― ¿Entonces? ―sonreí―. En mi país lo hacemos así algunos, yo te doy mi celular para que anotes tu número y vos me das el tuyo para que yo agende el mío. ¿Te parece bien? Quizá pueda ser descortés acá, te pido disculpas. No lo pensé así, lo lamento.
―No, está bien. No fuiste descortés en lo absoluto, tranquila. Solo que no entendía qué tenía que hacer yo, fue mi error ―contestó y me dio su celular finalmente. Tenía una foto abrazado con una rubia, los dos estaban sonrientes. Me sentí rara y lo dejé en la mesa.
―Uf, menos mal. Estaba muy rico todo, ya tengo que irme. ―dije levantándome lo más rápido que podía de la mesa―. ¿Dónde se paga? ¿Acá?
― ¿Ya te vas? Ahora llamo a la mesera para que te traiga la cuenta, sí.
―Sí, me deben estar esperando en la casa de Ana.
―Tu novio, claro.
―Exactamente, sí. Mi novio me debe estar esperando ―me volví a acordar de Max y otra vez me sentí mal, todo este tiempo había sido muy agradable pero ahora tenía que volver a la realidad.
―Entonces mejor no lo hagamos enojar, ¿no? ―dijo él con expresión seria.
―Ay no, mejor no ―contesté acordándome de hoy a la madrugada cuando él se enojó porque Alan me manchó el vestido.
― ¿Se enojó mucho por lo de ayer? ―preguntó.
― ¿Qué? ―respondí con cara de susto, como si él leyera mis pensamientos.
―Si se enojó mucho porque te derramé mi bebida sobre el vestido.
―Oh, eso. Eh...sí, un poco. Lo que pasa es que es como si yo no dejara de meterme en problemas, básicamente.
―Pero fue mi culpa, no la tuya.
―Pero yo debí haberme dado cuenta de que estabas concentrado en tus cosas y claramente te sobresaltaste por mí, lo que me hace culpable también.
―Es que apareciste con ese vestido que fue difícil no sobresaltarme.
― ¿Qué? ―pregunté, riendo.
― ¿Pensé para fuera, verdad? ―cuestionó, con una expresión graciosa en el rostro.
―Sí ―contesté y volví a reír―. Gracias por eso.
―Es la verdad, estabas hermosa ―dijo y me miró a los ojos.
―Te lo agradezco ―sonreí y miré para abajo, ruborizada―. Ya llegó la cuenta ―cambié de tema gracias a la mesera que me salvó y cuando saqué de mi cartera el dinero para pagar mi almuerzo, él me detuvo y quiso pagarlo. Obviamente me negué pero él insistió y tuve que aceptar. Tenía mucha vergüenza ya y él no parecía cambiar de opinión.
―Espero no te moleste que haya pagado tu almuerzo ―contestó.
―Si es solo el de hoy no me molesta ―reí y me levanté de la mesa.
―Entendido ―sonrió y se levantó de la mesa también.
―Gracias por todo, nos vemos pronto seguramente.
―Gracias a vos por compartirlo conmigo, seguramente sí. Nos hablamos para desayunar un día de estos, si te parece.
―Fue un placer. Me parece bien, sí. ¿Sabés dónde está el baño?
―Sí, dejame acompañarte. Está un poco escondido la verdad, te llevo así no te perdés.
―Ay, te agradezco ―sonreí y fuimos hacia el baño.
Alan
Todavía no podía creer que le había dicho que estaba hermosa. Quiero decir, sí que lo estaba pero no quería decirlo...o tal vez sí pero no debí. Lo bueno fue que no se lo tomó a mal, pensé que por su noviecito el tal Max iba a enojarse conmigo pero afortunadamente no fue así. Me enteré de que se enojó con ella porque yo sin querer tiré mi bebida en su vestido, ese hombre no entiende nada. Tendría que haber estado agradecido de lo que hice, tener cerca el cuerpo de Sarah y enojarse en vez de complacerla es ridículo.
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Amantes (En físico y en ebook)
RomanceUna historia sobre un amor prohibido, un pecado para muchos. En el mundo hay demasiada controversia acerca de la infidelidad. Algunos opinan que no está mal si en la relación en la que te encontrás no te hace feliz y otros que si estás con alguien y...