vasoconstricción, jamás mariposas

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Bella:

Emmett y Edward me llevaron a la enfermería que estaba en la cabaña de registro del lugar. No pude protestar cuando Emmett me llevaba en brazos, porque no serviría y porque no tenía fuerza para hacerlo.

El lugar era pequeño, las paredes blancas al igual que el suelo y había aire acondicionado, algo que agradecí pues la humedad me estaba asfixiando.

-¿Qué sucedió? -habló un hombre en bata, de al menos cuarenta. Estaba sonriendo, seguro pensando que era una tontería adolescente, pero cuando posó sus ojos en mí frunció el ceño en señal de preocupación-. Dejenla aquí.

Emmett me depositó con suavidad en la camilla, estaba preocupado. Se paró junto a Edward apoyandose en la pared.

-Se golpeó la cabeza -explicó Edward.

El médico empezó a revisar mi cabeza en búsqueda del corte.

-Es pequeño, nada grave -tiró de mi piel y solté un siseo por el escozor que me provocó-. No hay nada de que preocuparse la herida ya empezó a cicatrizar.

Suspiré aliviada, no había creído lo que Edward dijo, no cuando salía tanta sangre, pero ahora con una opinión más confiable me sentía mejor; sin embargo, Emmett no se relajaba aún.

-¿Por qué está tan pálida entonces? -inquirió mi hermano.

-¿Te has alimentado bien? -me preguntó el doctor.

-Sí -mentí. No lo estaba haciendo, salvo por los desayunos que comía bien por tener ojos mirándome y que me obligarían a comer, en las demás comidas no lo hacía o por mucho una fruta.

-Eso no suena convincente -me escudriñó con la mirada y luego asentuo aún más su ceño-. Tienes que comer bien, te vas a descompensar.

-¿Me puedo ir? - pregunté incómoda.

-Sí, no fue nada grave, ten más cuidado la próxima.

Me sentía más fuerte así que me bajé de la camilla, no sin antes tambalearme, Emmett estaba listo a sostenerme, pero le indiqué que yo podía. Recuperado mi equilibrio, empecé a caminar hacia el auto. Escuché sus pasos detrás mío y no quería voltear a verlo, sabía lo que me iba a decir, su ceño fruncido era señal de una retaila de padre por no haber comido bien.

Entré al auto en el asiento trasero, Emmett se subió en el copiloto y Edward empezó a conducir al campamento.

Miré por la ventana recapitulando lo que había pasado. No, mentiría como una bellaca si dijera eso, yo estaba pensando en Edward, no debía engañarme a mí misma, estaba pensando en sus ojos verdes en la cascada antes de que me mojara con su caída; eran cálidos, por una vez no se veían pétreos, pero luego estaban más fríos que antes, me habló con desprecio, incluso más del que ya profesaba.

Tenía miedo de él, ya no era odio, le temía de verdad, el puede ser dulce y engañarme, eso solo le daba más fuerza si quería pisotearme y yo no me encontraba en mi mejor momento para resistirlo.

El motor se apagó y supe que habíamos llegado. Me bajé del volvo y vi a Alice acercándose con una manta, me percaté que yo aún estaba en bikini y que la noche estaba muy fría, pero igualmente húmeda.

-¿Qué les dijeron?

-No es nada grave, como les dije - respondió con arrogancia, jactándose en sí mismo. Idiota.

-Quiero descansar -les informé.

-No sin antes comer -afirmó Emmett.

-Emm, tengo sueño.

Tú...IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora