Capítulo 5

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―Despertaste ―dijo él.

―¿Qué me pasó? ―pregunté, confundida. 

―Te desmayaste. Ya llegamos, estaban bajando todos y te desvaneciste. 

―Qué horror. ¿Vos me ayudaste? 

―Tranquila, a veces pasa. Sí, ¿por qué?

―Me salvaste ―sonrío―. Otra persona para tu lista de salvados.

―No es nada, cualquier persona lo haría.

―Para mí es mucho y no, cualquier persona no lo haría. Gracias ―sonrío a modo de agradecimiento.

―Tenés razón, pero de verdad no tenés que agradecérmelo ―sonríe.

―Sí, tengo que hacerlo.

―Está bien ―ríe―. ¿Estás mejor? ¿Ves bien?

―Sí, eso creo. Me duele un poco la cabeza ―contesté un tanto confundida por la situación.

― ¿Querés agua? Tomá un poco, te va a hacer bien ―me aconsejó y ofreció su botella.

―Sí, gracias. De verdad ―la sujeté entre mis manos temblorosas y bebí unos sorbos largos.

―Tranquila, de a poco ―rio.

―Muchas gracias, en serio ―sonreí y se la devolví.

―De nada, ¿te sentís mejor?

―Sí, solo estoy un poco mareada pero ya se me pasará.

― ¿Querés levantarte?

―Sí, por favor.

―Te ayudo, con cuidado. Agarrá mi mano ―dijo él.

Alan

La levanté despacio y ayudé a que se parara. Sentí como apretó fuerte mi mano, me di cuenta de que no se sentía muy bien. Parecía tener miedo de volver a desmayarse o algo parecido. Por suerte estaba yo para cuidarla, aunque sea por un rato...

―Gracias, otra vez ―tomó mi mano lo más fuerte que parecía que podía, tratando de no caerse.

―No te preocupes ―dije con voz suave, tratando de calmarla―. Vamos a bajar del avión, ¿sí?

―Es lo que más deseo, sí. 

Amantes (En físico y en ebook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora