Confunde y reinaras I

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La alegría que estalló en sus ojos fue mayor a lo que esperé, incluso llego a contagiarme. Me sentí en paz y armonía con el universo ¿Era esto la felicidad que podía aspirar? Resultó ser más de lo que esperaba, mucho más.

Jacob se acercó con rapidez y me tomó en el aire con una carcajada que yo continue.

— ¡Oh, Bella! Gracias.

— No hay nada que agradecer, mi lobito.

Lo miré otra vez a los ojos que despedían alegria, una que me calentaba el corazón petrificado, mas por eso mismo me sentí asustada, no de él, nunca de mi sol personal,  siempre sería luz para los demás y para mí, sino de mí y mi propia impotencia que no dejó que el cariño que le profesaba fuera suficiente, me sentí cobarde al notar sus carnosos labios y que él fijara la vista en los míos, no hallé valentía en mi corazón para besarlo aun si el sí, no lo sentí y eso bajó por los suelos mi ánimo, sentí que hería a Jacob con mi cobardía, pero luego  el consuelo llegó de su propia boca:

— Bella —tomó mis mejillas en sus enormes manos—, no tienes que hacer nada que no quieras, entiendo que sea duro...pero sé y tu sabes, que mereces ser feliz, aunque sea un poco, y me alegra que sea conmigo con quien quieres serlo.

— Lo siento, Jake —comencé a llorar— . Cambiaré, te prometo que cambiaré.

— Shhh, no cambies, Bellita, así eres maravillosa, tal cual eres.

— Pero quiero...quiero sacarlo de adentro.

Él entendió a quién me refería por lo que me volvió a tomar en sus brazos y me apretó contra su cuerpo.

— Algún día, dulzura, estaré esperando hasta entonces. Ya, no más caras largas, volvamos a las alegrías ¿Sí?

Lo miré y dudé si yo merecía a alguien como Jacob, él estaba dispuesto a estar conmigo hasta que arrancará de mi corazón a Edward, aun cuando yo misma dudaba de lograrlo. Pero sonreí si pensarlo dos veces porque así no lo mereciera, quería disfrutar un poco, verme alegre por un lapso de tiempo que esperaba durará mucho.

Comenzamos a andar por la playa mientras conversabamos

— ¿Quieres que se enteren?

— No creo que tan ahora sea lo correcto, esperemos un poco Jake, no quiero alterar los nervios de la familia.

— ¿Sabes, cabezota? Deberías pensar en ti más de lo que lo haces.

— ¿Me lo dices tú? Que se la pasa diciendo de la pedantería de la gente, eres un hipócrita — sonreí cuando nuestra camaradería volvía.

— No estoy diciendo eso...¡Eh! Estás algo acusona.

— Me llamaste cabezota...sólo me defiendo.

— Bueno, en tal caso, me voy a defender.

Dicho esto Jacob me tomó en su hombro y me dijo colgando cuál cabernicola.

— ¡Bajame, saco de musculos!

— Discúlpate por llamarme hipócrita.

— ¡Jamás!

Entonces comenzó a correr por toda la playa conmigo en su hombro;  sentí la alegría recorrer cada terminación nerviosa de mi cuerpo, el calor inundaba mi corazón mientras se aceleraba, por ese breve instante no había temor, remordimiento por sentimientos encontrados, simplemente eramos dos chicos disfrutando de su compañía mutua ¿Quién era el universo para impedir que esa compañía se pierda?

Jacob era conocido por ser muy atlético, pero mi mala suerte tenía que empezar a afectarlo; no supe cómo pero tropezó y ambos caimos en la arena quedando el uno al lado del otro. Rompimos en una sonora carcajada mientras notamos el crepúsculo sernirce en nuestras cabezas con una brillante luna; me giré encarandolo y sentí un pequeño cosquilleo en mi estómago ¿Estaba lista ya, tan pronto?

Tú...IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora