CAPÍTULO 43: No puedo amarte

138 10 8
                                    

—Narrador Omnisciente—

Las calles del centro de Madrid comenzaban a petarse de autos. Ya era la hora en la que las personas terminaban su jornada laboral y no pensaban en otra cosa que en volver a casa. Rubén quería lo mismo.

Estaba caminando apresuradamente. No hacía mucho que se había despedido de Mangel, de hecho, alrededor de una hora. La tarde se le había ido en llamadas, llamadas y más llamadas, pero estaba más que feliz, estaba satisfecho. De esas extrañas veces en las que le dedicas mucho tiempo a tus tareas y salen perfectas y no quieres esperar a presentársela a tu profesor... ¿Qué? ¿Suena muy irreal? Bueno, por lo menos entendieron la comparación.

Rubén, a pesar de estar muy orgulloso de su plan maestro, se encontraba un poco inquieto. No acababa de digerir lo que habían platicado su mejor amigo y él. Después de que le preguntó tal cosa, se sintió extrañamente incómodo. Le había hecho pensar muchas cosas y ahora se sentía perdido, como si no encajara nada.

¿Que Lina le gustaba? A decir verdad, él nunca se vio diciendo "ella me gusta, es la chica indicada y estoy locamente enamorado de ella". Entonces, si había tenido esa idea siempre, ¿por qué pareció ponerse el mundo de cabeza cuando Mangel sacó el tema a la luz?

Cuando menos se percató, la puerta de su departamento casi le tocaba las narices, esperando a ser abierta. Tomó el pomo y resultó que alguien ya había llegado... lo más seguro era que Lina llegó antes que él.

Se esperaba escuchar ruidos de disparos y explosiones, música de fondo y la dulce voz de su compañera de piso, pero, en vez de eso, vio lo menos que se podía imaginar.

En el sofá estaba Lina y un tipo a quien no supo reconocer, y parecían estar divirtiéndose mucho.

Una ola de celos atacó a Rubén desde los pies hasta la cabeza y era poco lo que faltaba para que fuera hasta ellos y los separara unos cinco metros de distancia. Pero así como en un instante sentía unas ganas incontrolables de matar, en un segundo una tristeza muy profunda lo invadió.

—Hola Lina —saludó con voz apagada.

La mencionada inmediatamente dejó de hablar con su amigo para mirar al recién llegado. Se sorprendió un poco al darse cuenta de que Rubén se veía algo molesto, o triste, no lo sabía muy bien.

—Hola Rubencio —sonrió ampliamente, dejando de lado la confusión—. Te estaba esperando para hacer cena —alzó ambas cejas consecutivamente con tal de sacarle una sonrisa a su amigo castaño. Sin embargo, sus intentos fueron en vano, ya que Rubén simplemente se limitó a fulminar al desconocido con la mirada—. Oh, lo siento... él es—

— ¡Hombre, Rubius! ¡Qué sorpresa! —Ian se paró con algo de descaro y se dirigió a Rubén para darle un amistoso abrazo—. Soy sub tuyo, me llamo Ian Torres. Tío, debes de seguir con las series, no seas tan desgraciado —bromeó con una gran sonrisa pintada en los labios.

—En teoría, soy un desgraciado —frunció sus labios con la vista ahora puesta en Lina, quien lo veía de una forma seria. Y, con un suspiro, dejó el abrigo en una silla y se retiró lo más rápido que pudo de ese lugar.

¿Por qué estaba así? ¿Ella había hecho algo? ¿Habrá pasado algo con Mangel?, se preguntaba Lina en su mente sin quitar la vista del abrigo marrón de Rubius. Buscó a Ian y éste se encogió de hombros.

—Anda con él, ve. No se ve muy bien y creo que ahora me odia.

—No digas eso, no tiene razones para hacerlo —replicó Lina levantándose una colita de caballo. Mientras, Ian se ponía su chaqueta de cuero—. No tiene sentido.

Encanto Inexperto (Fanfic Rubius) (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora