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—¡Despierten! —oigo la voz de James— ¡Llevamos dos clases de atraso!

—¡¿Qué mierdas...?!

—¡Charlie! ¡Vocabulario! —Remus la regaña— Ahora, Sirius, Peter, despierten.

Gruño, me revuelvo en mi cama y tapó mi cara con la sabana.

—¡Black, levántate! —siento un peso caer en mi estómago... Charlie.

—¡Aléjate! —gruño aventándole al piso— Tranquilos, ya llegamos tarde de todas maneras.

Me siento en mi cama para luego abrir mis ojos, mirando el dedo corazón de Charlie. Sonrío y lamo su dedo, ganando una mirada de asco por parte de ella.

—Tienes suerte que yo no tenga hongos —gruñe enojada.

—Y yo tendría más suerte si los dos se cambiaran —dice Remus aventando nuestras túnicas a nuestras caras—, apuren el paso.

Salimos corriendo de la Sala Común a nuestra próxima clase, bueno, Charlie, Remus y Peter se dirigen a la próxima clase, James y yo a la cocina. Al pasar por el retrato, vemos platos grandes con comida, James agarra comida y empieza a comer como loco.

Miro a un lado y encuentro una pequeña botella arriba de una mesa, ¿qué haría Wisky de fuego en la cocina?... Nah, ¿qué importa? Agarro la botella y le hago una señal a James para salir. James y yo salimos corriendo hacia el salón de Encantamientos, para sentarnos en las sillas que habían guardado Charlie y Remus atrás de ellos.

—Charlie —murmura James, Charlie voltea hacia atrás mirándonos y James le lanza una pequeña bolsa de panques—, de nada —susurra guiñando un ojo.

Charlie sonríe de agradecimiento y le da uno a Peter y otro a Remus, guardando la bolsa entre su túnica.

—Bien, chicos —dice el profesora Flitwick—, necesito que venga uno por uno a por un duendecillo, haremos que desaparezca y aparezca dentro de su jaula, así que pido que sean cuidadoso.

Cada uno fue por sus respectivo duendecillo, la mayoría trataba de escapar o murmuraba cosas inteligibles, aparte de que no hablo su idioma, pero el mío estaba algo desanimado, sólo bufaba y se dignaba a darme la espalda.

Miro fijamente el duendecillo, o duendecilla, ¿cuál sería la diferencia? El maestro ya había explicado el hechizo que debíamos de hacer, pero mi duendecillo seguía desanimado.

—Hey, tú —llamo su atención volteando la jaula para que me viera, pero el duendecillo vuelve a darme la espalda—... Creo que esto te va a animar.

Agarro la pequeña botella de Wisky y lleno la tapa con el líquido, lo meto con cuidado entre la jaula y el duendecillo me mira desconfiado.

—Te va a gustar, lo juro —murmuro ganando una mirada extraña de James.

—¿Qué haces? —pregunta dejando su varita en la mesa.

—Le doy Wisky de Fuego a mi duendecillo, el pobre está algo triste —murmuro viendo como el duendecillo tomaba el líquido y sonríe ampliamente devolviéndome la tapa—. Mira, quiere más.

Le sirvo un poco más y se lo entrego, ahora estamos James y yo viéndolo fijamente mientras empieza a correr por la pequeña jaula.

—Chicos, ¿qué hacen? —pregunta Remus volteándose.

—Dándole Wisky de Fuego al duendecillo de Sirius —contesta James riendo por el comportamiento de la criatura.

—¿Qué hicieron qué? —preguntan Charlie y Remus alarmados.

—No le veo lo malo...

El duendecillo abre uno de los barrotes de la jaula y sale volando, agarrando la varita de James y lanzando hechizos a las jaulas de sus amigos.

—¿Qué rayos está pasando? —el profesor Flitwick llega a nuestra mesa y yo guardo rápidamente la botella en mi túnica—... ¿Cómo es posi...? ¡No! ¡Aléjate de mí!

El duendecillo agarra al profesor y lo levanta hasta dejarlo colgando en la lámpara del techo. El profesor, en un intento desesperado, saca su varita, pero llega el duendecillo y se la quita soltando la de James, el cual la agarra rápidamente.

—¿En serio? —pregunta molesto.

Todos los duandecillos empezaron a volar y tirar cosas, los alumnos se empiezan a ir y yo agarro la mano de Charlie corriendo hasta la puerta. Los chicos nos persiguen y, cuando salimos, James y yo reímos como locos.

—¿Cómo se les ocurre tal cosa? —pregunta Charlie con el ceño fruncido— Los duendecillos son imperativos, sumando con el Wisky ¡se vuelven incontrolables!

—Perdón —murmuro riendo—, pero fue divertido, admítelo.

—Bueno, sí —murmura suavizando su ceño y sonriendo—, ¿vieron la cara del maestro?

—¡Charlie! —la regaña Remus.

—Oh, vamos, no seas aguafiestas —dice Charlie poniendo la punta de sus dedos en la comisura de los labios de Remus, levantándolos para formar una sonrisa—. ¿Ves? Así está mejor.

—¿Nos dirigimos a Defensa Contra las Artes Oscuras? —pregunta James.

—Wow, ¿te interesa una clase? —pregunto sarcástico.

—A ti también te gusta esta clase —debate riendo.

Doblamos la esquina para ir al salón y nos encontramos al conserje gruñón limpiando el piso con un artefacto muggle. Miro a James, James me mira, sonreímos ampliamente y lo apuntamos con nuestra varita.

—Chico, no se atrevan a...

¡Aguamenti! —gritamos los dos mojando al gruñón, su gata y todo el pasillo a su alrededor.

—¡Niños del demonio! —grita enojado y nos empieza a perseguir.

—¡Corran! —grita James.

Miro como Charlie agarra la mano de Remus jalándolo, grita algo que no logro escuchar y corre hacia una de las paredes que están a nuestro lado.

—¿Pero qué mierdas? —pregunto mirando como desaparecen detrás de la pared.

—Los atrapé, insolentes —escupe el conserje agarrando de mi túnica y la de James.

Genial.

Los merodeadores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora