Epílogo.

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16 años después.

—Sirius, por favor, ya han pasado muchos años —murmura el castaño—. No podemos ocultárselo a Harry y...

—Harry se dará cuenta por sí mismo —contesta el nombrado—. No quiero hablar de eso, Remus.

—¡No es eso! ¡Es ella! —grita furioso Remus— Le hemos hablado de James, de Lily... ¡hasta de Peter! ¿por qué no de Char...?

—¡Calla! —grita Sirius tapándose los oídos— No la menciones.

—¿Por qué no, Sirius? —pregunta Remus. A él también le dolía, sin embargo no sabía porqué su amigo se negaba a hablar— Debes hablar de ella para superarla...

—¿Quién dijo que quiero superar? ¿Por qué estás tan seguro de eso? —cuestiona con  ira—... ¿Qué quieres que diga? ¿Qué es el puto amor de mi vida? ¿Qué la amo con todo mi ser? ¡Remus, por favor! ¡Todo el mundo sabe que es el amor de mi vida! ¡No sabes que es estar en Azkaban y ver el recuerdo de Charlie en cada rincón! —grita furioso.

Sirius Black era un gran mentiroso, y su gran mentira fue decir que no le hizo tanto daño el haber estado en Azkaban. No. Al contrario. Lo destrozó por completo.

—No sabes —la voz del pelinegro se iba apagando. Cortando como la vez que su amada había muerto—... Lo único que oigo al dormir fue su última palabra... «Joder»...

Remus no sabía que decir, pensó que Sirius iba a ser más fuerte sobre el tema.

Se equivocó.

Y mucho.

—Le iba a proponer matrimonio —susurra sin más, sorprendiendo a su último amigo y, también, cuñado—. No sé como encontró la caja, tal vez la dejé por accidente el día anterior, pero, cuando la vi ahí, tirada en el piso, me di cuenta del pequeño anillo en su dedo y una pequeña nota... —Sirius mete su mano en el bolsillo y saca la pequeña nota, arrugada, sucia y gastada..., pero siempre al lado de él— "Acepto" —murmura leyendo la nota.

Sirius, nuevamente, mete su mano a su bosillo, pero lo que saca esta vez no es una nota. Sino un anillo. Un hermoso anillo. Plateado con verde y, en el lado oculto del anillo, la fina letra... «Canox»

—Sirius... —Remus no sabía que hacer o decir, esto último lo había tomado por sorpresa.

Él no pensaba que Sirius iba a dar ese paso tan grande, pensaba que su compañero, casi hermano, no era lo suficientemente maduro como para querer estar con alguien toda su vida, y ni se diga con aquel lazo.

Tampoco pensó a Charlie y a Sirius con un hijo, no, en aquel entonces no pensaba en eso.

Pero ahora lo hace, y le rompe cada vez más el corazón.

Que tan equivocado estaba.

Claro que Sirius y Charlie hubieran sido unos estupendos padres. Los dos harían lo que fuera por las personas que aman. Tal vez por eso el sombrero los puso en Gryffindor.

—Ella también te amaba.

Sirius ve a su amigo a los ojos, dejando ver lo hundido que estaba en su propia miseria.

—Es el puto amor de mi vida, Remus —murmura recargando su cabeza en el pecho del hombre lobo—. El jodido amor de mi existencia...

Remus abraza a su mejor amigo, notando como las pequeña gotas caían de sus ojos. Aunque eso no fue lo único que notó. Claro que no.

Severus Snape estaba recargado en el marco de la puerta, mitad cocina, mitad corredor, con su expresión seria, indiferente..., pero con una lágrima cayendo por su mejilla izquierda.

Los merodeadores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora