Otra vez

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Cuando bajé al portal ahí estaban esperándome en el coche, Rubén, que me sonreía desde el asiento y Álvaro, sentado en el asiento de atrás, su cara era de felicidad.

- Buenos días muñeca, ¿preparada? – preguntó mientras me abrochaba el cinturón.

- Preparadísima, ¿y tú peque? – le pregunté a Álvaro dándome la vuelta.

- ¡Siii! – gritó aplaudiendo.

Rubén y yo nos reímos al verlo tan ilusionado. Pasamos el camino desde mi casa hasta el parque cantando canciones y bromeando. Cuando llegamos Álvaro estaba unos pasos más delante de nosotros y dando saltitos.

- Enano no te alejes mucho, ven aquí.

- Esto deberíamos haberlo hecho antes Rubén, míralo que contento está.

- Si, mi madre es muy protectora con él, y no entiende que es un niño, necesita relacionarse con otros niños y hacer actividades de este tipo.

- Tengo una pregunta..

- Dispara muñeca.

- ¿Por qué si la mayoría de las veces estas en casa buscaron a una niñera?

- Mi madre no se fía de mí, piensa que voy a volver a mi hermano como yo, un niño rebelde, contestón y que me lo iba a llevar con mis amigos, con malas compañías. Y tú estás haciendo un buen trabajo con él, hace sus deberes y está aprendiendo a tener responsabilidades.

- Conozco a uno de tus amigos y no lo ví mala compañía – dije sin perder de vista a Álvaro.

- Eloy es el único de mis amigos que merecen la pena, pero hay que tener amigos en todas partes.

- En el cielo y en el infierno – le dije bromeando.

- Más en el infierno que en el cielo – dijo guiñándome un ojo.

Una vez en el parque, guardamos las mochilas y las toallas en unas taquillas, y nos fuimos a montarnos a las atracciones, Álvaro parecía un fantasmita, Rubén lo embadurnó en crema para que no se quemara con tanto agua y sol. Nos montamos en pequeños toboganes para niños, en un castillo y jugamos al escondite. Antes de comer Álvaro quería montarse en una atracción que era como un río, montados en un flotador para tres, gritaba y reía con ganas cada vez que pasábamos por cascadas. Y lo mejor era ver a Rubén reír con él, nunca los había visto así.

Después de comer uno de los animadores se nos acercó para llevarse a Álvaro para hacer actividades con más niños, no pudimos negarnos, se le veía muy ilusionado. Nosotros nos fuimos a la piscina de olas.

- Gracias por venir y hacer esto con Álvaro – le dije mientras nadaba a su alrededor.

- Gracias a ti por preocuparte por él, y por ser tan buena – dijo agarrándome.

- De nada – dije sonriéndole.

- Me gusta como te queda este biquini – lo dijo mientras me pegaba a él y pasaba sus manos por mi cintura.

- Rubén..- le dije un poco incomoda, y no porque me estuviera tocando sino porque no quería que la gente nos mirara.

- Tranquila, no pasa nada, nadie nos mira, hay muchas parejas más como nosotros.

Tenía razón, había muchas parejas besándose y haciéndose arrumacos.

- ¿Lo has estado pensando? – preguntó acariciándome los costados.

- No – susurré mientras pasaba mis manos por su cuello.

- Puedo ayudarte a pensar más rápido – lo dijo mientras acercaba sus labios a los míos.

No me dio tiempo a contestar, sentí sus labios sobre los míos, fue un beso suave, sin prisas, jugando con nuestras lenguas, sus manos sobre mí, haciendo que mi piel necesitara más de su toque. No se cuánto tiempo estuvimos besándonos y acariciándonos, cuando separamos nuestros labios, apoyé mi frente sobre la suya, y no sé qué fue lo que hizo que yo dijera lo que dije.

- Si, quiero ser tuya otra vez.. 

Sueños alcanzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora