Quiero que explotes

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Cuando me desperté, lo hice desorientada, me giré y ahí estaba Eric, dormido a mi lado, miré el móvil para ver la hora, quedaban 5 minutos para que sonara la alarma, me levanté y me di una ducha rápida y me vestí.

- Eric despierta, ya es la hora – le dije acariciándole la cara.

- No quiero, déjame dormir.

- No, venga levántate o vamos a llegar tarde.

- Vale..

Mientras se levantaba y se arreglaba un poco le hice el desayuno para que no tuviera que entretenerse mucho en su casa.

- Hoy no hace falta que me recojas, vamos a ir a comer fuera hoy –le dije mientras él desayunaba.

- ¿Quiénes?

- Álvaro, su hermano Rubén y yo.

- ¿Y por qué tienes que ir tú? Si ya va el hermano.

- Le prometimos que lo llevaríamos los dos.

- Tu horario es de 9 a 3 de la tarde, no deberías echar más horas.

- Echaré las que haga falta, es mi trabajo Eric.

- Está bien, no voy a discutir por eso, ya que hoy no nos veremos te llevo yo al trabajo.

- Vale – dije poniéndome las cuñas.

- Qué guapa vas – dijo acariciándome los brazos.

- Gracias – le dije antes de darle un beso.

- Anda vamos que todavía te pongo sobre la mesa y te hago el amor.

- Fanfarrón – le dije riendo.

Cuando llegué a la casa, Alfonso y Elena ya se habían ido, Rubén me esperaba en el salón, medio adormilado, me senté a su lado, y dejó caer su cabeza en mis piernas.

- Estas madrugando mucho estos días – le dije acariciándole el pelo.

- Para estar un ratito solos.

- Vamos a tener todo el día para estar juntitos.

- Me encanta – dijo con una sonrisa en los labios, no pude resistirme y le besé los labios.

- ¿Dónde fuiste ayer? – me preguntó con los ojos cerrados mientras yo le acariciaba la cara.

- Fuimos a dar un paseo, y a cenar por ahí.

- ¿Y después de cenar?

- ¿A que vienen todas estas preguntas? Me dijiste que no te contara nada.

- Llámame masoquista, ¿te acostaste con él?

- Mi niño..

- Prefiero saberlo la verdad.

- Si.. – dije cerrando los ojos.

- ¿Y?

- Y me sentí mal, por ti, por él. No quiero jugar con ninguno de los dos.

- No te preocupes por mí mi niña, yo te lo pedí, prefiero tenerte así que no tenerte nada.

- Lo sé..lo siento.

- No me pidas perdón – dijo acariciándome la cara – y ahora dame besitos anda que ya mismo se despertará el enano.

Y le besé, no paramos de besarnos, de mordernos el uno al otro y de acariciarnos. De él estar tumbado sobre mis piernas no se como acabé sobre él, sentada a ahorcajadas, yo llevaba un vestido, estábamos pegados, mis braguitas junto con sus bóxer, me movía sobre él, me rozaba.

- Mi niña para..porque voy a explotar.

- Quiero que explotes..- le dije mordiéndole el lóbulo de la oreja.

- Ah..joder – lo dijo levantando bruscamente su cadera.

Me quitó el vestido para después levantarme un poco y me bajo las bragas, le ayude a quitármelas y él se bajó los bóxer mientras yo me quitaba el sujetador, me acarició un poco solo para cerciorarse de que estaba mojada, y antes de darme cuenta ya lo tenía dentro de mí. Eché la cabeza hacia atrás, sin moverme, ninguno de los dos lo hizo, Rubén me besó el cuello lo más despacio que nunca lo había hecho, me estremecí al notar su lengua, necesitaba moverme y lo hice, fue lento, mirándonos a los ojos, los labios y así continuamente. Fue silencioso, solo se escuchaba nuestra respiración, pasaba las manos por mis pechos sin dejar de mirarme, su toque siempre hacía que mi piel se erizara, bajó la cabeza para poder chuparme los pezones, en ese momento un latigazo de placer me recorrió todo el cuerpo, no pude evitar el sonido que salió de mi boca, estaba cerca de alcanzar el orgasmo y Rubén lo notó, sentí su pulgar en mis labios, no me lo pensé y se lo chupé con ganas, la mirada que me lanzó y el gruñido que salió de su boca hizo que me corriera, lo hice como nunca antes lo había hecho, Rubén me besó para callar los sonidos que estaba haciendo, mientras me reponía de mi orgasmo noté como él paraba, me levantó y cuando quise darme cuenta él también se había corrido, sobre mí, sobre mi estómago.

Me dejé caer sobre él, apoyando mi cabeza en su hombro, me acariciaba la espalda con movimientos suaves, yo le besé el cuello. Cuando quise darme cuenta, Rubén me llevaba en brazos a su habitación, pasamos de largo y me llevó al baño, me sentó sobre la encimera del lavabo, le observaba con una sonrisa en los labios cuando lo vi coger una toalla pequeña y la mojaba, para después pasarla por mi estómago y por el suyo.

- Abre las piernas, mi niña.

Y lo hice, deje que pasara la toalla entre mis piernas, me dio un pequeño beso cuando termino.

- ¿Me dejas la toalla? – le pregunté.

- Claro – dijo antes de pasármela.

Mojé de nuevo la toalla y se puso entre mis piernas, sabiendo lo que iba a hacer. Lo limpié como él había hecho conmigo minutos antes, fui notando como se ponía duro de nuevo y lo miré alzando una ceja.

- ¿En serio?

- Es que tienes unas manos.. – dijo cerrando los ojos.

Le di un beso en la barbilla y dejé la toalla en el lavabo, me bajé del lavabo y le di un pequeño azote en el culo.

- Tengo que hacerle el desayuno al niño ya es tarde. Más tarde te hago lo que quieras con estas manitas.

- Te tomaré la palabra.

Fui al salón rápidamente para vestirme, y me dirigí a la cocina para hacer el desayuno, 15 minutos más tarde, entraba por la puerta Rubén con Álvaro en los brazos, se acercaron a mí, el peque me dio un abrazo y un beso en la mejilla mientras Rubén me lo daba en el hombro.


Sueños alcanzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora