CAPÍTULO 51: Sin máscaras

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—Narrador omnisciente—

Rubén, sintiendo como si llevase su corazón en la mano, buscó a su pelinegro amigo. No se sentía bien y quería avisarle que se iba a ir al hotel.

—Mangel —llamó él, tocando su hombro. El chico de gafas volteó y al ver el estado de Rubius, abrió su boca, pero éste le interrumpió—. Dijiste que no metiera la pata, y yo sólo —un nudo le ahogó las palabras y tuvo que tomar una bocanada de aire muy grande—... yo sólo confesé todo.

—Ay, Rubiu...

—Quiero irme, no me gustaría que me vieran así.

Mangel, sin decir ni una palabra, le ofreció un abrazo que le sentó muy bien a Rubén—. Lo que quieras tío, luego hablamos, ¿vale?

El español noruego se limitó a decir sí y con pasos grandes y unos empujones, salió de aquel lugar.

Pidió un taxi, dio la dirección y una vez que estuvo dentro de la seguridad de su habitación, se metió entre las sábanas de la cama, queriendo dormir.

Había prometido que todo saldría bien esa noche, pero daba la espina de que la palabra bien no iba con los deseos del chico.

—Qué estupidez —murmuró para sí, sonrojado al recordar todo lo que pasó con Lina y su declaración.

Rubén encendió su celular y una notificación de llamada perdida se hizo ver entre las demás. Después, el aparato comenzó a vibrar y la pantalla se iluminó con el nombre de Lina: llamada entrante.

El Youtuber todavía sentía un poco de pena, pero eso no le impidió contestar. Él no quería ser un cobarde.

— ¿Diga?

— ¿Por qué no contestas? —Replicó la chica— ¿Por qué te fuiste?

Existió un momento de silencio bastante atronador.

—Me aburrí —contestó simple.

—Tenemos que hablar, Rubén.

El joven fingió un bostezo—. No puedo, tengo mucho sueño, tal vez mañana...

Se escuchó un suspiro y luego una maldición muy baja.

—Sabía que no querrías, y discúlpame mucho, pero no permitiré que se quede así.

Y lo contrario a lo que pensaba Rubén, ella colgó.

Él se despegó el celular de su oreja y miró atentamente la pantalla, esperando a que su amiga llamase de nuevo, pero en vez de eso, ella llamó a su mismísima puerta.

— ¡Rubius!

El mencionado pegó un brinco, dándose un golpe contra la cabecera de la cama.

—Venga Rubius, hace frío acá afuera y el pasillo da un mal rollo que flipas.

Rubén se levantó de la cama y abrió la puerta antes de que se pasara el valor.

Lina pasó dentro sin decir palabra alguna y se sentó en la orilla de la cama algo desordenada. Recostó su espalda y balanceó sus pies de adelante hacia atrás, nerviosa visiblemente.

El castaño hizo lo mismo que ella, procurando mantener algo de distancia entre ellos.

Miraron el techo unos largos minutos, escuchando la respiración del otro.

— ¿Qué estabas haciendo? —quiso saber la chica de ojos azules, jugueteando con su cabello.

—Bueno... iba a dormirme. Pero ahora no creo lograrlo.

Encanto Inexperto (Fanfic Rubius) (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora