Segunda semana

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Cuando llegué el lunes al trabajo Elena me hizo millones de preguntas sobre Eric, quien era, dónde lo había conocido, a que se dedicaba, que si es de fiar, etc, etc.. Me hizo gracia porque me recordó a mi madre preocupándose por mí. Me dio consejos y que si necesitaba hablar con alguien que contara con ella para todo, en vez de mi jefa se está convirtiendo en mi amiga. También me pidió disculpas por el comportamiento de Rubén, estaba de malas porque no quería ir con ellos, que tenía planes con los amigos, y según él eran unos corta rollos.

Después de darle el desayuno a Álvaro, nos fuimos al patio a jugar un rato, ese día me llevé el biquini por si al peque le apetecía meterse en la piscina, dicho y hecho, estuvimos un rato en la piscina jugando a la pelota, a encontrar juguetes debajo del agua.

- ¿Chloe tu sabes tirarte de cabeza? – me pregunto agarrándose a mi.

- La verdad es que no, nadie me ha enseñado. ¿Tú sabes?

- No – dijo negando – pero le podemos pedir a Rubén que nos enseñe, él sabe, y lo hace muy bien.

- ¿Qué es lo que vais a pedirme? – me di la vuelta cuando escuché su voz, y allí estaba con un pantalón de chándal y camiseta sin mangas, vaya brazos.

- Chloe no sabe tirarse de cabeza, ni yo tampoco, ¿nos enseñas? – le pregunto acercándose al borde de la piscina.

- Chloe no creo que quiera que la ayude, enano.

- ¿Por qué? – preguntó confundido.

- Preferirá a su amigo el de ayer – dijo esto mirándome.

- Pero su amigo no está aquí, por fi por fi Rubén.

- ¿Tú no me lo pides Chloe? – preguntó sonriéndome.

- ¿Puedes enseñarnos a tirarnos de cabeza? – pregunté acercándome al borde de la piscina también.

- ¿Qué más?

- Por fi por fi – dije imitando a Álvaro.

- Voy a por el bañador y vuelvo enseguida.

- ¡Bien! – dijo el pequeñín, se le veía contento, no podía negarme a que nos enseñara, además una parte de mi estaba deseando volver a verlo, necesitaba una explicación al mensaje de anoche.

Mientras venía, nosotros seguimos nadando por la piscina hasta que lo vimos entrar a la piscina.

- Soy un profesor estricto, debéis hacerme caso en todo – dijo mirándonos a ambos.

- Si profe – dijo Álvaro siguiéndole el juego.

Estuvimos media hora intentando tirarnos de cabeza, bueno intentándolo yo porque Álvaro lo cogió pronto y después de varios intentos lo hacía perfectamente, pero yo.. soy una negada para ello.

- Enano, parece que a tu amiguita la voy a tener que suspender, ¿no te parece?

- Oh..Chloe no has aprendido.

- Lo sé peque, no soy buena en esto

- ¿Y en que eres buena? – me preguntó con una sonrisa burlona.

- En otras muchas cosas – dije mientras sacaba a Álvaro de la piscina.

- Pues.. ¿Por qué no me las enseñas y así no te suspendo? – dijo saliendo de la piscina él también.

- Si, enséñaselas Chloe – dijo Álvaro animado.

- Ya veremos – dije mientras le secaba el pelo – vamos a cambiarte y voy a preparar la comida que ya mismo son las 2.

Dejé a Álvaro en el salón viendo dibujitos mientras yo hacia la comida y en ese mismo instante entró Rubén a la cocina.

- ¿Qué tal el fin de semana con tu amiguito? – preguntó mirándome fijamente.

- ¿A qué vino el mensaje de anoche? – le pregunto yo.

- A que me parece que eres más suelta de lo que creía, no llevas ni una semana aquí y ya estas abriéndote de piernas.

- ¿Y tú quién te crees que eres para soltarme esto? – soy buena pero cuando me enfadan saco todo lo malo fuera y no puedo controlarme.

- Yo suelto lo que me da la gana y a quien quiero. No va a venir una niñata a mi propia casa, llevándose un pastón de mis padres para la mierda que hace aquí.

- No tengo porque dar explicaciones de lo que hago o dejo de hacer y menos a ti que no te conozco de nada, ¿qué te crees que por que me acompañaste el otro día a mi casa iba a estar esperándote como una tonta?

- Yo de ti no quiero nada, que te quede bien claro. En todo caso un polvo, pero no me gustan las chicas que están usadas por unos y por otros. Porque tú tienes toda la pinta, pareces buena pero después eres una guarra.

Y hasta ahí llegó mi paciencia, le dí una bofetada en la cara y me encaré a él.

- Que sea la última vez que me diriges la palabra, me pagan por cuidar a tu hermano, no por tener que educarte a ti.

Me di la vuelta y seguí haciendo la comida, escuché la puerta principal cerrarse fuertemente, no pude reprimir las lágrimas y las dejé salir. ¿Por qué me afectaba que me dijera eso? No lo conozco de nada para que me importe. Es un niñato creído que se espera que todas babeen por él y yo no soy como las demás. 


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Hoy he subido capitulo doble porque seguramente hasta el jueves no pueda subir nada por el trabajo

Os dejo una foto de Rubén, así me lo imagino yo. 

 

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Gracias por seguir leyendo. 

*-*

Sueños alcanzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora