Vergüenza

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Pasó una semana, estábamos a viernes, con Eric todo volvió a su cauce, estábamos bien, como si nada hubiera pasado, en más de una ocasión me carcomía la culpa, le había sido infiel, intentaba no pensar en ello, pero me costaba, y Rubén no me lo ponía nada fácil, llegaba todos los días tarde, en más de una ocasión borracho, en una de ellas por poco no se cae por las escaleras, y porque dio la casualidad de que yo bajaba y lo agarré, pero me empujo y me dijo que no volviera a tocarlo, y no lo hice, ni lo miré. Álvaro me miraba con cara de asustado, y más de una vez lloró. Por eso mismo no me aguanté más, ese día Rubén estaba en casa, dejé al peque en el salón viendo la tele y fui a su habitación. Abrí la puerta y pegué un portazo, él estaba en la cama tumbado, en bóxer, con el móvil en la mano.

- ¿Qué coño haces? – preguntó mirándome mal.

- Levántate, que son las 12 de la mañana. Y llevas una semana que debería darte vergüenza – y en ese momento se echó a reír.

- Habló la que le pone los cuernos al novio. ¿No te da a ti? Mirarle a la cara y no decirle nada.

- ¿Y tú qué sabes?

- Sé que no le has dicho nada, pero bueno no es mi problema.

- Te lo repito, levántate, y ve abajo con tu hermano, es un niño Rubén, y lo está pasando mal, el otro día me preguntó que si su hermano no lo quería, déjate de tonterías y demuéstrale que su hermano mayor está ahí para él. Una vez me dijiste que él era la persona que más te importaba, demuéstralo, y deja de lado lo que pasó entre nosotros.

Se quedó callado, me di media vuelta y me fui. Bajé y decidí llevarme a Álvaro al parque del barrio, estaba lleno de niños de su edad y eso le iría muy bien. Mientras lo veía jugar una chica más o menos de mi edad se acercó a mí. Se llamaba Paula, su hermano era el niño que estaba jugando con Álvaro, vivía en frente de Alfonso y Elena, conversamos durante un largo tiempo, me cayó bien, nos dimos nuestros números de teléfono, por si un día me apetecía tomar algo con ella y sus amigas, pero la voz de Álvaro nos interrumpió.

- ¡Rubén! – gritó emocionado corriendo hacia él.

- Enano – dijo este cogiéndolo en brazos.

- Se parecen mucho – dijo Paula.

- Si, son como dos gotas de agua.

- ¿Te llevas bien con Rubén?

- Nos llevamos que ya es algo – dije riéndome - ¿lo conoces bien?

- Íbamos al mismo instituto, antes si nos llevábamos bien, hasta que se acostó con una amiga mía y al día siguiente la mandó a paseo, desde siempre ha tenido a un montón de chicas locas por él y lo aprovecha.

- No me sorprende escuchar eso – dije mirándolos ambos.

- Es un chico malo, ya lo iras conociendo y conociendo su historia.

- ¿Tiene una historia?

- Si, y no es que sea muy buena... Debo irme mis padres estarán al caer. Nos vemos Chloe, espero que nos veamos pronto.

- Claro que si – dije sonriéndole.

Me acerqué a los chicos para decirles que debíamos volver, que era la hora de comer. Ellos asintieron y me siguieron, seguían jugando por el camino, y me alegré al notar que Rubén dejó de lado nuestras diferencias.

Mientras quitaba la mesa y fregaba los platos, Rubén entró a la cocina.

- Si quieres puedes irte ya, me quedo con él.

- No importa, me quedan 15 minutos, termino la cocina y recojo un poco.

- Esta bien.. Gracias por decirle lo que le dijiste, me lo ha contado.

- No tienes que darlas. Por cierto, me gustaría llevarlo a algún parque acuático, por si quieres acompañarnos, no me gusta que esté siempre aquí metido, debe relacionarse con los demás niños.

- Si claro, tienes razón. Cuando sea me lo dices – y se fue de la cocina.

Cuando salí, allí estaba Eric esperándome, volvimos a la rutina en la que él me recogía todos los días a la salida, y pasábamos un rato juntos hasta que volvía a trabajar.

Por la noche tenían un pequeño concierto en un bar al aire libre, iríamos a verlos y después querían ir a una fiesta de una discoteca que había cerca de allí. Y allí estaba yo, apoyando a mi chico, las amigas de Eva también vinieron, estuvimos charlando mientras esperábamos que los chicos comenzaran a tocar. Llevábamos varias cervezas, la noche prometía, no sabía cómo íbamos a acabarla.

Tres horas después estábamos en la puerta de la discoteca, esperando para entrar, Eric no paraba de abrazarme y de besarme el cuello, llevaba unos días muy mimoso.

- Esta noche dormimos juntos, no te me vas a escapar- susurró en mi oído.

- Te lo tendrás que ganar, ¿no? – le pregunté pegándome a él.

- Me lo ganaré, te lo aseguro – dijo antes de morderme el cuello.

Una vez dentro, nos dirigimos a la barra para pedir unas copas, los chicos se encargaron de pedirlas, querían ser caballeros, por lo menos eso decía Rafa, y ahí estaba Eva embobada mirándolo. Quien iba a decir que mi prima la alocada iba a sentar la cabeza aquí.

Pasamos la noche todos juntos bailando pasándolo bien, los chicos se fueron fuera de la discoteca para poder fumar, algunas de las chicas los acompañaron, yo me quedé allí sin dejar de bailar, junto con Eva y varias más, estaban desfasadas y yo me reía al verlas.

Noté unas manos en mis caderas, agarrándome fuertemente, pegando sus caderas a las mías, mientras me acariciaba la nuca con su nariz, pasé mis manos por su nuca pensando lo juguetón que estaba Eric.

- Me encanta que me agarres así – susurró en mi oído.

 

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¿Cómo les fue la semana? 

¿Les está gustando?

GRACIAS a tod@s los que leen Sueños alcanzados y sobretodo a aquellas que me comentáis

Besos y abrazos

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