor y placer que no podría explicar con palabras. Inigualable es la sensación en la que sientes que conectas al fin con quien amas y no sólo sentimentalmente, sino físicamente con sus movimientos, lentos y precisos.

Todo el conjunto fue perfecto y más cuando todo acabó con un intenso beso, largo y sincero que me dio a entender que lo que acababa de pasar no haría más que fortalecer nuestra relación.
—Te quiero—. Él te quiero más sincero que se puede oír me lo dedico el chico de mi vida a mi. A mí. La rara a la que nadie miraba al pasar.

Triste es que tras aquella mañana intensa y carnal, nada ha vuelto a ser lo mismo. Temo que  el café matutino que me bebía entre los brazos de Camerón sea el ultimo que tomaré, que los besos de aquella mañana sean los últimos que me darán, que la sonrisa que tenía dibujada todo el día sea la única que me salga de verdad. Todo eso, puede que sea la última vez que lo viva, ya que al siguiente día de instituto, todo se fue a la mierda, y no digo con Camerón. Al contrario. Él ha sido quien ha conseguido que siga con vida y no sea pasto de gusanos o de una muerte dolorosa, pero él es quien me ha de acompañar en los peligros que se que nos esperan.

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