El inicio de la guerra atomica

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Las cosas durante tres meses no mejoraron en absoluto. La relación con Emmett es inexistente, no hablábamos más que lo necesario en casa y eso cuando mamá estaba presente, durante el viaje a la escuela su mentón lo apuntaba en una dirección. Decir que estaba bien era la más grandes de las falacias, estaba fatal, mi corazón no podía estar mas dolido y solo, nunca imaginé que Emmett me haría tanta falta; Alice tenía razón siempre que me dijo que no dañara la relación con mi hermano.

Con la chicas íbamos igual que siempre, unidas, pero notaba que Rose y Royce hablaban mucho; es más demasiado. Royce es guapo, sí lo acepto, pero hay algo en él que no me gusta, esa sonrisa se parece, por no decir que es la misma, a la Edward; de solo pensar en él me escuece el cuerpo.

Los castigos fueron una tortura, por suerte hoy acabaron; cada día Edward se encargaba de fastidiarme ¿cómo? recordarme que había ganado, él se había llevado lo más preciado, se había llevado a mi hermano. Emmett venía todos los días y se quedaba en el castigo hablando con Edward ¡con ese y no conmigo! y el rey me sonreía cada día y y pasaba el brazo por el hombro de Emmett; aparte había conseguido que la bibliotecaria me detestara, esa señora me tenía entre ojos- por mi torpeza, por "libros olvidados", por desorden en las mesas, por decirle las verdades a su consentido. ¡Dios! ella estaba prendada de Edward y hacía cuanto él le dijera.

Hoy era mi primer día libre del castigo de la escuela, no el de mamá -Emmett le contó a mamá de mi tarde con James y me aumentó el castigo-, al menos podría llegar temprano a casa.

Me despedí de mis amigas salvo de Rosalie, no la vi por ningún lado.

-Si ven a Rose, despídanme con ella.

-No te preocupes, Bella- Irina me sonrió, pero su boca se deformó en una o y eso despertó mi curiosidad.

-¿Qué sucede?- me tomó por los hombros y me giró, vi entonces a una Rosalie sonriente tomada de la mano con Royce, salían del edifico tres despertando las miradas de todos a su alrededor; parecían estrellas de cine en una alfombra roja y no dos estudiantes en esta pequeña escuela.

-No me lo creo- mascullé.

-Créelo, princesita- oí que murmuraron a mi oído y vi a Edward al lado de Emmett, éste no estaba sino a unos poco centímetros de nosotras, pero lo suficientemente cerca mio para susurrar y que lo escuchara.

-Cállate, idiota- le susurré con todo el odio que podía desprender en dos palabras.

-Bella- me reprendió Kate; ellas se empeñaban en que mi relación con Emmett mejorara y según como iban las cosas, el que me peleara con su mejor amigo y que mi credibilidad no existiera para él, no era una buena opción entrar a luchar si iba a perder.

Suspiré, como otras tantas veces en estos meses; tragarme los improperios que tenia que decirle al rey era el trabajo más duro.

-No me gusta- le susurré a Alice para que su hermano no escuchara más de la conversación.

-A mí tampoco.

-No quiero que Rose salga lastimada.

-Ninguna quiere, Bella, pero ella es más terca que una mula y si le decimos dirá que ella sabe en lo que se mete y esas cosas.

Suspiramos desganadas y está vez si nos despedimos. Me dirigí a donde Emmett y éste lo tomo como señal de partida; se despidió del idiota rey quien me sonríe con suficiencia y satisfacción. Antes de cerrar la puerta vi a lo lejos a James y me despedí de él con la mano y tristeza, me devolvió le saludo y con eso cerré la puerta del auto para que Emmett arrancara.

Sus ojos nunca se apartaron del camino, ningún "¿cómo te fue?" Pronuncio; suspiré.

«Emmett, hermanito, vuelve a mí».- pensé.

Tú...IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora