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Y aquí estaba nuevamente. En el número 12 de Grimmauld Place, mirando cada uno de los marcos y...

—¡Despreciable sabandija! ¡Sólo vienes cuando no hay nadie! ¡Traidor!

—Tú siempre tan tierna, madre —murmuro poniendo una cortina frente al retrato de mi difunta madre.

—¿Sirius? —oigo a alguien venir.

Regulus.

—No sabía que vendrías —murmura secamente, pero aun así agarrando una de mis maletas, ayudándome a entrar—... Pensé que ya no vendrían desde lo que pasó hace... ¿cuántos años?

—¿Cuándo me fui de casa a los dieciséis? —pienso el tiempo. Ya ha pasado mucho— Como cuatro años, ¿y tú? ¿cómo te va en el trabajo?

—Todavía no encuentro —contesta empezando a subir las escaleras—, por ahora estoy viviendo con lo que nuestros padres dejaron, pienso irme a trabajar como medimago.

—Charlie puede ayudarte, trabaja como medimaga en San Mungo —contesto sonriendo.

—Es bueno saber que sí eres tú —decimos los dos al mismo tiempo.

En esta época, debes hacer preguntas algo personales para saber quien es en realidad la persona. Todo gracias a que los fans del inadaptado usan poción multijugos. Antes se solía hacer, pero con menos frecuencia que ahora. Son tiempos oscuros, como dicen muchos.

—Charlie vendrá mañana, para que no te sorprendas —comento entrando a mi cuarto seguido por Regulus—. Estamos viendo la posibilidad de comprar una casa.

—¿No vivías con Potter?

—Sí, pero el desgraciado se va a casar con Lily y quiere algo de privacidad —gruño algo molesto.

—¿Cuatro años y no te aguanta más? —bufa bromeando— Yo que estaba disfrutando mi soledad.

Lo miro y sonrío, se notaba que no disfrutaba estar solo, que quería compañía después de la muerte de nuestra madre y la desaparición de padre. Regulus corresponde con otra sonrisa, tal vez comencemos a llevarnos bien después de todo.

Regulus da un pequeño salto y rasca su brazo izquierdo, mirándome con algo de incomodidad.

—Yo... esto... —da un paso para atrás sobando su brazo sobre la túnica— Tengo que ir a hacer algo, no sé cuanto tarde.

—Está bien, no te preocupes —murmuro viendo como Regulus desaparece dejándome solo.

Me dirijo a mi viejo escritorio y empiezo a escribir en una hoja vieja.

—Trod —digo y la pequeña lechuza café que Charlie me regaló viene a mí volando—, llévala a los chicos, seguro esperan noticias y...

—Así que el amo regresó.

Volteo y miro a Kreacher en mi puerta, observándome con la hostilidad con la que él solía mirarme siempre.

—Calla y mejor tráeme un jugo de calabaza —gruño y le doy la carta a Trod—. Haz que llegue lo más rápido posible, por favor.

—Pero a la lechuza sí se lo pide por favor. Amo maleducado...

Kreacher se va murmurando las típicas cosas que solía decirme.

Ruedo los ojos y, cuando estoy a segundos de acostarme, oigo como la puerta del recibidos se habré estruendosamente y miro como Troy no se ha movido de lugar.

—¿Qué mierdas...? —murmuro parándome.

—¡Qué ruido hacen! ¿Qué no puedo estar...? ¡Querida, hola! —oigo los gritos del retrato.

Los merodeadores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora