16. Cloroformo

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Quisiera hacer un hechizo como en Harry Potter y desaparecer en una nube de humo o un hoyo en la tierra y desaparecer. La mirada de furia que tenía Keith justo ahora me había intimidado demasiado. Siempre tendré tanta mala suerte, pero no, si la culpa era mí. No debí meterme en caminos que no me corresponde, no entendía porque tanta curiosidad si claramente se notaba que me detestaba. Su mirada, esa mirada me hacía temblar el cuerpo, verlo tan serio sin ninguna pizca de gracia me inquietaba.

—Ya me iba— susurré levantando las manos.

—Te lo voy a preguntar por última vez— se agarró su frente— ¿Qué haces aquí?

—Yo...ehm, no lo sé buscaba algo—balbuceé. Era cierto, no lo sabía.

— ¿Qué cosa?—al parecer está muy furioso, se acercó de manera amenazante— ¡Tú vistes mi diario! ¡¿Que mierda haces aquí?!

No tengo por qué asustarme, mucho menos de él. Mantuve mi postura, tratando de no bajar la guardia. Su tono de voz no se comparaba en nada con el que yo conocía. Yo solo parecía una tonta frente a él balbuceando palabras sin sentido.

—Sólo déjame ir...

—Eso no se no se lo permito a nadie— alzó sus dedos—Yo voy...

— ¿Qué...qué vas hacer?— mi respiración aumentaba— ¿Asesinarme?— pasé saliva parándome firme— De la misma forma como mataste a ese chico por hablar de tu madre, ¿Así es con todos? Los asesinas porque se meten con tu pasado.

—No sabes lo que estás diciendo...— cada vez se acercaba más.

—Claro que lo sé— me crucé de brazos decida a que ningún psicópata, enfermo mental me haga intimidar—, y tú también sabes de que estoy hablando ¿Por qué no lo intentas? Vamos ven y hazme daño.

—Te dije que te alejaras de mí, pero no entiendo por qué insistes en saber de más, lo vas a arruinar todo.

— ¿Arruinar? Sólo déjame salir, no te vuelvo hablar y ya está— rodé los ojos.

—Te detesto, eres tan metida, ¿Qué quieres saber? ¿Qué ando asesinando a tipos que se lo merecen? ¿Qué tal vez justo ahora haga algo contra ti?— solo habían pocos centímetros de distancia.

—Yo tampoco lo sé— me exasperé—, y eso es lo que más me molesta, porque parezco una idiota frente a ti sin ninguna explicación en donde tú no dejas de comportarte como un animal salvaje haciendo un montón de preguntas que sabes perfectamente que no contestaré, porque ya te lo di... —se acercó a mí de manera salvaje dejándome contra la pared. Sentía su respiración chocar en mi frente, levanté mi cabeza, atónita, ni siquiera eso. Estaba perpleja, conmocionada, paralizada y sorprendida pero había algo que nos alejaba. Su distancia, su cuerpo estaba alejado del mío aún, aunque hayan sólo poco centímetros parece que no quiere tocarme ni con un palo.

Al parecer a Keith no le gusta estar cerca de nadie

—Me estresa escucharte, ya era hora que te callaras— rodó sus ojos, alejándose inmediatamente de mi— Créeme que si siguieras hablando hubiera cometido una locura, tal vez esta habitación esté teñida de rojo.

— Déjame ir — forcejeé la puerta, aunque estaba lleno de furia sus intenciones no eran asesinarme...aún. Fui una estúpida al haber venido ¿En qué estaba pensando? Últimamente he estado haciendo las cosas sin pensar y luego me arrepiento ¿Qué me pasa? Yo sólo estudiaba todo él día y hoy me estoy revelando metiéndome en la vida de otros.

— Te dejaré ir, si me dices que hacías ¿Leíste todo?— se cruzó de brazos molesto. No entendía por qué tanto interés en su típico diario.

Lydia® [LIBRO 1-2] BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora