Capítulo 30

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Max

No quería tratarla mal pero era la única forma de que se aleje. No iba a permitir que me tratara como un estúpido mucamo y después viniera a pedir perdón como si nada, conmigo no.

Sarah

Eso dolió pero tenía razón, sigo interrumpiendo su trabajo. Mejor me olvido de intentar recuperarlo. El estómago ya empezaba a hacerme ruido pero no quería comer allí, no me sentía bien sabiendo que él estaba ahí enojado por mi culpa y no quise empeorar las cosas. La mejor opción por el momento me pareció salir y comer afuera, iba a ser la primera vez en todo el tiempo que llevaba en Londres que salía a probar una comida que no fuera hecha por los cocineros de Ana. Ya habían pasado varias semanas desde que estaba fuera de mi país, prácticamente ya iban cerca de dos meses. Era increíble lo rápido que había pasado el tiempo. Fui otra vez a mi habitación porque de lo triste que estaba se me había olvidado que seguía en pijama a las 12 y 30 del mediodía, la definición de vaga. Abrí mi cajón y saqué de allí una remera de mangas cortas azul con la bandera de Londres y un pantalón de jean oscuro elastizado. Busqué de debajo de la mesita de luz mis sandalias negras y me las coloqué. Quería cubrir mi cara de trasnochada, entonces decidí que era buena idea un poco de maquillaje. Un poco de delineador negro en los ojos, base en el rostro y mi labial favorito rojo en los labios. Encontré mi perfume donde lo había puesto desde que llegué y dejé que cayera como suaves gotas de lluvia por todo mi cuerpo. Me até el pelo en una colita alta, agarré mi cartera donde tenía mis llaves, dinero y mi celular. Salí de la habitación, bajé las escaleras y me fui de la casa...al menos por unas horas.

Alan

Había peleado con Melanie y quería salir a despejar mi cabeza, era la primera vez que había sido así. Nunca tuvimos peleas pero últimamente eran cada vez más constantes y no sabía cómo arreglar la situación. Era aproximadamente la una y me fui al lugar de siempre a almorzar, no podía seguir en casa después de discutir con ella. Me encontraba parado en la entrada de Balls and Company. Entré, encontré una mesa libre y me senté. Estaba leyendo la carta cuando siento que tocan mi brazo, me doy vuelta y la encuentro a Sarah otra vez. Qué coincidencia encontrarla de nuevo.

Sarah

Después de caminar bastante, encontré un lugar que llamó mi atención. Se llamaba Balls and Company. Cuando entré noté que era muy hermoso y amplio. Las paredes estaban pintadas de color negro con figuras abstractas en ellas. Lámparas marrones colgaban del techo del mismo color, mesas de madera preparadas con copas, servilletas y cubiertos acompañados con sus respectivas sillas. Una barra inmensa donde los clientes iban a buscar sus pedidos y personas esperando ser atendidas, hablando entre ellas, riendo y en otros casos con computadoras trabajando. Mientras caminaba para llegar a dicha barra, me pareció ver a alguien conocido. Efectivamente sí, era Alan. Cada vez me lo encontraba más seguido, en cualquier lado al que yo fuera. Me causaba risa. Toqué su hombro y al darse vuelta me miró con sorpresa y alegría al mismo tiempo.

― ¡Hola! No puedo creer encontrarte de nuevo ―dije y sonreí.

― ¡Hola, Sarah! Ni yo, qué casualidad. ¿Cómo estás?

―Totalmente, bien ¿y vos? Paseaba un poco, me di cuenta que desde que estoy acá nunca había salido a comer afuera y tuve que hacerlo.

―Igual. Me parece bien, este lugar es uno de mis favoritos para almorzar.

―Qué bueno, entonces supongo que no habré elegido mal ―me reí.

―Seguramente no, ¿qué vas a pedirte?

―Todavía no sé, ¿vos?

―Tengo la carta, podés elegir algo de ahí y depende lo que sea te lo traen a tu mesa. Si no, vas a la barra y esperás tu pedido ahí. Yo voy a pedir carne con guarnición.

―Aaaah, gracias por decirme cómo se manejan acá porque probablemente iba a hacer cualquier cosa. Qué rico, yo creo que voy a pedir lo mismo.

―No es nada ―sonrió―. Es una delicia, te lo recomiendo. Tenés gran variedad de guarniciones pero yo voy a elegir papas al horno.

―Suena delicioso. Eso es genial, yo quiero con arroz...Sí, ya decidí.

―Muy bien, para pedir carne tenemos que ir a la barra.

―Oh, entendido. Bueno, un gusto encontrarte otra vez ―lo saludé con un gesto de mano y me di la vuelta para ir directamente a solicitar mi almuerzo.

―Esperá, te acompaño si no te molesta. Yo también tengo que ir allá igual.

―No es molestia, para nada. Cierto, está bien ―me reí.

― ¿Te parece si yo pido la comida y vos te sentás en la mesa así no la ocupan?

―Me parece, sí. Muy bien pensado ―sonreí.

―Gracias, carne con arróz para vos y carne con papas al horno para mí entonces ―sonrió.

―A vos, exacto. Me voy para allá entonces ―dije señalando la mesa y noté una sonrisa de su parte antes de yo dirigirme hacia ella.

Amantes (En físico y en ebook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora