CAPÍTULO 20: Reencuentro no deseado

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Narra Lina

Desperté acompañada del relajante sonido del mar y las palmeras meciéndose. La habitación estaba medio oscura, por lo que supuse que serán entre las cinco o seis de la mañana.

Tengo esta extraña costumbre de levantarme temprano y si me despierto, ya no puedo volver a conciliar sueño. Por ello, decidí aprovechar que los demás estaban dormidos y darme un baño.

[...]

Luego de que pasara media hora, ya salía del baño, cambiada y peinada y mis amigos seguían profundamente dormidos.

No los culpo, nos habíamos dormido alrededor de las tres de la mañana y debían estar cansadísimos. En la habitación en la que me había tocado estaban Rubén, Willy, Mangel, Lana y Emi. Se preguntaran, ¿cómo pudieron caber en las camas? Pues de hecho no hubo problema, ya que eran exageradamente grandes.

Suelto un alargado suspiro y me encamino hacia el balcón.

Una vez fuera, apoyé mis codos en el barandal y me dispuse a contemplar las vistas que me regalaba la altura.

(Fb)

Estábamos toda mi "familia" en la playa. En ese entonces yo tenía unos cuatro años de edad y no sabía mucho sobre el mundo. Para mí, todo era un misterio por descubrir.

Yo me dirigí al balcón y me asomé con cuidado, por miedo a caerme.

— ¡Mami! —exclamé emocionada. Mi madre me volteó a ver con irritación—. Algún día iré a averiguar que hay hasta el final del mar —dije, señalándole el "final" del océano.

Mi hermano mayor se acercó a mí y me dio un empujón sin preocuparse de moderar la fuerza, haciéndome tambalear.

—Niña tonta, no hay cosas mágicas ni nada de eso. Sólo encontraras países y nuevos lugares —explicó, sin quitar la vista de su móvil.

— ¿Países? ¿Cómo el País de las Maravillas, el que encontró Alicia? —pregunté ladeando la cabeza.

—Las cosas que dicen esas historias no son reales, Lina —reprochó mi padre. Con una mueca rara en sus labios.

—No... ¿No lo son? —cuestioné, con miedo a que fuera cierto.

—Ya Lina, guarda silencio y apúrate —había dicho mi madre, jalándome bruscamente de un brazo.

(Fn)

— ¿Lina? —llamó una voz soñolienta a mis espaldas.

Rápidamente gire mi cabeza y vi a Rubén, corriendo la puerta deslizable detrás de él. Sus ojos estaban ligeramente entrecerrados, su camisa se encontraba arrugada y las puntas de su cabello apuntando a todos lados. Así se veía todas las mañanas.

Sonreí para mis adentros.

—Hola —saludé, volviendo mi vista a la playa.

—Estaba viéndote desde hace rato y no te diste cuenta —anunció, recargando sus codos sobre el barandal igual que yo—. Estabas bastante ida —agregó riendo.

—Simplemente pensaba —aclaré, cerrando los ojos a causa del cansancio.

—Debió de ser algo muy importante, ¿no?

—No tanto... Uh, ¿Por qué despertaste tan temprano? —dije, tratando de cambiar de tema.

—Me estás pegando tus costumbres de despertarte a estas horas —respondió, mostrando sus dientes en una sonrisa.

Encanto Inexperto (Fanfic Rubius) (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora