Capítulo 36

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―Oh, justo me preguntaba si tenía que lavar mi ropa y en dónde lo haría.

―Te leí la mente, cuidado con lo que pensás ―bromeó.

―Soy una mujer de pensamientos puros, no encontrarías nada malo ahí dentro ―mentí, acordándome de lo que había fantaseado con Alan.

―Ya lo veremos. Ahora necesito que me des lo que tengas para lavar.

―Sí, perdón. Ya vuelvo.

―Te espero.

Fui al baño a buscar el canasto donde había puesto el vestido y volví para con Max.

―Acá tengo.

―Mmh, el famoso vestido eh.

―Sh, no empieces.

―Solo iba a decir que te quedaba muy bien.

―Gracias. ―contesté y me ruboricé. Últimamente me pasaba siempre eso, qué incómodo―. A vos también te quedaban muy bien esos vaqueros. Mi pregunta es ¿cómo hacías para respirar con lo ajustados que eran? ―pregunté, divertida.

―Te lo agradezco, no sabía que mirabas...todo. La respuesta a tu pregunta seguramente la sabrás vos, digo...Ya que usaste un vestido tan ajustado ―contestó y me hizo reír―. ¿Qué pasó? ¿No sabés qué decir, eh?

―Callate, tenés razón ¿ok? Ganaste esta vez. Y sí, ya sabés que miro todo.

― ¿Todo todo? ―preguntó.

―Eh, ¿sí? ―respondí dudosa.

― ¿Debería sentirme un tanto intimidado?

―Ay no, tonto ―me reí y le di un suave golpecito en el hombro.

―Igual no me intimidas, mirá tu tamaño.

― ¡Qué malo sos! No soy tan baja.

―Como digas, medio metro.

― ¡Ya vas a ver! ―quise pegarle en el brazo de nuevo, pero esquivó mi mano perdiendo el equilibrio y caímos los dos al piso.

Max

Ana me había pedido que pasara por las habitaciones a recoger la ropa sucia y cuando llegué al de Sarah, la veo bailando al ritmo de una de mis bandas favoritas, The Killers. Hasta eso me gusta de ella. No, basta. Dije que no iba a verla más de ese modo, solo son fantasías mías. La halagué por su baile pero la tomé por sorpresa y le dio vergüenza. Parece una nena a veces, me da ternura. Fue a buscar al canasto y volvió con el vestido, ese que le quedaba tan bien y que el idiota de Alan lo manchó. Me acordé de ella queriendo besarme y por más ganas que yo tenía de hacerlo, no podía caer. Mezclar relaciones con trabajo no podía ser y nunca resultaba bien. Tuve que decirle que nos teníamos que volver para casa de Ana, pero ahora teniéndola tan cerca de nuevo no sé cómo voy a hacer para controlarme. Nos miramos por unos minutos, sentí su respiración agitada igual que la mía y acomodé un mechón de su cabello que tenía en el rostro. Su piel era tan suave como la había imaginado.

Sarah

Quedé debajo de Max, qué vergüenza. Noté como nuestras respiraciones estaban aceleradas, por la caída o por otra cosa que no sé. Acomodó mi pelo y sentí un cosquilleo en todo el cuerpo, no entendía bien qué era pero lo sentía. Nos quedamos mirando durante unos instantes, sin decir ni una sola palabra. Solo nos mirábamos a los ojos, después bajábamos a los labios y así sucesivamente. En ese momento se me vino a la cabeza las palabras que me dijo Max cuando peleamos más temprano, "¿qué te pasa conmigo?" y no pude responder esa pregunta ni en mi mente. No sabía qué me pasaba con Max, porque había veces que lo veía como el hermano mayor que nunca tuve y otras como un hombre realmente atractivo. No entendía mis sentimientos, pero tenerlo tan cerca causaba algo raro dentro de mí. Esta vez no me acerqué, no quería ser rechazada nuevamente como ayer. Max sí lo hizo, se fue acercando lentamente a mi boca y yo me quedé quieta, sin hacer ningún movimiento. 

Amantes (En físico y en ebook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora