CAPÍTULO 17: Una tarde de cursiladas

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Después de que cada quien vaciara sus maletas y se cambiaran, decidimos ir a la playa el resto de la tarde. El cielo estaba completamente gris y daba señales de que llovería en cualquier momento.

Yo veía la televisión junto a Mangel y Cheeto, esperando a que las mujeres salieran del baño... ¿Por qué siempre tienen que tardar tres horas en alistarse? No las entiendo.

Sin embargo, mi paciencia se agotó y me levanté de la cama, gruñendo. Fui a la puerta del baño y comencé a darle golpes insistentemente.

— ¿Quieren apurarse? —Dije, pegando mi oído a la puerta—. Ya todos estamos listos hace siglos.

Escuché que alguien giraba el picaporte y enseguida me hice a un lado. Lina fue la que salió, llevaba puesta una blusa blanca larga, unos shorts de mezclilla y los vans negros de siempre, su cabello se encontraba suelto, llegándole un poco más arriba de su cintura. Supuse que el traje de baño se lo había puesto debajo de su ropa.

— Hey Rubén —saludó Lina a la vez que se hacía una trenza.

— ¿Por qué tardan tanto? —pregunté, desesperado.

En eso, llegó el resto de la pandilla youtuber. Todos estaban listos y podríamos habernos ido ya, si no fuera por la tardanza de las mujeres.

— ¿Ya acabaron? —cuestionó Luzu, sentándose junto a Mangel y Cheeto.

— Hasta crees —contesté, haciendo un chasquido con la boca.

— ¡Pues váyanse ustedes, nosotras las alcanzamos! —Gritó Emi desde la otra pared— ¡No se compliquen la vida!

Todos estuvimos más que de acuerdo y Lina, como ya se había alistado, nos quiso acompañar. Caminamos por el amplio pasillo. Yo miraba con atención los paisajes que nos brindaban la altura y las típicas ventanas gigantes en la pared; el mar se extendía hasta que su fin se perdía en la lejanía, las palmeras se mecían por el viento y las personas iban de un lado a otro.

Llegamos por fin a los elevadores y sólo uno de ellos estaba cerca de nuestro piso, por ello, decidimos llamar a ése. Cuando llegó, nos apretamos en el reducido espacio del elevador, con intención de que todos pudieran caber.

No obstante, Lina fue la última en subir y al hacerlo, sonó el típico sonido que hace el elevador cuando se pasan del límite de peso.

— Lina...

— No importa, me subo al que viene —dijo Lina, señalando el segundo elevador.

Luego, justo cuando las puertas se iban a cerrar, no le pude ganar al instinto sobre protector y salí del ascensor para quedarme con ella. Lina se sorprendió un poco ya que no se lo esperaba, pero aún así me dedicó una sonrisa.

— Hace mucho que no hablamos —comenté alzando ambas cejas.

— Ajá, hace unos treinta segundos.

— Me refería así, en plan, tú y yo solos —aclaré.

— En eso tienes razón.

Hubo un silencio que me pareció eterno, hasta que decidí romperlo.

— ¿Te estás divirtiendo? —pregunté tratando de sacar plática.

— Sí, bastante —sonrió ampliamente—. La verdad es que desde hace mucho tiempo no me sentía tan bien como ahora —esto último lo dijo con una mueca en sus labios.

Ella se alejó de mí y se dirigió hacia la ventana. Por instinto, la seguí y me coloqué a su lado. Un molesto nudo se formó en mi garganta y sin poder evitarlo recordé el día que me contó lo infeliz que había sido su vida antes de encontrarse conmigo. Lo mucho que ella había deseado poder sentirse querida. Tomé aire y pregunté inseguro:

Encanto Inexperto (Fanfic Rubius) (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora