Se empezó a reír fuerte.
―Otro chiste, perdón. Deberías ver tu cara ahora mismo.
Alan
Me miró con lo que parecía su peor cara seria y se fue a buscar el libro. La cagué. Creo que se enojó. Era embarazoso. Me acerqué a donde estaba ella y no sabía si hablar, pedir perdón otra vez o reír. Pensé que la última la enojaría aún más, probé con la primera. Ni siquiera se había dado vuelta a mirarme. Presentí que me había metido en algo feo. Yo y mi boca suelta.
― ¿Lo encontraste? ―pregunté, con un poco de miedo por su respuesta.
No contestó. Decidí volver a disculparme, quizás así calmaría su enojo.
―Te pido perdón si hice o dije algo fuera de lugar. Solo quise hacer una broma como estoy acostumbrado. Siempre soy así. No quise ofenderte ni nada por el estilo.
De la nada empezó a reírse con todas sus fuerzas. Realmente no entendía qué estaba pasando, algo de ayuda no me vendría mal.
―Un chiste, perdón. Deberías ver tu cara ahora mismo ―contestó ella, todavía riendo.
Oh, me había jugado una broma ¡y se la había creído! Nunca nadie me las había devuelto. Esto era raro y extrañamente divertido.
―Bien jugado ―sonreí.
― ¿Solo eso vas a decir? ¿Te comieron la lengua los ratones?
―Lo hiciste muy bien, te felicito. Estás aprendiendo del maestro. ¿Eso es suficiente para tu ego?
Rio.
―Por algo se empieza así que sí, es suficiente por ahora. Supongo que nunca nadie te devolvió las bromas por eso te pusiste de esta forma.
Ahora el que estaba colorado era yo, qué chica. Tenía razón pero no se la quería dar, otra vez no. Mucha humillación por un día.
―Claramente tengo razón, se nota por esto ―tocó mis mejillas suavemente.
Tragué saliva. No puedo explicar bien lo que sentí en ese momento. Fue raro. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y no entendía por qué. Sus manos eran tibias y pequeñas. Parecían de niña, eran tiernas. Lo único que pude atinar a hacer fue cerrar los ojos, no sabía qué estaba haciendo pero me dejé llevar.
―Yo, em... Ya encontré el libro.
En cuanto salí de mi hipnosis, abrí los ojos y la miré. Traté de parecer confiado y no nervioso o ridículo por no saber qué mierda acababa de hacer. Decidí dejarlo pasar, si no lo pienso no pasó.
―Genial. Vamos a pagar.
―Esperá ―dijo ella.
Debo decir que me asusté. No sabía qué iba a decir, qué pensaría de mí. ¿Por qué hice eso? Ni yo sé. Entonces, si me preguntaba, ¿cómo iba a hacer para contestarle algo que no entendía, eh? Traté de disimular y tomarlo natural.
― ¿Qué pasó?
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Amantes (En físico y en ebook)
RomanceUna historia sobre un amor prohibido, un pecado para muchos. En el mundo hay demasiada controversia acerca de la infidelidad. Algunos opinan que no está mal si en la relación en la que te encontrás no te hace feliz y otros que si estás con alguien y...