Vasoconstricción, jamás mariposas. II

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La mañana comenzó con calor asfixiante, la noche fría había dado pasó a un sol resplandeciente que calentaba las paredes de la tienda. Me desperté bañada en sudor, Rosalie ya no estaba a mi lado, en su lugar estaba Alice profundamente dormida.

Oí ruidos provenientes del exterior, supuse ya se habrían despertado.

-Chicas, levántense y vengan a desayunar -Emmett movió la tienda para que supiéramos que ya era hora de despertarse.

Removí a Alice para que se despertara.

-Cinco minutos más -dijo dándose la vuelta. La volví a mover-. Mmmm.

-Alice.

-¿Qué pasa, Bella? -preguntó tallándose los ojos.

-Ya amaneció y nos llaman a desayunar.

Se estiró y me sonrió, luego ambas salimos de la tienda encontrándolos desayunando huevos en el mismo lugar de anoche.

Me senté junto a mi hermano y Alice, Jasper nos tendió el desayuno a ambas y le sonrió a Alice. Tengo que preguntarle a Alice que hizo ella anoche.

Edward me lanzaba miradas furtivas mientras comíamos, lo hacía con sus ojos esmeraldas cálidos; me estremecía con su mirada ¿por qué tenía que mirarme? Le fruncí el ceño a la décima vez, él en cambio, me sonrió, agudicé mi ceño contra el mundo.

-¿Qué haremos hoy? -preguntó Rosalie.

-¡Hoy es senderismo! -anunció Emmett con alegría.

-Emm, ¿te das cuenta que senderismo y Bella no van en la misma oración? -Apunté con sarcasmo.

-Tienes que mejorar y ¿cómo lo harás si no prácticas? -dijo con fingida, muy fingida, inocencia.

-Eres un tonto.

-Y así me quieres -le saqué la lengua.

Todos empezaron a hablar emocionados por la caminata que se nos avecinaba, esa emoción no la compartía, al final del día acabaría con las manos y las rodillas magulladas, raspadas y doloridas de las caídas que iba a tener.

Me levanté y entré a la tienda por mi neceser; Según les había oído, cerca había una cascada en la cual podríamos bañarnos. Me dirigí allí luego de avisarles a donde me dirigía y la belleza del lugar me asombró.

El agua era cristalina y caía con suavidad por las rocas, la cascada estaba enmarcada por dos árboles de gran copa, el sol que calentaba se deslizaba por las hojas dando pequeños rayos de luz que le daban la apariencia mágica al sitio.

Tras salir del trance de la cascada, me aseguré que no hubiera nadie al rededor, inspeccione el bosque; no había nadie así que me desnudé.

Entré en la cascada y al agua fría refrescó mi cuerpo. Comencé a lavar mi pelo, masajeando en círculos asegurándome de eliminar todo rastro de la sangre que se había quedado en él. Luego de terminar, salí de la cascada y me envolví en una toalla.

De repente, sentí que alguien me estaba observando, paranoica, comencé a escudriñar el bosque aferrándome a mi toalla; no encontré nada, pero para asegurarme, pasé la mirada dos veces antes de suspirar y comenzar a vestirme con la ropa que había traído para cambiarme.

Nada muy abrigado, por supuesto, sino me habría cocinado en ese bosque húmedo; pero tampoco algo que dejara mucha piel al descubierto, entre menos piel, menos espacio para los raspones. Era una blusa holgada de mangas largas blanca y unos capri color café.

Tomé mi neceser y mi ropa sucia y me devolví al campamento. Ya cada cual estaba en su tienda preparándose para hacer senderismo.

Entré en mi tienda y Alice observaba una blusa de tiras por todos los ángulos.

Tú...IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora