Mi amigo el lobo II

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Bella:

Sentí el olor a desinfectante que empezaba a ser algo habitual en mi vida, comenzaba a odiarlo en realidad. Abrí mis ojos y corroboré mis sopechas, estaba en el hospital, pero ¿por qué? Luego  fijé mi vista en mi mano donde estaba una cabellera castaña ¿sería posible?

— ¿Edward? —mascullé con recelo.

La cabeza levanto su rostro y me miró con consternación y luego sonrió, la calidez de esa sonrisa incendió mi corazón.

— Hola, princesita.

— ¿Qué sucedió? —pregunté cuando fui capaz de desviar mi mirada de sus esmeraldas.

— ¿No recuerdas nada?

— ¿Si lo hiciera te lo estaría preguntando?

— No  necesito preguntar si estas bien, princesita insolente.

— Podrías limitarte a responder, mi rey. 

— No fue nada grave, nada de que preocuparse —respondió con una sonrisa socarrona

— ¿Por qué siento que hay algo que no sé? —le espeté viendo como sus ojos iban de la puerta a mi rostro.

Suspiró y tomó mis manos en las suyas; mi corazón dio un vuelco y luego otro para luego dar traspiés hasta que el rubor subió por mis mejillas y tomó su curso normal. Esto es patético, necesitaba estar en control, pero cada ínfima muestra de cariño de ese desalmado monstruo me llenaba por completo, envolviéndome en su sopor de falsa esperanza.

—  Isabella... capturaron a James. —Sentí el temblor pasar por mis manos y luego todo mi cuerpo, sentí el mareo y las imágenes de anoche brotaron en mi mente, recordando como me habían llamado Seattle. James...—. Estás bien, no te hará daño.

— No... —susurré.

— Bella... —tomó mi rostro entre sus manos y me obligó a mirar sus gemas—. Lamento tanto todo esto, es mi culpa ¿me perdonarás?

Fue entonces que la puerta de la habitación se abrió y entró por ella Jacob; se quedó en la puerta mirando la escena sacada de contexto, su rostro, confundido y enojado, no hizo sino aflorar en mi garganta una risotada que desvaneció de su rostro toda gota de ira.

— Hola, Jake. 

— Bella, ¡dios! menos mal estás bien, me tenías preocupado —se acercó dando zancadas sin importarle que Edward estuviera en su camino, quién por su lado se alejó dándole espacio. Jacob me tomó por los hombros y me abrazó con fuerza.

— Jacob...aire.

— Lo siento —me soltó —, estaba ansioso de verte. —Edward sonó su garganta para que Jacob reparara en él—. Oh, Cullen, tus padres están aquí, vienieron a ver a Bella.

— ¿Estarás bien sola? —preguntó tras haber asentido en dirección a Jacob. Asentí. 

Edward salió de la habitación con una mueca en su rostro, me hubiera burlado, seguramente le sacaría en cara eso, pero justo ahora estaba aturdida por James, y mentiría si no lo mencionara a él como la mayor causa de mi aturdimiento ¿quién sino él volcaba mi corazón de ese modo?

—  ...Bella, tierra llamando a Bella.

—  Lo siento, estoy algo...

—  ¿Mareada? —asentí —. Es normal, te desmallaste por hiperventilar tanto.

— Lo siento también por eso, arruinó mi tarde de ganadora.

— No tienes porqué disculparte, creo que entiendo que estés así.

Tú...IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora