Capítulo 21

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―Voy a bañarme, te espero.

Al segundo que terminé de decir eso me di cuenta lo mal que sonó y lo que daba a entender. Estaba tan nerviosa que no sabía cómo arreglar lo que había dicho.

― ¿Qué? ―sus ojos se abrieron más que de costumbre.

―Quiero decir...me baño, me cambio y después te espero a que estés listo.

Traté de no trabarme, era un desastre. Seguro que toda mi cara estaba de un color rojo muy fuerte y notorio.

―Seguro termino antes que vos pero bueno, está bien.

―Eh...sí, puede ser. Ahora me voy.

―Muy bien, adelante.

―Gracias.

Subí las escaleras lo más rápido que pude. No hay un día en el que yo no pase vergüenza ¡y encima por mis propias palabras! Entré a bañarme y dejé que los nervios y la timidez se fueran con el agua. Cuando salí empecé a fijarme qué ropa iba a ponerme, tenía que verme presentable.

Max

Viendo que Sarah se fue prácticamente corriendo, decidí ir a bañarme yo también y elegir qué iba a usar esa noche para acompañarla. Cuando estuve listo, me quedé abajo para esperarla hasta que ella terminara.

Luego de unos minutos, la vi bajar por las escaleras y quedé impactado, estaba realmente linda. Llevaba su pelo castaño suelto con algunas ondas en las puntas. Sus ojos marrones se notaban más con esa línea negra debajo de ellos, sus pestañas tenían el triple de grosor que tenían normalmente y sus labios estaban más rojizos que de costumbre. Tenía puesto un corto vestido rojo, lo bastante ajustado como para marcar perfectamente sus atributos femeninos. No tenía gran busto pero sí lo necesario. Su delgada figura y sus piernas resaltaban llamando la atención, principalmente la mía. Llevaba unos tacos negros que la hacían unos centímetros más alta de lo que ella era. Cuando se acercó, su perfume me cautivó casi por completo. Olía exquisitamente bien, ese aroma dulce y aterciopelado me dejó en un estado de hipnosis en el que parecía no ser capaz de pronunciar ni una sola palabra. Recuperé el aliento y traté de disimular lo alborotadas que estaban mis hormonas.

―Wow. Estás muy linda ―dije mirándola de arriba hacia abajo.

―Gracias, vos también ―dijo y sonrió.

Sarah

Max estaba más lindo que todas las veces anteriores que lo haya visto. Su pelo rubio atado en un rodete y algunos mechones que se le caían en el rostro lo hacían ver increíblemente atractivo. Tenía puesta una remera blanca, que aunque no era ajustada resaltaba muy bien sus músculos, arriba de ella una chaqueta negra y se veía una cadenita plateada alrededor de su cuello. Los vaqueros color negro le marcaban muy bien sus piernas trabajadas ya que eran ajustados, mientras que yo trataba de que mi vista no fuera a otros lugares inadecuados. Llevaba unos zapatos color marrón claro con cordones, se veía muy bien. Yo esperaba estar a la altura de él. En cuanto se acercó pude sentir el aroma que se desprendía de su piel, una fragancia sumamente masculina y exquisita. Desde siempre tuve una debilidad con los perfumes de hombre, había algo en ellos que llamaba mi atención por completo. Salí de mi burbuja cuando Max volvió a hablarme.

― ¿Vamos? ―preguntó él.

―Eh sí, vamos ―contesté y traté de disimular mis pensamientos, como si él fuera capaz de leerlos.

Max y yo fuimos hacia lo que imaginaba era su auto y como todo caballero abrió la puerta de mi lado, le sonreí y entré. Se dio la vuelta e hizo lo mismo de su lado. Condujo un par de minutos y al llegar, volvió a abrir mi puerta y le agradecí. Antes de entrar vi la fachada del bar, era azul oscuro y se leía "The Grapes" en letras grandes y doradas. De los costados, sin tapar sus letras, colgaban macetas con hermosas plantas llenas de flores de colores azules, verdes y amarillas. Era muy pintoresco. Cuando entramos, noté los pisos de madera, muebles típicos y el ambiente de hogar que eran perfectos para las frías noches de Londres. La gente que iba seguido seguramente ni debía darse cuenta de lo lindo que era el lugar, concentrándose todos en sus conversaciones, los tragos, música o lo que fuere. El pub tenía una gran barra de madera con cualquier tipo de bebida que quisieras y muchas copas a su lado. También, alrededor de ella, había bancos de madera barnizados y cubiertos con una funda negra con flores doradas en ellas. Por otro lado, un poco más lejos de la barra, había mesas de madera con sillas del mismo estilo. Todo era así. Las paredes estaban pintadas de marrón oscuro. Estas tenían colgados cuadros con los menús del día o la noche y había otros con gente famosa que fue a ese bar, paisajes, caballos y obviamente con el nombre del lugar. Se podía leer "The Grapes" en varias partes del pub. Del techo colgaban lámparas pequeñas y medianas que daban la cantidad justa de luz requerida en esos sitios. Mi vista se iba a cualquier parte del bar, observando cada detalle con asombro y belleza, tan así fue que Max decidió comentar algo...

―Creo que a alguien le gustó mucho el lugar que elegí, ¿verdad? ―preguntó Max mirándome divertido.

―Es lindo, me gusta ―contesté con una sonrisa―. Gracias por acompañarme.

―Sabía que iba a gustarte, no es nada ―respondió y pude notar que se sintió un poco incómodo pero no supe la razón.

―Me gusta mucho ―dije y lo miré a los ojos mientras hablaba.

Amantes (En físico y en ebook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora