Capítulo 17

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― ¿No querías un libro vos también? ―preguntó con el ceño fruncido.

― ¡Cierto! Se me olvidó por un momento.

―Cabecita de novio, vamos por él entonces.

― ¿Qué? ¿Por qué "cabecita de novio"?

―Así decimos en mi país cuando uno está despistado ―rio.

―Aaah ―sonreí de costado.

―Vamos, vamos. ¿Qué libro querés?

Prácticamente me había olvidado de todo, sigo sin entender por qué.  Fuimos por la biografía de Bruce Springsteen. Era mi ídolo y había leído en algún lado que iba a sacar un libro con su historia, entonces decidí ir a comprarlo sin dudarlo. Lo compramos y salimos de ese sector. En otro momento le hubiese invitado un café, pero estaba lo bastante avergonzado por lo que había pasado como para irme corriendo cuanto antes. De repente, sentí una vibración en mi bolsillo. Tenía un mensaje que me salvaría...si la suerte estaba de mi lado. Saqué el celular del pantalón y lo leí. Era Melanie queriéndome contar algo pero no por mensaje, ella quería hacerlo personalmente en nuestra casa. ¿Qué será? Ahora estaba intrigado.

―Tengo que irme ―dije, con firmeza.

― ¿Algún problema?

―No, todo está bien. Solo que tengo que irme a casa.

―Bueno, nos vemos otro día entonces.

―Dale, suerte.

―Igual para vos ―agitó su mano en modo de saludo y se alejó.

Sarah

¿Me pareció a mí o se fue casi corriendo? Raro. ¿Lo habré asustado? Desde que le dije que leo cincuenta sombras quedó tenso, ni idea. En fin, a volver a la casa de Ana que ya me hace ruido el estómago. Tengo ganas de comer papas fritas, amo la comida rápida.

Llegué a casa y me encontré con Max.

―Hola ―dije sonriente.

―Hola ―contestó con la formalidad que lo caracteriza.

― ¿Cómo estás? ¿Trabajando mucho?

―Bien, gracias. ¿Vos? Sí, como siempre.

―Todo bien, vine de la librería. Me compré unos CDs y un libro.

― ¿A cuál fuiste?

―Foyles. Quedé enamorada de lo bonita e inmensa que es.

Sonrió.

―Es una de las más bellas, según lo que dice la gente que va.

―Sí y es enorme. Hay libros de todo tipo, me encantó.

―Qué bueno. Ana vino recién a decirme que ya están por almorzar, imagino que tanto recorrer te habrá dado hambre.

―Gracias. Genial, sí. Tengo mucha hambre ―contesté y al segundo mi estómago rugió.

Rio.

Cuando no Sarah pasando vergüenza...Max me acompañó a donde estaban almorzando y los saludé a todos en general. Me acerqué a la mesa y había pescado rebozado y frito. ¿Pueden creer que también había papas fritas? Es como si Ana me leyera la mente otra vez. Feliz, me puse a disfrutar del exquisito plato. Terminamos de comer y vi como todos se levantaban e iban a otro lado de la casa. Mi instinto me hizo levantar mi plato, siempre había hecho eso en mi casa. ¿Por qué iba a cambiarlo acá? Fui hacia la parte de la cocina y saludé a los hombres que estaban trabajando ahí. Debo decir que se sorprendieron, ¿se supone que las personas que comen lo que cocinan ellos nunca vienen para acá agradecerles? No lo entiendo. Su comida es realmente rica y es cuestión de educación. Un "gracias" nunca está demás, no los hace inferiores, pero bueno...Supongo que así serán las cosas acá.

―Estaba delicioso el almuerzo ―dije y les sonreí.

Claramente no se lo esperaban pero sonrieron y me agradecieron.

―Muchas gracias, señorita ―contestó un hombre con un sombrero blanco, el cual usan todos los chefs.

―No es nada. Tenía antojo de papas fritas y el pescado estaba genial.

Rio.

―Me halaga que le haya gustado ―sonrió.

―A ver con qué me sorprenden la próxima ―dije y me reí.

―Usted lo dijo, es una sorpresa.

Vi que el hombre volteó la vista hacia la puerta. Hice lo mismo y vi a Max. Me giré de nuevo y miré al cocinero. 

Amantes (En físico y en ebook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora