Capítulo 24

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―Ah, bueno. Yo pensé que era tu novio o alguien que te estaba molestando y por eso dije eso, para que se vaya. Ahora me doy cuenta que solo era un conocido tuyo.

― ¿Mi novio? No, para nada ―me reí―. Mi novio sos vos ―dije riéndome y le di un golpecito en el brazo―. Ahora, hablando en serio, gracias. Si hubiese sido alguien que de verdad me estaba molestando, hubiese funcionado. En realidad funcionó, aunque no me estaba molestando ni era un desconocido...Al menos no tan desconocido. En cuanto lo dijiste se fue casi corriendo ―volví a reírme.

Max

Tenía que arreglar lo que había dicho, mis celos momentáneos. Lo único que se me ocurrió decir era que yo pensaba que él era alguien que la estaba molestando y lo hice para protegerla. En parte era verdad, pero la otra parte era solo para que quien quiera que sea ese, pensara que Sarah no estaba soltera y que tenía a alguien. ¿Qué podía ser mejor que decir que era el novio? Así que lo hice, sin medir las consecuencias. De cualquier forma ella se lo creyó, por ahora por lo menos. Y como bien dijo, él también y no va a molestarla más. "Mi novio sos vos", esas palabras hicieron que mi corazón se acelerara, sonaba tan bien. Salí de mi burbuja y le contesté.

―Cierto, yo soy tu novio ―sonreí―. Y también me parece que se lo creyó porque se fue rápido ―reí y tomé un poco de mi trago para relajarme. Le entregué el suyo y ella me agradeció―. Creo que para demostrar que somos novios deberíamos, ya sabés, hacer lo que hacen ellos ―volví a tomar otro sorbo, para sacar los nervios por lo que había dicho.

Sarah

Ahora estoy más tranquila, entendí por qué Max hizo lo que hizo. Él solo quiso ayudarme con lo que podría haber sido una situación incómoda, era obvio que tenía que estarle agradecida por querer ayudarme. Actuó muy bien ese papel de novio y cuando me agarró de la cintura creo que Alan lo compró más. Tengo que admitir que cuando Max hizo eso, sentí como escalofríos y un cosquilleo dentro de mí. Era algo que no podía evitar ni controlar. Se sintió extrañamente satisfactorio.

―Pero si ya hiciste lo del abrazo y salió muy bien, no creo que haya que hacerlo otra vez. Quiero decir, no me molestó en lo absoluto pero me parece que ya entendió el punto, aunque no fuera la persona que pensabas que era ―dije y tomé un trago de mi bebida.

―Claro, igual yo me refería a otra cosa. No importa, si vos creés que no es necesario está bien.

―No estaría entendiendo otra vez, ¿a qué te referís exactamente? ―pregunté y volví a beber de mi copa.

―Hablaba de un beso ―dijo desinteresado y tomando su trago al segundo después de decir eso.

Volvía a no entender nada y los nervios estaban apareciendo otra vez. Abrazarlo era una cosa, pero ¿besarlo? Ya eso era muy distinto. No era como si fuera una tortura porque él era hermoso pero así, de la nada, no me parecía tan correcto. Sin darme cuenta, mi vista se posó en sus labios rosados y carnosos. Su barba le quedaba le quedaba tan sexy que empezaba a perder la cabeza, quizá por lo que había tomado, quizá por él. No sabía qué iba a contestar, porque lo pensaba era una cosa y lo que sentía o quería hacer era otra. Tomé otro trago más largo para intentar tranquilizarme y pensar con más claridad, aunque no creo que justamente tengan ese efecto.

―Yo...Creo que tengo que ir al baño, lo que tomé está haciendo efecto. ¿Sabés dónde está? ―pregunté, queriendo cambiar de tema.

―Sí, está allá ―contestó señalando hacia donde se encontraba el baño.

―Gracias, ya vengo ―dije y me fui directamente hacia allí.

Caminé hacia donde me dijo y encontré el tan deseado baño, obviamente era una excusa para escapar y ordenar mis pensamientos. Entré y empecé a pensar más todavía. ¿Qué se supone que debía hacer? Sabía que eso no era la gran cosa y la mayoría de las chicas dirían que sí sin dudarlo, pero yo no soy como todas y suelo pensar demasiado. Tampoco es bueno hacerlo porque quedo más nerviosa y dubitativa que antes pero bueno, así soy. Supongo que debería pensar en si quisiera besarlo o no. Me parecía muy lindo...pero no sé. Ugh, ¿por qué pienso tanto? Bueno, tenía que tranquilizarme. Inhalé y exhalé varias veces, tratando de encontrar la tranquilidad que tanto quería. Cuando conseguí calmarme al menos un poco, decidí salir y hacer lo que sea que se me salga en ese momento. Antes me miré al espejo y limpié el maquillaje corrido, era poco pero quería estar presentable toda la noche en lo posible. Me acomodé el pelo que mágicamente se mantenía como debía ser y volví a pintarme los labios de rojo, ya se me estaba yendo de a poquito por el trago que había tomado. Arreglé mi vestido y respiré fuertemente, salí del baño y empecé a caminar hacia donde estaba Max. Para mi sorpresa y debo decir que no grata, lo vi hablando muy animadamente con alguien. No podía distinguir bien quién era, claramente yo no conocía a esa persona si era de acá igual que él. A medida que me fui acercando, pude notar que era una mujer. Estaba lo bastante cerca de él como para irritarme, ella se reía y él también. Era lindo verlo así y notarlo relajado, conmigo se reía muy poco y sonreía a veces. Definitivamente no era de esa forma conmigo, ni mucho menos me dedicaba esas sonrisas que estaba teniendo con esa mujer. De repente, sentí como un pinchazo dentro de mí. No sé por qué, no sé a qué se debía pero lo sentí y no fue nada lindo. Tenía una mezcla rara de sentimientos y pensamientos que no lograba entender. No sabía si debía ir y hablar amablemente, esperar sola en donde estaba hasta que terminaran de conversar o ir y hacer lo mismo que hizo él más temprano. Me dispuse a hacer lo último, el corazón me latía cada vez más fuerte cuando me acercaba.

―Hola, mi amor. Volví ―le dije sonriendo y mirándolo a la cara, haciendo de cuenta que la mujer esa no estaba. Lo abracé por el cuello y noté que él se sorprendió.

Amantes (En físico y en ebook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora