Capítulo 38

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Así, tumbados mirando a la nada, estoy siendo abrazada por aquel con el que tantas veces soñé. Un sueño hecho realidad, que es interrumpido por un profundo suspiro por parte de él, Cameron Dessner, la única persona a la que de verdad he querido.

-¿Que te pasa?¿En que piensas? - le pregunto suavemente al ver su ceño fruncido.

- No es nada. Es sólo que, casi sin darme cuenta te he metido hasta el fondo en mi vida, y por egoísmo lo vas a pagar tú.

- No entiendo porque saber que no eres del montón me puede acabar haciendo daño- lo de que no es del montón, va para sus poderes, no para su angelical cara sobrenatural. Hemos preferido referirnos a poderes sobrenaturales con palabras más concretas y sutiles.

- Verás. ¿Alguna vez has visto Star Wars?- me pregunta.

- ¿La Guerra de las Galaxias?-¿ y eso a qué viene?

-Sí. Como sabrás, en esa película hay dos formas de emplear la fuerza, que son como mis poderes. Está el lado oscuro, en el que toda la energía que se posee es empleada para hacer el mal.

- Darth Vader- le digo, ya situándome un poco en el rumbo de la conversación. La verdad es que mi papa es aficionado, más bien fan, de la saga de la Guerra de las Galaxias, y me conozco más la saga de películas, que cualquier otra serie de dibujos animados. No tuve infancia.

-Exacto. Pues verás, yo soy del lado bueno. Mi poder solo lo uso para ayudar o en casos extremos en los que el mando de la tele esté demasiado lejos como para levantarme.

Comienzo a reír imaginandome a alguien tan vago que usa sus poderes levitatorios para no tener que levantarse. Así es Cameron.

- ¿Sabes que en verdad eso es como para llevarte a la cárcel con cadena perpétua?- le suelto, sin parar de reír como una loca.

Se une a mí en nuestra cómica situación, hasta que se acaba de secar las lágrimas y sigue con su discurso de Darth Vader y el mando de la tele, dos cosas que sigo sin entender que tienen en común.

- Siguiendo por donde iba... - se perdió.

-Hablabas de que lo peor que haces con tus poderes de Darth Vader es acercarte el mando.- Leah, no vuelas a reír.

- Ah... Sigamos. Lo que estaba diciendo es que yo no considero, ni me planteo hacer el mal ni una sola vez, mientras que hay otros que sí.

- ¿Hay otros?- le pregunto extrañada.

- Siete otros, concretamente.

-¿Los conozco?

- Un poco- dice, mirando hacía la derecha. Sí, los conozco.

-Nombres.

-¿De quien?- se hace el tonto.

- De los otros poderosos, mágicos, magos- me repito una y otra vez esa última palabra en mi mente. Magos. Ya sabía que yo que algo que saliera en las pelis tenia que ser real.

-¿Porque te los tendria que decir?- juguetea, enarcando una ceja y cruzando los fornidos brazos ante su pecho.

-Por no tener que sufrir un retorcijón de pezones giratorios.- grito, lanzándome encima suyo, provocando que se caiga al suelo de espalda y que este sentada sobre su abdomen. Noto las abdominales... Vale, esta escena es muy incomoda porque para retorcerle los pezones, intento sacarle la camiseta, y estando sobre él, eso no es que quede precisamente bien. Parece que estamos...

Me levanto de golpe y me pongo de pie. Con cara de asco, y cuando al fin Cameron deja de poner esa cara de interrogante y comprende porqué he reaccionado saltando de encima suyo después de que YO fuese la que me he tirado como una desesperada, me mira con cara cómplice. Una voz, que no es mi habitual subconsciente suena entonces en mi cabeza.

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