Parte extra.

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El espeso humo del lugar invadía la visión, dando la vista hacia la enorme nada que se encontraba frente a la multitud de personas.

—¿No te pudiste poner algo más presentable? —gruñó molesta Charlie mirando a su esposo— ¡Es un día especial!

—Súper especial —murmuró con fingida emoción el regañado—. Ni sé qué es lo que estoy haciendo aquí.

—¡Esperamos visitas!

—Odio las visitas —contestó estirándose—, siempre se van.

—Éstas no se irán —canturreó James dejando de jugar con su hija por un pequeño momento.

—¿Y quiénes son esas personas que llegaran? —preguntó irritado. Odiaba despertarse temprano, más cuando no tenía nada importante que hacer ese día, pero no, Charlie siempre tiene que hacer todo lo contrario para molestarlo y luego reírse en su cara.

—Querido, ¿qué lugar es éste?

—El mismo lugar que te vi después de... oh —murmuró el pelinegro—. Creo que nunca estaré más feliz de la muerte de alguien hasta ahora.

—Insensible —acusó la chica rodando los ojos.

—Mamá, ¿quién vendrá? —preguntó la ojimiel mirando a la nada.

—Pues ni yo sé —declaró sonriendo—. Profesor, ¿quién va a venir?

—Charlotte, ¿qué debe pasar para que me llames Albus? —cuestionó el mayor sonriendo.

—Revivir —Charlie sonrió guiñando un ojo—, pero no me a contestado mi pregunta...

—No te apresures, pequeña, simplemente mira hacia adelante —murmuró el antiguo director sonriendo cálidamente.

La castaña miró al piso suspirando profundamente. James rió a su lado, causando que la merodeadora le hechizara con la mirada.

—Tal vez, si hicieras caso y miraras al frente —susurró su mejor amigo en su oído.

A regañadientes, la chica miró hacia adelante.

—Mierda —gruñó sin consciencia de sus acciones, no hasta que se encontraba a pasos del castaño recién llegado—. Muévete—dijo empujando a la pelirrosa y abrazando a su gemelo.

—¿Charls? —preguntó el aludido recibiendo a su hermana en sus brazos— ¡Charlie!

—¡Remus!—gritó emocionada.

No sabía cómo, pero sus piernas ya se encontraban alrededor de la cintura de su pequeño hermano mientras éste la cargaba con entusiasmo.

—No sabes lo que te extrañé —susurró el antiguo licántropo—. Maldición, no había día que no pensara en ti...

Una tos se oyó detrás de ellos, llamando la atención de los dos adultos abrazados. Remus miró a la persona que exigía atención, sin bajar a Charlie de encima suyo. La castaña volteó su cabeza para mirar a la joven parada frente a ellos.

—¿Hola...?

—Nymphadora Tonks...

—¡Dora! ¿Cómo olvidarte a ti y a tu loco cabello? —preguntó la gemela abriendo los brazos y abrazándose nuevamente a Remus antes de caerse por su estupidez.

—Hola, tía Charlie —murmuró sonriendo.

—Tu padre está por allí —informó señalando un punto a lo lejos—, ya te puedes ir.

—Charlie —regañó su hermano.

—¿Mande, querido y extrañado hermanito?

—Te quiero presentar a mi esposa —informó sonriendo.

Los merodeadores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora