La fortaleza de una chica 2

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Tras nuestro abrazo le quité las lagrimas que caían por sus mejillas y lo llevé a la pista de baile para intentar disipar sus demonios, Tratar de abstraerlo de la realidad oscura en la que se sumía.

El baile era rápido, pero decidí hacerlo lento, solo balanceándonos en el aire, perdiéndonos en nuestros ojos.

Le dije a Alice que me iría antes de la fiesta, que me encontraba algo indispuesta y le pedí que me disculpara con mi madre y Emmett. Una  vez salí de la fiesta con James nos dirigimos a un café a relajarnos; allí, nuevamente rompió en lagrimas y tuve que consolarlo.

Y así los días pasaban mientras acompañaba a James al hospital después de clase, le daba consuelo y le ofrecía  mi compañía.  Solo a Emmett y a Alice les hable de la situación; a mi madre y Carlisle les arruinaría la luna de miel, así que no se los dije; y a Edward simplemente no le comenté nada porque es un idiota y a él no le incumbe, además, él no es nada mío como para que le importe lo que a mí me concierna.

Una semana y media tardo la madre de James en fallecer; aquejada por el dolor insoportable que la morfina apenas podía cubrir, pero finalmente alegre de que su hijo estuviera con ella, también de que quedaba en buenas manos, me lo hozo prometer:

-¿Bella? - me preguntó entre susurros.

-¿Sí?

-¿Puedo pedirte un favor?

-Por supuesto - respondí de inmediato.

-Cuida a James, me duele dejarlo solo- dijo con lagrimas en sus ojos.

-No tienen que decirlo, lo voy a cuidar con mi vida - me sonrió y yo a ella. Terminé de acomodar su manta y me marché para que James tuviera un momento a solas.

Esa fue la ultima vez que la vimos con vida.

Ahora estábamos en la funeraria velando el cuerpo sin vida de la madre de James. Él estaba a mi lado recibiendo en medio de una bruma los pésames de las personas que llegaban y yo le sostuve su  mano todo el tiempo necesario, lo abracé mientras caminábamos hasta el lugar donde sería enterrada.

El cielo era negro, la lluvia se sentía aun sin su presencia.

Todos estaban marchándose una vez bajaron el féretro al agujero y lo cubrieron de tierra. James estaba arrodilla en el suelo enfrente de la tumba de su madre, derramando lágrimas insonoras; yo estaba de pie observándolo porque no podía hacer nada por él justo ahora.

 Empezó a llover y le dije a James que nos fuéramos, ya era el momento.

-No quiero irme- dijo entre sollozos.

-Amor, está lloviendo- intenté persuadirlo.

-Vete entonces.

-No te voy a dejar solo -lo prometí, añadí mentalmente.

-Bella, necesito estar con ella -me miró con lágrimas.

-Necesitas estar en un lugar seco, tú sabes que ella no le hubiera gustado que te enfermaras.

 Seguía en el suelo mirando la lapida, me agaché hasta su altura y le di un casto beso en la mejilla. Lo abracé y le incité a levantarse; lo hizo con algo de resistencia, pero logré convencerlo de irnos, no sin antes prometerle que mañana estaríamos juntos aquí otra vez.

James me dejó en casa de Carlisle -aún no me costumbraba a decirle "mi casa"- y se marchó a la suya. Entré en la casa y estaba inusualmente silenciosa salvo por una dulce melodía proveniente del piano; con la curiosidad a flor de piel me asomé a ver quién producía tan esquitas notas. Vaya sorpresa me llevé cuando vi a Edward tocando el piano de cola que estaba en la estancia con los ojos cerrados.

Tú...IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora