Capítulo 33

101 18 3
                                    

Puede que hayan pasado minutos estando junto a Cameron, pero a mí me parecen segundos. El leve dolor que siento en el hombro es lo que me hace volver a realidad y salir de la euforia que me llena por dentro cuando tengo mis labios junto a los suyos. Sin él no tendría a nadie. Me sentiría sola o pérdida. No puedo imaginar qué haría si Cameron desapareciera de la misma forma que lo hizo William... ¡WILLIAM! Le había olvidado, y seguro que lleva demasiado alchol en su organismo como para acordarse de la dirección de su casa, y intentar que no le pillen entrando. Lo tengo que encontrar.

Me alejo de Cameron y él me mira con dudas. No tiene ni idea de porque me he separado de él y porque me he comenzado a dirigir hacia el bosque, lo más rápido que he podido a pesar de mi rodilla malherida.

-Tengo que encontrarlo- me recuerdo a mí misma una y otra vez.- No sé puede perder.

-¡Leah!¿Donde vas? Espera- se acerca corriendo hacia mí y me coge por el hombro, y enseguida reacciono con un grito de dolor.- Lo siento -se disculpa.- Cómo entres allí, James te encontrará. No puedes. - me advierte.

Tiene razón pero, la pregunta es, ¿Y si esta detenido, o borracho o malherido o en las garras de James? No puedo dejarlo.

-Tengo que encotrarlo.- vuelvo a repetir, sin dar más explicaciones. Espero que note la desesperación en mi voz y me deje ir a buscarlo.

Acompañada de Cameron he buscado por todas partes pero no hemos encontrado ni rastro de mi hermano. Volvemos al coche después de nuestra búsqueda y ya está apunto de amanecer.

Cameron me ha curado el brazo cuidadosamente con un botiquín que llevaba en el coche, y ha pegado sus rosados labios a los míos una última vez. Al menos eso me ha provocado dejar de llorar durante un segundo.

El coche frena frente a mi edificio.

-Te acompaño- anuncia Cameron, cerrando su coche y ayudándome a caminar, a pesar de que hasta he corrido por el bosque sola.

En el espejo del ascensor puedo verme. Mi maquillaje corrido de una manera que parezco un mapache, el vestido roto y sucio. El pelo hecho un estropajo. Y mi piel sucia y llena de sangre y heridas leves. Me han visto así. Cameron me ha visto asi. Yo de él me traumaba. Parezco una maldita alcohólica.
Llegamos a mi planta, y junto al ascensor está William, sin restos de Louis, su disfraz. Me tiro a sus brazos a pesar de que esta hecho un desastre, peor que yo me atrevería a decir. Está agotado, se le ve en la cara y rn su posición. Esta estirado, apoyado en la pared sin moverse.

-Pensé que te había perdido- le explico al oído. Esta sorprendido por ni reacción al verme.

- ¿Aún eres virgen?- me pregunta, y serio.

-No. Lo hice sin querer con un policía, no te jode- ya está con su gracia.

-Ya me voy- comienza a decir Cameron detrás mío, sin apartar ni un segundo de William su mirada. Tartamudea y se despide con un rápido gesto de cabeza, nervioso.

Puede que haya reconocido a William. Lo conocía de antes de que se escapara.

William y yo planeamos como entrar a casa. Simplemente entro yo y él se queda fuera, si no hay nadie por el camino, le dejo entrar, pero si no, se quedará fuera. Mamá es capaz de estar frente a la puerta esperando.

Abro la puerta con las llaves, con cuidado y haciendo el menos ruido posible, pero mi característica torpeza provoca que se me caigan las llaves cuando las saco de la cerradura. El sonido del impacto contra el suelo resuena por todo el salón. Una luz se enciende, y el enfurecido rostro de mamá me mira de arriba a abajo.

-Un poco más pronto y llegas a medianoche - me dice.

-Lo siento. Pero mamá, soy adolescente y tengo que vivir la vida.- uso como excusa para evitar la pausa que se crea cuando me estudia de arriba a abajo.

-Apestas a alchol- arruga la nariz y se pone los dedos en ella para evitar exhalar mi olor.

-No tomé alchol. Es imposible.- miento bastante bien. Con suerte colará.

- Mañana ya hablaremos de tu retraso, ahora, papá y yo tenemos que hablar contigo de otra cosa.-su tono serio me confirma algo peor. Intento recordar todas las cosas malas que he hecho durante todo estas vacaciones, y mi cabeza busca escusas para cada una de las situaciones de la larga lista. Preparada.

Mamá va a la habitación y aprovecho para que William pase corriendo hasta mi cuarto.

-Leah, ven al comedor.- avisa la voz de papá, baja para no despertar a mis hermanas.

Me siento en el cómodo sofá blanco, con mamá en uno de los dos sillones rojos que tenemos a mi izquierda, y papá a mi derecha. Se miran, me miran y juegan con sus dedos.

- Vayamos al grano para no enrollarnos mucho. A papá le han despedido, y posiblemente no lleguemos a fin de mes a partir de ahora- anuncia mamá. La noticia me deja paralizada. Esperaba de todo menos que no llegara el dinero. Nunca pensé que sería posible.

-¿Porqué? - pregunto.

-No lo sé- siempre lo saben, pero nunca quieren que se sepa.

- Y tu madre y yo habíamos comenzado a buscar trabajo pero no encontramos nada hasta dentro se mucho tiempo. Demasiado como para no ganar un duro con el que mantener a una familia de cuatro. - esta conversación ya se va aclarando. No SÓLO quieren avisarme de los problemas económicos.

-Hemos pensado que podrías trabajar para ganar algo de dinero. Tu padre tiene un amigo que dirige un bar a las afueras y al que te ha contratado ya. Comenzarías en un par de días, y trabajarias durante los días que el amigo de tu padre dijese.- parece un buen trabajo, y juego con la ventaja de que mi jefe seria el amigo de papá. No quiero comenzar a trabajar con 15 años, pero prefiero eso a tener que vivir en la calle o no tener dinero para nada. Mamá es novelista y ahora se ve que está "en blanco" (según ella esa es la palabra para describir la vagancia de ocho meses sin escribir una sola palabra). Papá era bombero pero que yo sepa, en su trabajo le iba muy bien.

-De acuerdo- contesto tan rápido que se asustan de que haya tomado una decisión en cuestión de segundos.

Se quedan atónitos y se sonríen. Aún así, los párpados se me cierran de vez en cuando por el sueño. No encuentro la necesidad de hablar de eso por la madrugada después de un gran pedo.

-Buenas noches- susurro dándoles dos besos y iendo hacia mi cama.

-Buenas noches- me dice una voz desde debajo de la cama.

-Buenos días- le respondo.

O malos

HIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora