Culpa I

1.6K 135 24
                                    

Edward:

Me sentía extraño, nunca antes algo me había llevado tanto tiempo, pero no podía negar que esta sonrisa iba a perdurar por mucho tiempo.

Me dolía lo que había hecho, no por la princesita, sino por Emmett, pero si había jugado bien mis cartas, que era así, no saldría afectada nuestra relación. Espero. También sentía un poco de remordimiento por Alice, si ella se llegase a enterar de lo que le había hecho a su «hermana» me mataría. Yo lo haría.

— ¿Tanya?

— ¡Vaya! Milagro me llamas —respondía con reproche.

— No seas estúpida. Ven.

— Voy, Eddi.

— No me digas Eddi —gruñí. Ella rio.

— Como digas.

No tardó mucho, como era usual ella entró por la puerta que daba al arroyo. No necesité mucho para comenzar a besarla, ella se lanzó a mí y yo me ocupé te llevar el ritmo; nada de tonterías dulces, Tanya estaba acostumbrada a mi modo, rápido y fiero, no tenía que andar con cursilerías como con Isabella.

Llegamos a mi habitación y ella se desvistió en un abrir y cerrar de ojos, yo por mi parte me encargué de morder y chupar sus pechos; no pude evitar pensar en la endemoniada chiquilla y en lo suaves que se sentían los suyos, con odio mordí y Tanya profirió un grito ahogado.

— No te retengas —le informé—. La casa es nuestra.

Ella me lanzó una sonrisa libidinosa y empezó a besarme. Me cercioré que el condón estuviera en su lugar y la faena inició.

Sonaron golpes en la puerta y me levanté de la cama viendo a Tanya acostada palpando con los ojos cerrados.

— Edward... —masculló.

La dejé seguir palpando mientras abrí la puerta. Era Isabella. Estaba con la mirada agacha y pude entre ver su rubor en las mejillas. Hora del gran final.

— ¿Qué quieres? —dije con desdén. Ella levantó su mirada, con los ojos como platos; por un segundo, mi corazón se estrujó, esos ojos los vi en mi hermana la primera vez que le alcé la voz.

— Yo...venía a ver...

— ¿No puedes hablar sin balbucear? —sus ojos se entrecerraron y yo contuve mi júbilo por dentro.

— ¿Por qué me tratas así?

— Porque eres inferior a mí, ¿qué quieres?

— ¿Qué te pasa? Hemos estado bien y de repente me tratas como un paria...anoche fue... —un dulce sonrojo subió por sus mejillas y la ira de sus ojos se disipó, dejándome ver lo que yo esperaba. La princesita se había enamorado de mí.

— Decepcionante —completé—. Esperaba más de ti, a ser sincero.

— ¿Qué?

— Edward, ven a la cama. ¡Oh! ¡sí es la chiquilla tonta! —Tanya llegó a mi lado desnuda y pude ver como los ojos de Isabella se llenaban de lágrimas así como de ira.

— ¿Qué hace ella aquí? —inquirió con odio.

— Lo que tú no pudiste anoche —respondió Tanya—. No eres suficiente para él, estúpida niñata.

— Ah. Vale, me alegra no estar al alcance de un idiota —su voz se cortó a mitad de la frase pero alzando la cabeza, se dio la vuelta y encerró en su habitación. Sonreí y entré con Tanya en mi habitación.

— Vete.

— Edward, tenemos la casa sola, no me vas a hechas así ¿no?

— Lárgate, Tanya. Ya no te necesito.

Tú...IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora