Jugando a la guerra

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Bella:

Me dirigí con todas las defensas arriba, dispuesta a todo con tal de ganar. Edward iba a mi lado sin mediar palabra, seguro que pensaba en lo mismo que yo, lastima que no fuera a ganar.

Entramos en la biblioteca y nos esperaba una mujer de unos treinta, bastante joven para ser bibliotecaria.

-Bueno, necesito que uno acomode los libros devueltos  y el otro los recoja de las mesas- uh, joven , pero mándona.

-Yo los acomodo- dijo él solemne sin mirarme.

-Bien- le mostró el carrito de los libros y se fue sin decirme nada ¿No tendría que pelear acaso? ¿No me debería decir algo, lanzar el primer ataqué como siempre lo hacía?-. Comienza por las mesas y luego recorre la biblioteca- asentí un tanto confusa por la actitud de Edward; yo venía dispuesta a contra atacar cada frase que me pudiera soltar ¿Cómo iba a ganar en un juego sin contrincante?

Sin Edward a la vista y frustrada por no poder usar mis cartas, comencé a recoger los libros de las mesas, he de decir que no eran pocos, ya se empezaba a formar una pila de libros en mis brazos. La pila creció y me era difícil de llevarla; lo más prudente era dirigirme a la mesa de la bibliotecaria y luego volver por los demás. Pero no podía faltar la caída del día y una enciclopedia, que juro no estaba allí, me hizo tropezar y que todo se cayera en el suelo delante de mis narices. Volteé a mirar a mi alrededor y Edward estaba ordenando libros justo al lado ocultando una sonrisa de las suyas, esas torcidas presumidas.

-¿Eres a caso idiota?- le recriminé.

-¿Me estás hablando a mí?- dijo inocente.

-No, le hablo al libro, claro idiota. ¿por qué pusiste el libro?- ¿cómo podía ser tan cínico?

-Porque me lo dijo la bibliotecaria.

-¡No te hagas el que no sabe!

-¿Qué sucede aquí?- inquirió la bibliotecaria que acababa de llegar.

-Ella dice que es mi culpa que se cayera por no recoger un libro que estaba en el suelo.- mucho mentiroso, ¡no había ningún libro en el suelo. Él lo puso.!

-No había ningún libro en el suelo, él lo coloco allí.- le expliqué.

-¿Me viste ponerlo en el suelo?- lo envenene con la mirada, el rey había jugado bien sus cartas; mentir se me daba fatal y yo no lo vi poner el libro, ¡la verdad no vi el puñetero libro! pero sé que no estaba ahí, de eso estaba segura. El rey me sonrió mientras formulaba la pregunta, la misma sonrisa que le ofrecí hace unas clases. 

-No quiero más molestias, señorita.- se alejó la bibliotecaria y me acerqué a él.

-Esto no se queda así- lo amenacé.

-Eso espero- acarició mi mejilla. Le quité la mano, volvió a sonreír.- No debiste haberte metido conmigo.

-Eres un idiota.

-No alcanzas a imaginarte cuanto. Esto es solo el comienzo.- me susurro y se alejó.

¡Hijo del averno!

Antes de dar un paso me cercioraba que Edward no estuviera cerca. No cometí el error de llevar muchos libros de una vez, preferí hacerlo de a pocos, pero el trabajo se estaba incrementando, era como si nunca acabara. Pasaba por le pasillo y vi un libro que me llamó la atención...ese libro... ya lo había visto antes...ya lo había recogido. Era el de los récords mundiales del 2007.

-¿Qué?- dije para mi misma- ¿cuántos libros hay de estos?

Luego sopesé la situación, no es que hubieran muchos libros en una biblioteca como lo es la de la escuela, lo único que explicaría eso es que Edward lo hubiera puesto otra vez en la mesa. Ja, ja. ¡qué gracioso! Estaba pensando que hacer para impedirlo y un carrito estacionado me dio la idea. Recogería los libros en el carrito y así no los dejaría al alcance del rey. 

Tú...IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora