CAPÍTULO 16: Vamos a la playa (2/2)

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Valencia no era un lugar muy lejano de Madrid, por lo tanto, se hacían más o menos tres horas de viaje en coche. Supuse que resultaba mejor irse en auto que en avión, porque aparte de que te ahorrabas dinero, conocías paisajes, sitios y lugares por los que pasabas. Pero la comodidad, es otra cosa ¿no es así?

Escuchábamos con atención las canciones que colocaban en la estación de radio. Después, decidieron poner la de Tsunami de Martin Garrix y fue cuando la cosa se puso seria. Miré a Rubén, quien también me devolvió la mirada. Él parecía estar esperando al "drop" como todos los demás, y al llegar...

— ¡A- A- A- A- A- A- A- LEXBY! —gritaron a coro al ritmo de la canción, alzando el puño al techo repetidas veces y moviendo la cabeza— ¡A- A- A- A- A- A- A- LEXBY!

Partimos en risas y al tranquilizarnos, las charlas sustituyeron al silencio. Vi con curiosidad, que Emily y Samuel platicaban alegremente. En sus ojos existía una intensidad que se notaba a kilómetros y un brillo destellaba en los ojos de ambos...

Algo pasa aquí.

Dejé a los "enamorados" de lado y puse mi atención en Rubén; llevaba puestos unos lentes de sol, y como estaba a mi  lado, se los quité para colocármelos yo. Él solo sonrió—. Claro que te los presto, cariño.

— Muchas gracias, querido —contesté de vuelta.

Como la radio comenzó a poner reggaetón, Rubén ofreció su móvil para que lo conectaran y de ahí poner sus canciones, y esas, vaya que sí eran de nuestro gusto.

— ¡VAMOS A LA PLAYA! —cantó Rubén, moviendo sus brazos como si fueran olas.

— ¡A mí me gusta bailar! —seguimos Mangel y yo y otros que no supe quiénes eran—. Al ritmo de la noche...

— ¡Sound of fiesta! —finalizó Cheeto, con voz aguda y femenina.

Me reí levemente y dirigí mi vista a la ventana. Me había tocado junto a ésta y podía ver los paisajes que nos regalaba el viaje. Apoyé mi barbilla en la mano y mi mente divagó en muchos recuerdos. Desde que me escapé, hasta este preciso momento. Todo había cambiado de una forma drástica y aún no lo asimilaba; pero... Cambió para bien, ¿no?

Suelto un suspiro de cansancio y cierro los ojos. Muchas veces, una curiosidad tremenda me invadía y me preguntaba qué sería de mí si mis amigos se enteraran de mi "especialidad". ¿Qué pensarían ellos de mí? ¿Me tratarían igual?... O, ¿Me verían con otros ojos? Tenía muchas preguntas, pero la mayoría sin respuestas. Y eso me desesperaba.

Sin embargo, la curiosidad que sentía no se comparaba con el miedo de perder las amistades que había conseguido. El miedo de quedar completamente sola. El miedo a que me excluyan y me vean como algo "raro". El miedo a... El hecho de qué podría pasar si la verdad saliera a flote.

Comenzaron a picarme los ojos y  parpadeé varias veces, deseando que mis ojos no se vieran llorosos.

Sin darme cuenta, me había quedado dormida, apoyando mi cabeza contra la ventana.

—Narra Rubén—

— Hey Emily, ¿Cuánto falta? —pregunté, inclinando mi cuerpo hacia adelante.

— Treinta minutos —anunció ella sin despegar su vista de la carretera—. Tú ya has estado en Valencia, ¿no es cierto?

— Si —admití con una sonrisa—. Vine hace poco a firmar libros.

— Oh, había escuchado algo así —contestó, girando en una curva cerrada con habilidad— ¿Y cómo te fue?

— Las personas dan mucho amor —confesé, riéndome al recordar todo el alboroto que hicieron.

— Es comprensible —respondió con una risita.

Pero, a veces me sorprende el afecto que un fan le tiene a su "ídolo", pensé con la vista desenfocada.

En varias ocasiones, cuando leo un comentario que dice lo mucho que le he ayudado a pasar un mal momento, que le hice el día con mis tonterías, que les subo el ánimo... Me hace sentir extraño. Seguramente, si es que algún día viajara al pasado y visitara a mi "yo" de quince años diciéndole que seré el Youtuber con más seguidores de España, posiblemente, no me creería ni una palabra.

Volví a sentarme correctamente en mi asiento y echo un vistazo a Lina. Ella seguía durmiendo, usando la palma de su mano como almohada. Aproveché que estaba ausente para mirar con detenimiento sus facciones del rostro, desde la forma de sus labios, sus pestañas rizadas y su cabello castaño claro.

— ¡Chist! Hombre Rubius, deja de mirar a Lina, pedófilo —acusó Willy desde los asientos de atrás.

Escuché algunas risas, y yo, sin saber qué hacer, me rio junto con ellos.

— Tengo una duda —informó Mangel, levantando una mano. Nosotros guardamos silencio y le miramos curiosos—, ¿por qué cuando yo me duermo en los viajes, abusan de mí y de Lina no? No lo entiendo, joder  —frunció el ceño confundido.

Todos los de la camioneta reímos y con ello, ocasionamos que Lina se despertara.

Lina frotó despacio sus ojos mientras que alguien susurraba "¡Quédensele mirando!" y así lo hicimos. Ella quitó las manos de su rostro una vez que logro despabilarse un poco y pasó su mirada por cada uno de los rostros que la veían. Por último, me volteo a ver a mí y alzó ambas cejas.

— ¿Por qué me miran de esa manera? —Inquirió con voz soñolienta y rascó su nuca— ¿Tengo algo en la cara?

No pude seguir manteniendo las carcajadas dentro de mí y hago un sonido de risa contenida, pero Mangel si soltó la carcajada, seguido de los demás, uno por uno. También terminé riendo con ellos y Lina no parecía entender nada.

— Chicos, callaos —ordenó Emily después de unos segundos—. Digan "hola" a Valencia, amigos míos.

[...]

Con ayuda de las indicaciones de Alex, Emily pudo llegar finalmente al hotel correspondiente. El estacionamiento era inmensamente grande y no batallamos para encontrar un lugar donde aparcar. Emi apagó la camioneta no sin antes abrir la cajuela y, rápidamente, bajamos las maletas. Caminamos apresurados a la entrada para luego pasar al lobby.

El lobby estaba repleto de candelabros en el techo, cristales de colores rústicos adornaban las ventanas. Las paredes eran altísimas, pintadas a escalas de café. Los sillones combinaban a la perfección y no faltaban los cuadros de pinturas abstractas y realistas.

Alex y Vegetta fueron a con la recepcionista, para ver lo de la reservación. Mientras, los demás nos sentamos en uno de los muchos sofás. Empezamos a platicar, reír, bromear y esas cosas normales.

— ¿Rubén? ¿Tú hiciste ese cuadro? —preguntó Staxx, señalando una pintura.

— Obvio, o sea no lo dudes —dije con un tono afeminado y fresa—. Ahí está mi firma, eso lo dice todo ¿no lo ves?

— Wow Rubius, no sabía que te apellidabas Silva —comentó Cheeto.

— Psss, para que veas —respondí con tono de superioridad.

Luego, nos reímos a causa de que una chica se nos quedó viendo con cara de confusión en todo su esplendor y apresuró el paso, alejándose de nosotros.

Poco después, llegaron Alex y Vegetta y nos informaron que nos había tocado en el piso 15 y eran dos habitaciones con dos camas matrimoniales, con un baño amplio, un armario y tele plasma. Por supuesto que no faltaba el balcón con la vista a la playa.

Tuvimos que dividirnos en dos elevadores, ya que éramos bastantes y con las maletas no podríamos subir juntos, por lo que, pasando unos minutos, nos volvimos a encontrar en nuestras habitaciones asignadas.

Estos tiempos que vienen, tienen la pinta de ser increíbles.

***

Hola:D ¿Cómo están?

Espero y hayan disfrutado el capitulo:)

Voooten, comenteeen

Nos vemos prontito, chau ñ.ñ

Encanto Inexperto (Fanfic Rubius) (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora