CAPÍTULO 40: Reto #49, completado

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Mis latidos se volvieron más rápidos y la desesperación tomó las riendas de la situación. Volteo a todas partes, en busca de un escondite o algo que fuera de ayuda para evitar el encuentro con Lina.

Me sentí aliviado al ver que había un restaurante muy cerca de donde me encontraba. Rápidamente entré a éste y tomé asiento en una mesa colocada detrás de un adorno de arbustos, porque pretendía estar oculto si es que pasaba por enfrente del restaurante.

Sin embargo, como hoy parecía ser el "día de mala suerte para Rubius", Lina junto con su amiga de la escuela entraron al mismo local en el que me encontraba.

¡¿Por qué justamente aquí?! ¿Por qué no un cafecito del Starbucks, yo que sé?, pensé al mismo tiempo que ocultaba el regalo debajo de la mesa. Debido al tamaño, muy apenas cupo.

Mientras me maldecía a mí y a mi mala suerte, fingía ver la tarjeta del menú, que justo me habían entregado, cuando en realidad observaba por encima de ella para deducir dónde rayos se sentarían las chicas. Sentí que un peso se me quitaba de encima cuando tomaron asiento en la mesa que estaba al otro lado de los grandes arbustos. No me verían.

— ¿Y cómo sigue tu situación con Rubius? —preguntó la amiga de Lina. Podía escuchar perfectamente desde mi lugar.

Tragué saliva por miedo a lo que fuera a decir la chica, porque, tenía que admitirlo, últimamente he dejado a Lina muy de lado. Toda la tarde me la paso fuera del departamento, lo contrario al caso de Lina, quien se queda ahí estudiando, haciendo tarea o vídeos o leyendo.

—Lo he visto muy ocupado, prácticamente sólo lo veo en las noches. Y eso si no estoy dormida ya.

—Mmm... ¿Y no se te ocurre un motivo, por más tonto que sea?

Hubo un silencio demasiado largo. Eso hizo que me dieran ganas de ir a la mesa de Lina, darle un gran abrazo y decirle que la quería. Y lo hubiera hecho si las circunstancias fueran otras, pero lo único que me quedó fue contenerme y seguir escuchando.

—No, por más que me esfuerzo no concibo una idea.

— ¿Y si es por tu cumple?

—Puede... no sé. No quiero seguir hablando de este tema —hubo una pausa de unos pocos segundos, luego habló—. Tengo hambre. Me devoraré dos hamburguesas y cinco raciones de papas fritas.

—No replicaré porque es tu dinero... cada quien pagará lo suyo —aclaró al final.

— ¡Hey, de eso no me advertiste antes de entrar aquí! Pensé que ibas a invitar tú... —esto último lo dijo en un tono infantil. Imagino que también estaba haciendo pucheros y el simple hecho de imaginarlo me sacó una sonrisa. Esa chica era la ternura en persona.

—Ya, te compraré una ración extra de papas fritas.

— ¡Yas! —exclamó Lina.

La siguiente media hora transcurrió muy tranquila: pedí mi orden y en menos de quince minutos ya me la habían traído y cinco minutos después se la trajeron a las chicas de al lado. Cuando había acabado mi plato y pagué la cuenta, las adolescentes llevaban tres cuartos del platillo (o por lo menos eso calculé, considerando la lentitud con la que come Lina).

No hubo otra opción que no fuera esperar a que salieran primero para poder hacerlo yo después.

—Iré al baño —avisó Lina—, no te atrevas a tocar mis papas, Maureen.

Genial. Ya sabía el nombre de su amiga.

—Cómo crees... —bromeó Maureen.

Escuché que movían una silla y unos pasos que se fueron alejando. Sin esperarlo, escuché también una risa por parte de la amiga de Lina... el tipo de risa que te da cuando planeas algo malvado. En ese momento, una curiosidad muy grande me invadió. ¿Acaso ella planeaba algo?

Encanto Inexperto (Fanfic Rubius) (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora