CAPÍTULO 47: Dudas (2/2)

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  — Narra Rubén —

Después de haber caminado por una hora las calles de Madrid, decidí que ya era hora de volver. Todavía recordaba la calidez y la electricidad en mi cuerpo cuando la tuve tan cerca de mí, no hace mucho.

Me estremecí y me mordí el labio inconscientemente.

No lograba entender desde qué momento las cosas comenzaron a ponerse de un tinte rosa con ella. Supongo que este tipo de cosas pasan lenta y discretamente y cuando quieres abarcar todo lo sentido, el amor ya se te adelantó por mucho.

¿Y por qué diablos no me quiere aclarar lo que me contó aquella noche? Se escuchaba importante y en cierta manera me hacía sentir mal no saberlo.

Mantendré la razón firme y planearé algo más eficiente para ganar su confianza de nuevo.

Abrí la puerta sin pensármelo demasiado y como siempre era a esa misma hora, mi compañera estaba haciendo cena.

Como no tenía apetito, fui a mi habitación y tomé mi celular. Las cosas con Mangel estaban tensas, y la verdad es que necesitaba de su apoyo, por lo que le llamé sin avisar. Al principio hubo muchos silencios incómodos, pero poco a poco se fue soltando el problema y en menos de media hora ya le estaba echando mis mierdas.

  — ¿Qué hago Mangel? 

  — Mmm, no sé la verdad Rubiu. Se ve que es algo gordo ¿ya hablaste con alguien más cercano de ella? ¿Willy?

  — No... —pensé por un largo minuto y añadí—. Es buena idea, creo que lo haré.

  — Vale —dijo el andaluz con alivio.

  — No puedo creer que le haya dicho lo del beso —lamenté, cubriendo mis ojos con una mano.

  — Qué embarazoso tío —se burló, riéndose al otro lado de la línea.

  — Cállate, qué pesao macho —protesté, aunque también quería reírme.

Acontecido todo eso, jugamos unas horas al Counter, hasta que alrededor de las cuatro de la mañana me ganó el cansancio y me despedí.

Al día siguiente Lina tenía clase, así que estuve toda la mañana solo, editando un vídeo que subiría esa misma tarde. Cuando había ido por un poco de agua, vi un post-it rosa con la letra delicada de Lina, decía: "Hoy me quedaré a estudiar con amigos. No vengas a recogerme:)"

Se me pusieron las mejillas rojas por los celos e hice una pelotita aquella nota. Volví a mi habitación y puse mi música a todo lo que daba la bocina.

Por fin, alrededor de las cuatro de la tarde tuve el vídeo listo, así que lo dejé subiéndose. Tomé camino hacia el salón y en cuanto me senté en el sillón, alguien llamó a la puerta.

Al principio pensé que podría ser Lina, pero me llevé una tremenda sorpresa.

  — ¿Lizbeth?

  — ¡Hola Rubén! —saludó alegremente, alegre por haberme tomado desprevenido.

Entrecerré mis ojos, sin poder creerlo. Moví de vuelta la puerta para cerrarla, pero ella se interpuso— ¿Así tratas a tus invitados?

  — Yo no te invité —repliqué, alzando una ceja.

Liz entró de todas formas y rodé los ojos.

  — No ha cambiado tu departamento desde la última vez que vine —comentó dejando su chamarra en el perchero.

Encogí mis hombros y volví a sentarme en el sillón. Puse mis manos detrás de mi cabeza y cerré mis ojos, esperando que todo eso fuese mentira, una pesadilla.

Encanto Inexperto (Fanfic Rubius) (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora