48. Regresar

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Me sentía ahogada, desesperada no sabía si correr o huir, Kyle me sonrió levemente yo solo me levante lentamente mirando horrorizada lo que había hecho, me alivio un poco ver que aquella chica recobraba el conocimiento. Keith se levantó también, todo torno como cámara lenta, sabía perfectamente que el pánico esta vez se apodero de mí, el miedo, me di cuenta que era cobarde por lo que iba hacer, así que salí corriendo. Sentía que la mirada de todos me clavaban como agujas, quería llorar, me sentí como cuando era niña, si le tenía miedo a algo era al rechazo de los demás.

Corrí y aunque muchos gritaran horrorizados no me detuve, quería huir de la presión en la que me sentía este momento, por mucho coraje que tenga no tenía el derecho de atentar contra nadie después de todo aquella chica nunca me golpeo, pero yo, casi la mato.

Sentí que alguien me tomo con brusquedad de la mano, por instinto sabía que era Keith, me quise soltar de su agarre pero era imposible luchar con Keith, golpeó su pecho para soltarme, incluso intente darle algunos golpes con el pie.

— ¡Cálmate!— grito Keith, apretándome entre sus brazos— Calma... ¿Si?

Comencé a llorar, la ira y la desesperación cada vez se absorbían por el llanto y el remordimiento.

— ¡Todos me ven! ¡Me tienen miedo!— sentí mi cuerpo un poco liviano por causa del llanto.

—Tranquila— acaricio mi cabello, desde lejos escuchaba como algunos me buscaban para que no huya— Vamos, sube al auto— abrió la puerta del auto lo más rápido que pudo, me senté en el copiloto mirando al horizonte, lo único que podía hacer era temblar.

En el transcurso del tiempo nadie decía nada, las llamadas en el teléfono no paraban, ambos hicimos caso omiso, por más que quisiera dejar de llorar no podía.

Estoy llegando al límite lo sabía, esto sobrepasa toda situación.

Miraba a mi alrededor, ya no habían casas, solo podía distinguirse una carretera larga e infinita, tierra en los lados con algo de pasto verde.

— ¿Dónde vamos?

—Lejos— respondió cortante Keith— ¿Por qué Lydia? ¿Sabes que ocurrirá ahora? — apretó el volante, estaba molesto podía ver los nudillos de Keith blancos por la fuerza.

—No sé qué sucedió...

—Nunca sabes— lo mire con amargura— Lydia, te harás daño a ti misma ¿No te das cuenta? Te alteras mucho cuando te dice loca, no los tomes en cuenta y no demuestres lo que no eres.

— ¡Ya cállate!— lo empuje lo más fuerte que pude, el carro dio un giro brusco haciendo resonar las llantas, mi cabeza golpeo la ventana y Keith se golpeó la frente en el volante.

Abrí mi boca sorprendida, la tierra se había levantado haciendo que todo nuestro alrededor se vea nubloso. Gire mi cabeza lentamente para observar a Keith, él hizo un gesto como si le doliera algo, elevo su mano a la frente y cuando la miro había sangre en ella.

Había lastimado a Keith.

— ¡Maldición!— lo mire horrorizada— ¡Yo...yo te he hecho...!— abrí la puerta saltando a la tierra, caí de rodillas y procedí a correr, no entendía por que había reaccionado así, eran ciertas mi expectativas, me estaba convirtiendo en un monstruo.

—Lydia detente, estas herida— pero no le hice caso, seguí caminando con las lágrimas en mis ojos.

—Aléjate Keith.

Levante mi brazo haciendo una seña para que se alejara

— Te hice daño Keith...

—Yo también te lo he hecho ¿no es así?

Lydia® [LIBRO 1-2] BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora