Capítulo 34

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Alan

La besé y me siguió el beso. Nos besamos, después de imaginar cómo sería por fin pasó y fue incluso mejor de lo que esperaba. Sé que a ella también le gustó como a mí, por eso se sintió culpable después. Si no le hubiese gustado se hubiese alejado y no lo hizo, me abrazó por el cuello y me siguió besando. Si tan solo no tuviera novio...Y yo no tuviera novia, claro. No le dije que estaba con alguien porque no quería que se sintiera más culpable de lo que ya se sentía. Qué rico besa y qué dulces son sus labios, no creo dejar de pensar en eso durante un largo tiempo. La vi alejarse casi corriendo y salí de Balls and Company. No quería ir a casa después de lo que había pasado, no sabía a donde ir. Pensé por unos segundos y se me ocurrió ir a lo de Michael, mi amigo de la infancia, el que me aconsejó siempre en todo y estuvo cuando lo necesité. Él conoce a Melanie y la quiere, no sé cómo va a tomar todo esto pero necesito una opinión de afuera.

Sarah

Salí de Balls and Company y me tomé el metro para llegar a la casa de Ana. Ya estábamos lejos del mediodía, eran las tres de la tarde. Mi viaje se basó en pensar en el beso que nos dimos con Alan, no lo podía borrar de mi cabeza. Se repetía una y otra vez, por más que intentara que no ocurriera. Al besarlo me olvidé de todo, hasta de mi novio falso Max. Menos mal que él lo nombró porque no quería quedar como mentirosa o que él creyera que me gustaba jugar con las personas. Sí, Max no era mi novio de verdad pero vi la foto que Alan tenía de fondo de pantalla del celular y estaba a pura sonrisa con una rubia. ¿Quién era? Seguramente la novia, así que era imposible lo que yo imaginara tener con él. Llegué a casa de Ana, toqué la puerta y Max la abrió. Me miró y se fue. Ok, genial. No progresamos nada en estas horas en las que estuve fuera.

―Hola... ―le dije, tratando de recuperar los ánimos pero no contestó―. Al menos podrías responderme, es simple educación.

―Bien, ahora soy maleducado también. Últimamente cada vez que abrís la boca es para decirme cosas hirientes, no sé qué es lo que te pasa conmigo.

―Perdón, yo no quise pero me molesta que no me hables. Ya me disculpé, sé que fue horrible lo que dije y en serio quisiera poder remediarlo pero me ignorás, me enoja y digo estupideces. Y no sé, la verdad que no lo sé.

―Estás actuando como una nena caprichosa, Sarah. Superalo, ya pasó. ¿No sabés qué te pasa conmigo? ¿Eso dijiste?

― ¿Yo estoy actuando como una nena caprichosa? Vos no me hablás, ignorás todo lo que te digo y además me tratás mal. Sí, eso dije. ¿Qué tiene?

―Sí, vos. Ya está, Sarah. Olvidate, no importa. Nada, no entendés nada se ve.

―Ay, me frustrás Max. ¿Qué no entiendo?

―Tengo que ir a trabajar, suerte Sarah.

―No, ahora decime. No me dejes así.

― ¿Y vos cómo me dejaste? ¿No lo pensaste?

― ¡Ya te pedí perdón! ¡No sé qué más querés que haga! ―respondí, indignada.

―Que no lo arruines más, si eso no cuesta tanto.

― ¡Está bien! ¡Lo voy a intentar! No lo hago a propósito.

―Si no gritás es mejor, gracias ―me dijo acercándose a mi oído.

―Uy, me estresás ―lancé un gruñido de frustración que pareció haberle hecho gracia porque se rió―. ¿Te parece gracioso? ¿En serio?

―De hecho, sí ―se rió sin disimular esta vez―. Ya, terminemos con esto. Te perdono, ¿tregua?

― ¡Al fin! ¡Sí! Tregua no, volvemos a ser lo de antes.

― ¿Y qué éramos antes? ―preguntó.

― ¿Amigos? ―indagué.

―Amigos...

―Sí...

―Está bien, amigos de nuevo.

―Amigos de nuevo, sí. ¿Te puedo abrazar?

―Qué cursi sos ―rió y asintió con la cabeza.

―Callate ―dije y lo abracé―. No vuelvas a pelearme otra vez, ¿entendido?

―No vuelvas a tratarme mal otra vez, ¿entendido?

―Entendido si vos lo entendiste.

―Sí, mujer. Lo entendí.

Amantes (En físico y en ebook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora