Los pedazos del calor I

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Nuestras vacaciones estuvieron envueltas en un escenario subrreal, no porque jamás habría pensado pasar festividades con un novio a mi lado abrazándome, -porque sí, ya todos sabían de mi relación con Jacob gracias a una indiscreta Alice-  con una familia numerosa compartiendo, sino porque estaba sentada al lado de Edward sin incomodidad, en realidad disfrutaba de su compañía en el piano, cada día, como antes. 

Debería hacer una salvedad,  él procuraba no dirigirme una palabra, por monosílaba que fuera, sin embargo no se apartaba de mi lado, en las cenas con la familia que fuera, los Hale o los Black, buscaba un asiento a mi lado sin importar que Jacob estuviera en el otro; debía admitir que esa cercanía, que por si misma ya era un avance entre nosotros, me llenaba, ese hoyo de mi corazón, ese que aunque Jacob abrazara con fuerza, nunca estaba lleno, parecía sanar sí el rey estaba a mi lado.

Sabía de sobre manera que en parte se debía a nuestro trato, ambos buscamos ayuda profesional sin que nadie más supiera de él, para ello usamos los recursos que nos brindaba la universidad y una vez volviéramos las cesiones, hasta el momento virtuales, podría ser presenciales; por mi parte, estaba un tratamiento por estrés post traumático con crisis de pánico, y Edward, bueno, a decir verdad, no nos habíamos dicho que diagnostico teníamos, solamente, por extraño que parezca, nos quedábamos horas sentado él uno con el otro, sin más interacciones entre nosotros.

Por supuesto, tal comportamiento suscitó dudas y especulaciones entre la familia, ¿desde cuando estábamos tan cercanos? fue la pregunta que se repitió en sus voces, ambos acordamos decir con apacibilidad que simplemente maduramos; sé muy bien que Alice, no cree ni la quinta parte de nuestra mentira, pero al menos no había preguntado nada al respecto.

— ¿Corazón? —preguntó Jacob por segunda vez.

Estábamos en La push en la playa, si bien seguíamos en temporada de nieve, hoy por alguna extraña razón, no había caído el primer copo del día, de modo que visitábamos a Billy, el padre de Jacob; nosotros, por nuestro lado, decidimos venir los dos a nuestro lugar en la playa al que íbamos sabedores que nadie se atrevía a llegar.

— Perdona, me distraje ¿qué me dijiste?

— Ya no importa, podrías más bien hablarme de eso que te está matando... —dijo abrazándome por la espalda.

Cerré los ojos y contuve el suspiro que deseaba salir.

— Nada me está matando, lobito. —jugueteé recostándome en su pecho.

— ¿Segura? Porque he visto cierta página abierta...

— ¿ Has espiado mi laptop? —rezongué levemente irritada, le miré esperando que mi enojo hiciera mella en él y la culpa lograra que el tema quedara sanjado.

— No —tajó—, la dejaste abierta en la mía el otro día —¡carajo!—. No trates de evadir el tema, ¿qué va mal?

— Nada, Jake, es solo... un trato que hice —¿por qué no podía ser totalmente sincera con mi novio y desvelarle mis debilidades?

— Bella, sabes que no tienes que ocultar nada de mí, ¿es por Cullen? —pronunció su apellido con sorna.

— No, Carlisle no me ha dicho nada, porque no sabe nada y espero se mantenga así —amenacé esperando nuevamente en vano que tomara mi tangente.

— Sabes perfectamente que no hablo de Carlisle. —contestó exasperado de mis evasivas que  quizás no eran tan discretas.

— Llámalo por su nombre entonces —no me rendiría en mi intento de perder el tema, y sabía que su enemistad me era la mejor herramienta desde siempre.

Tú...IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora