Es extraña esta sensación: poder escuchar, oír y sentir todo lo que pasa a mi alrededor sin poder reaccionar ante ello. Tirada en el suelo, con los párpados cerrados y sin fuerzas para abrirlos, sigo sintiendo como la puerta tiembla ante los golpes de el hombre que intenta entrar. Quiero gritar, salir de aquí lo más rápido que pueda y hacer como si este miedo que tanto me impide no existiera. Los gritos desde el otro lado de la puerta no cesan y mi cuerpo no reacciona.
-Vamos, Lea ahora no te puedes quedar así o te cogera. VAMOS!- me digo a mi misma.
No se lo que me pasa. Quizá el miedo me ha paralizado, y en reacción a la falta de sangre que he perdido por mi hombro he caído redonda al suelo. Dentro, estoy gritando y luchando por seguir a delante, mientras que por fuera sigo quieta. Ahora el hombre al otro lado de la puerta comienza a dar patadas. El suelo tiembla ante sus golpes y se oye como la madera de la puerta va cediendo cada vez más. Dentro de poco no habrá nada que interponga tener delante a ese hombre. No se como aun no se ha roto la mano o algo así. Ojalá le hubiera pasado.
Los temblores cesan y comienzo a respirar con dificultad. Dentro de nada estaré inconsciente del todo.
Oigo una puerta abriéndose de un portazo, seguida de un grito de chico, de enfado. Cameron. Que sea él porfavor.
Mientras rezo para que mi chico me rescate de las garras de su supuesto padre, trozos de madera caen sobre mi cara. El hombre ha roto la puerta. En escasos segundos, siento sus manos en mi pelo, intentando levantarme. Lo lleva claro.
- Se ha muerto del miedo- ríe estúpidamente.
Su tacto parece tener efecto en mi. Mis dedos de los pies comienzan a moverse, manifestando todo el movimiento que he reservado. Después, mis dedos de las manos se pueden mover.Mis ojos de entre abren dándome un poco de visión. El sonido de cristales rotos junto a mí oído provoca el derrame de litro y medio de cerveza en mi pelo. Ha roto la botella de cerveza junto a mí cabeza. Intento mover los labios pero aun no responden.
El hombre ya no está a mi lado. Esta con Cameron. Le ha cogido del cuello y le ha pegado en el estomago. Muevo la cabeza hacia ellos a velocidad de tortuga. La cara de preocupación de Cameron cuando se acerca a mí y me toca el hombro malherido, que hace que un doloroso ruido salga de mis labios alertando de dolor, es suficiente como para darme cuenta de que se cree que esto es culpa suya. Se culpa de todo y más si cree que he venido aquí porque se olvidó de la chaqueta. El padre de Cameron sigue en el suelo con gesto de dolor, sujetándose el estómago como si se fuera a caer en cualquier momento.
-Leah...- susurra cuando deja sus manos temblorosas en mi cara. Están ensangrentadas, de mí sangre, la que acabará por acabar conmigo coño no haga algo ya.
-¡Te odio!¡CABRÓN! - le grita a su padre, acercándose a él gateando dejando las marcas de sus manos rojas en el suelo. -¿Cómo te atreves desgraciado? - le mira con cara de asco.
-No sabia que tuvieras amigas tan buenas.
Cameron le contesta con una sacudida de piernas.Lo arrastra y lo lleva hasta un sitio que se va de mi campo de visión. Vuelve conmigo y me coge de la mano con fuerza, levantandome en sus brazos, dejando mi cabeza apollada en su pecho. Sentirlo tan cerca de mí, salvandome de todo me hace sentir segura hasta de la cosa más terrible del mundo. Consigo separar los labios y consigo decir:
- No es tu culpa. No te devolví la chaqueta - sonríe con tristeza y me besa la frente con amor, y se que piensa que es culpa suya.
- Te vas a poner buena. Estamos iendo con mi madre a su clínica. Tranquila, estaré contigo, no te dejaré nunca Leah.
Su tono me tranquiliza hasta que me quedo dormida, del todo.
Abro los ojos con fuerza mirando curiosa a la habitación blanca llena de máquinas en la que estoy. No recuerdo nada más que sangre, y dolor. Nada más.
Entonces, una rubia de ojos grises se acerca a la camilla en la que estoy tendida. No me ha dado tiempo a nada en cuanto me he levantado. Ni siquiera había notado los tubos que salen de mis fosas nasales o de mis muñecas.- ¿Cómo te encuentras?- me pregunta la mujer, con una carpeta y un boli en las manos y un uniforme de enfermera.
Los hospitales suelen tener perfectas vistas a la ciudad mientras que este lugar tiene ventanas negras, sin nada que ver a través de ellas.
-¿Que ha pasado? ¿Donde estoy?- pregunto intentando obtener respuestas de algún cartel en la pared.
- Te quedaste inconsciente por falta de sangre.- señala a la bolita que conecta con el tubo de mi muñeca llena de líquido rojo.
-¿Porqué perdí tanta sangre?- pregunto reincorporandome. Al apoyar los brazos en el duro colchón, siento una punzada de dolor en mi hombro, y caigo hacia atrás, soltando un sonido sordo, un grito ahogado. Todo vuelve a mi memoria con el recuerdo de la experiencia en la casa de los Dessner.
-Tú hombro. Lo tienes roto y agujereado.
-Lo recuerdo todo- le digo, con la nostalgia y la mirada perdida.
- Siento que hayas tenido que vivir todo eso... Cameron ya me lo ha contado todo.- dice la enfermera.
-¿Donde estoy?
-Un centro médico especializado.
-¿Especializado de qué?
- De la mujer.
- A mí no me han pegado ni nada por el....
-Mi marido- me corta. - Sé lo que te ha hecho y si fueras a un hospital en el que te harían lo mismo que te podemos hacer aquí, te harían demasiadas preguntas. Siento lo que te ha pasado Leah. Mi marido.... cuando bebe. ...
-Lo entiendo- respondo para que no se ponga tan nerviosa. Un marido que la pega seguramente tanto a ella como a su hijo. Normal que trabaje en un hospital para mujeres con casos así.
Me mira con ternura y dolor. Alguien sabe lo que pasa en su casa.
- No debes explicárselo a nadie. Hay veces en las que Cameron desaparece unos días a causa de borracheras de su padre. Y yo me encierro en la habitación esperando que todo termine. Jacob, el hermano mayor de Cameron se alejó de nosotros hace años por culpa de Robert y no le hemos vuelto a ver...- explica, derramando lágrimas mientras mira al suelo avergonzada.
A pesar de las muchas máquinas que me mantienen en la camilla consigo levantarme lo necesario como para poder abrazar a la mujer junto a mí, a la madre del chico del que he descubierto que su padre es un capullo.
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HIM
RomanceLeah es una chica de 15 años corriente, en un instituto corriente, con una obsesión poco corriente. Desde los 4 años esta locamente enamorada de Cameron Dessner, un chico de su clase que no es del todo un adolescente corriente, que trata a Leah com...