―No, tenés razón. Fue mi error. La próxima vez no voy a aceptar salidas de los huéspedes, quizás así pueda hacer bien mi trabajo otra vez. Aquí están las toallas, cualquier cosa que necesite sabe que tiene que tocar la campana y alguien más competente que yo va a venir a ayudarla ―dijo con dureza en su voz, apoyando las toallas en la cama.
―Max, yo...Perdón, no quise decir eso. Solo que me puse nerviosa por estar así en frente tuyo y dije cualquier cosa. De verdad lo lamento ―hablé con la voz más dulce y arrepentida que podía dar, pero no pareció ser suficiente.
―Con su permiso ―respondió y se fue.
―Max...
Sarah
Hablé sola porque ya se había ido. Y pensé que la había cagado antes, ahora nunca iba a perdonarme y con razón. Me enojé con él porque no tenía toallas en mi habitación y era por mi culpa, yo hice que estuviera horas afuera conmigo. Soy una estúpida, no sé cómo voy a arreglar esto. Ni sé cómo voy a poder mirarlo a la cara sin sentirme una egocéntrica mimada, ya me estoy pareciendo a las mujeres que toman el té acá y nunca agradecen nada dando todo por sentado. Tenía que hacer algo para que me perdonara, no podía quedarme así. Ahora, con las toallas suficientes, me dispuse a secarme como correspondía y busqué ropa de dormir para ponerme. Mi idea de pijama era una remera rosa bordada con una guarda de encaje en el final de ella, y otra en el cuello acompañada de un moñito color negro y breteles muy finitos, para abajo tenía un short con franjas blancas y rosas claras con estrellas pequeñas de color negro y el logo de VS entrelazado en gris. Ya era muy tarde...o muy temprano, en teoría. Habíamos llegado del bar y serían como las seis, yo estaba muy cansada y solo quería dormir. En realidad, quería arreglar las cosas con Max y dormir, pero no sabía cómo hacer la primera entonces me decidí por la segunda. Esperaba que eso me ayudara a ordenar la cabeza y despertara con ideas para recuperar su amistad o lo que sea que tuviéramos.
Max
"¿Es mi culpa que no hagas bien tu trabajo?" Esas malditas palabras quedaron grabadas en mi cabeza como un puñal en la espalda. Dolían demasiado, no podía olvidarlas y me encontraba frustrado por sentirme así. Nunca tuve que haber mezclado nada con ella, no tuve que dejar que fuera tan amable conmigo al principio, hacer que empiece a encariñarme con ella y cuando ya me tenía hacerme sentir como un triste sirviente que no vale nada. A partir de ahora todo va a ser diferente, no voy a olvidarme de que yo estoy trabajando en este lugar y que ella es una simple huésped, aunque para mí no lo sea. No más atenciones, no más salidas, no más nada con Sarah.
Sarah
Me desperté y vi mi celular para saber qué hora era, las 12 del mediodía. Había dormido como 6 horas y aunque había sido muy reconfortante, no se me ocurrió nada para hacer que Max me perdonara. Me levanté de la cama, fui al baño, lavé mi cara y cepillé mis dientes. Pensé que podía tocar la campana de servicio a la habitación así lo vería e intentaría hablar con él pero no, seguro le diría a alguno de los otros chicos que viniera. Eso no funcionaría, tenía que pensar otra cosa. Salí de mi habitación y empecé a mirar por todos lados a ver si lo encontraba, no había señales de él hasta que lo vi atendiendo a un huésped. Me acerqué lentamente, sin que lo notara, cuando vi que había terminado toqué su hombro y me sentí nerviosa.
― ¿Puedo ayudarte en algo? ―preguntó, con seriedad.
―Max, quiero pedirte perdón por lo que te dije hoy temprano. De verdad no quise ofenderte.
―Si no necesitas nada me retiro, con permiso ―dijo y se estaba alejando pero me paré en frente de él.
―No hagas esto, por favor. Admito que me equivoqué, ya me disculpé.
―Las disculpas no sirven de nada, así que si ya terminaste te pido que me dejes ir a hacer mi trabajo. Estoy tratando de mejorar ya que tuve quejas.
― ¿Qué tengo que hacer para que me perdones?
―Quiero trabajar, solo en lo posible ―contestó, con tono de voz frío.
―Bueno, creo que eso es imposible. Me voy a quedar acá hasta que me perdones.
―Vamos, Sarah. No seas infantil, déjame tranquilo. Tengo más huéspedes que atender, no sos la única en esta casa.
―Yo...Sí, tenés razón. Perdón, no quise interrumpirte. Me voy ―contesté con la voz apagada y me retiré.
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Amantes (En físico y en ebook)
RomanceUna historia sobre un amor prohibido, un pecado para muchos. En el mundo hay demasiada controversia acerca de la infidelidad. Algunos opinan que no está mal si en la relación en la que te encontrás no te hace feliz y otros que si estás con alguien y...