Busqué una vendedora lo más rápido posible. Si me atendían, él no iba a encontrarme. Una logró atenderme y me indicó que vaya a un probador desocupado. Yo le agradecí y fui con el vestido.
Me saqué las zapatillas, seguí por la remera roja de corazones, y terminé con el pantalón de jean. Una vez en ropa interior, agarré el vestido y cuando estaba por ponérmelo escuché una voz. Una voz familiar.
― ¿Te ayudo? ―escucho decir a alguien a través de la cortina.
―No, gracias ―contesto al vendedor.
―Te puedo decir cómo te queda el vestido.
¿Qué carajos? ¿Cómo sabía que me estaba probando un vestido? A mí me atendió una vendedora. Y ahí es cuando me cayó la ficha. No era ningún vendedor, era Alan. Que me reconoció y me siguió. Y no era para menos, lo había estado mirando con un hilo de baba un poco más.
― ¿Qué hacés? ¿Estás loco?
―Seguramente te queda brutal ese vestido, aunque seguro te ves mejor sin nada puesto.
Dios, encima lo que me decía. Al diablo, Max no se acordaba de nuestro beso, Alan no parecía amar a su novia. Estaba resentida. Me iba a arrepentir de eso pero al carajo. Abrí un poco la cortina, lo suficiente como para meter la mano fuera y arrastrarlo. Cerré la cortina y nos quedamos mirándonos, hasta que su mirada fue por todo mi cuerpo. Estaba viéndome en ropa interior y no podría estar más excitada. Tenía que admitir que siempre había tenido una fantasía con hacerlo dentro de un probador. Y si era con él, mejor todavía.
―No te puede quedar mejor ese conjunto, ya me está faltando el aire.
Reí.
―Vení que te doy respiración boca a boca entonces.
Lo agarré por el cuello de la camisa y lo empecé a besar. Él me siguió el apasionado beso colocando sus manos en mi cintura, atrayéndome hacia él. Sentí su erección sobre la ropa interior y lo único que pude hacer fue lanzar un gemido ahogado. Con una mano, empezó a tocarme suavemente allí abajo. Se me escapó un gemido y él sonrió.
Saqué su camisa, rompiendo todos los botones y escuchando como el ruido de ellos repiqueteaba sobre el piso. Besé su cuello. Saqué su cinturón, desabroché su pantalón y bajé su bóxer. Wow. Eso fue todo lo que pensé. No voy a dar muchos detalles porque me quiero guardar ese momento para mí, pero puedo decirles que nos dejamos llevar por la pasión y adrenalina que teníamos en aquel momento. Buscó en su billetera lo que imagino era un preservativo y sí, de hecho lo era. Se lo colocó y se hundió dentro de mí. Ambos gemimos, más alto de lo que esperábamos.
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Amantes (En físico y en ebook)
RomanceUna historia sobre un amor prohibido, un pecado para muchos. En el mundo hay demasiada controversia acerca de la infidelidad. Algunos opinan que no está mal si en la relación en la que te encontrás no te hace feliz y otros que si estás con alguien y...